“Estos últimos años fueron de mucho aprendizaje. Me perdí, me encontré, me aterroricé y me animé. Pero sobre todas las cosas, me refugié en mí misma. Y me liberé”. Así presenta Laura Esquivel “Refugio”, el corte con el que se animó a cantar por primera vez sin estar detrás de un personaje de ficción.
“Estoy con la emoción a flor de piel. Fueron años que tuvieron todos los condimentos, fui muy feliz, pero también fueron años de conocerme mucho y trabajar internamente”, comienza contando la actriz, que se volvió popular por su rol en Patito Feo, teniendo apenas 12 años, y si bien no paró de trabajar, a sus 25 el cuerpo y la mente le empezaron a pasar factura. Fue necesario entonces bajar un cambio y reconectar consigo misma.
—¿Te hizo mal algo de esa exposición, ese boom que fue Patito?
—No directamente. Capaz, mirando el proyecto general, estaba cumpliendo mi sueño, pero ningún niño, ningún adolescente, preadolescente, está preparado, ni tiene las herramientas para tanta exposición. Más allá de que yo tengo una familia mega presente.
—Tu mamá te acompañaba a todos lados.
—A todos lados. Mi papá también; todos. Me han hasta sobreprotegido mucho.
—¿Cuándo sentiste el momento de quiebre?
—El momento más fuerte fue cuando terminé la secundaria. Siempre sentí la necesidad de tener algo fijo, esta cosa del altibajo del trabajo artístico que un día trabajás, un día no, un día te va bien, un día te va mal. No quería eso para mí vida. Sentía que era emocionalmente muy pesado de manejar. Terminé la secundaria y ya había vivido lo que era llenar un estadio con la gente. Lo que hoy hacen grandes artistas, con Patito Feo lo hemos hecho. Y esa sensación de volver al hotel, de volver a tu casa y de repente estar, en mi caso era chica, estaba con mi familia, no era que estaba sola, pero estaba sola adentro mío. No podía comunicar ni siquiera a mis papás lo que me pasaba. Tenía ansiedad y me pasaban cosas que no sabía que era ansiedad, obviamente: había una tristeza, un dolor, una oscuridad adentro mío que no tenía idea qué era.
—¿Y cuándo pudiste entenderlo?
—Lo entendí recién 10 años después de esta adolescencia, a mis 23, 24 quizás.
—¿Con terapia?
—Con terapia. Mi actual terapeuta me ayudó muchísimo a sanar y a entender.
—Había un trastorno de ansiedad.
—Sí, había un trastorno de ansiedad. Yo tengo una personalidad bajo perfil, esta cosa de la exposición capaz no es tan lo mío. Tengo que aprender a manejarlo. Lo fui aprendiendo cada vez más y también la sensibilidad, al ser muy, muy, muy sensible, a veces te afecta un poco más todo.
—Además, eras re chiquita.
—Sí. Siento que cuando vivís cosas de chico para las que no estás preparado, después uno carga con esas cositas de por vida y todos los días te tenés que levantar de la cama para decir: “Hoy va a ser un gran día, con todos sus colores, con todos sus matices”. Hoy, empiezo el día y lo voy a terminar, pero todo el día lo estoy construyendo. Tratar de que mi día sea normal: todos los días se trabaja la ansiedad, todos los días se trabaja ese pasado.
—¿Crees que además de ansiedad había otras cosas?
—Mi crisis más potente a nivel ansioso fue unos años después de la secundaria. En la secundaria hubo una primera crisis, después creo que fue como a mis 24, más o menos; ahí sí ya me estaba sintiendo cargando desde más chica esta mochila. No tenía idea cómo se llamaban estas cosas, había otro cuadro más de depresión, había otro cuadro de ansiedad, porque era un vacío. Me acuerdo que eran días de sentir mucho vacío. Había terminado de grabar una serie y me acuerdo que pasé de laburar un montón de horas a estar tranquila, y ahí me pegó terrible. Levanté el teléfono un día que sentí que me iba a pasar algo y lo llamé a mi papá y le dije: “Venime a buscar, no sé qué me pasa, pero venime a buscar. Ayudame”.
—Qué bien que pudiste pedir ayuda.
—Sí, es re importante. Muchos años de mi vida no lo pude comunicar porque pensé que era normal y que en algún momento lo iba a solucionar sola. Y te das cuenta de que no. Con los años eso va empeorando; era momento de pedir ayuda.
—Me parece súper importante que estemos hablando de salud mental porque lamentablemente cada vez pasa más. Y no solo es un tema tabú: faltan políticas públicas para encararlo.
—Es una cosa rara. Como que te está pasando algo que no es normal, y la verdad es que le pasa a un montón de personas.
—¿Qué hizo tu papá ahí?
—Obvio, mi papá viene. Cuando llegó mi papá me acuerdo que sentí alivio. Me subí al auto y le conté lo que me estaba pasando, y él es una persona muy fría y a la vez muy tranquila. Me ayudó y estuve un tiempo en tratamiento. Empecé terapia. Y ahí empezó un camino totalmente diferente. Es como una versión de mí que no quedó atrás. Todavía está esa herida, esa cicatriz de por vida, ¿viste?
—¿Te dio miedo?
—Muchísimo miedo. En realidad sentí mucho miedo todos estos años que no pude comunicarlo, pensando que yo podía solucionarlo. Ahí sentía mucho miedo porque sentía que nunca lo iba a poder solucionar o que nunca me iba a poder sentir mejor.
—Cuando lo llamás a tu papá, algo del hablar empieza a aliviar.
—Sí, sí.
—¿Pudiste llorar?
—Sí, seguro. Cada vez más lo que me pasa con momentos traumáticos, que son tristes para uno, es como si se me pusiera una nebulosa: no recuerdo exacto cómo pasaron los hechos. Ahora lloro cada vez más, cada vez que lo necesito. Normalizar el llorar: es parte de la vida, no te hace débil. Yo me armé un personaje de madurez y esta coraza fuerte como una tortuga donde adentro capaz estás pasándola mal, pero por fuera de mostrás que estás re armada. Esa fue mi protección insostenible después, ¿no?
—Claro, porque es agotador.
—Agotador. Te caés.
—¿Y así se empieza a gestar “Refugio”?
—Así se empieza a gestar “Refugio”. Es muy loco porque una vez que empecé a estar mejor, hay una persona a la que le agradezco la vida, que es mi novio, Facu.
—Está la F por ahí, tatuada.
—Sí, en la muñeca. Cada vez que hablo de Facu me emociono. Nos conocimos en un momento donde los dos estábamos hechos bolsa por cosas de la vida. Y Facu es una persona muy proactiva, y de la nada te arma todo. Es una persona con mucha capacidad. Lo admiro profundamente. Aprendí eso de su proactividad, de su capacidad por manejar la vida y las situaciones también. Es una persona que ayuda hasta al enemigo, a la persona que quiere, a todos ayuda por igual. Gracias a eso volví a hacer música y a creer en mí. Volví a subirme a un escenario. Empecé a hacer musicales de nuevo, yo no me animaba a subir.
—Nunca dejaste de trabajar: te veíamos en distintos proyectos, siempre muy bien.
—Iba todo por dentro. Yo nunca dejé de hacer. A pesar de que me pasaban las cosas, yo igual iba.
—¿Por qué te emociona tanto hablar de Facu?
—Lo adoro. Me salvó. Seguramente hubiera tenido otro recorrido si no se me hubiera cruzado en mi vida.
—Dijiste que cuando se encuentran, estaban los dos medio rotos.
—Sí, estábamos los dos medio rotos y con ganas de volver a empezar, de creer, de confiar. Lo hicimos juntos. Crecimos juntos.
—Contaste que sos muy sensible. ¿Cómo te llevás con las redes sociales y la gente opinando de todo?
—Me tocó una etapa buena para llevarme con las redes sociales. Creo que si me hubiera tocado con Patito Feo hubiera sido más tremendo. Por suerte me llevo bien. La gente que me sigue es muy amorosa y trato de ser súper fiel a la persona que soy. No me gusta simular algo que no soy. Y si bien me llenan de amor, llegás a tu casa y tenés que desconectar un poco. Son dos mundos: el de acá, y el tecnológico.
—¿Te sale fácil desconectar?
—No, tengo que encontrar actividades. Últimamente me encanta cocinar y ponerme a ver una serie. No me desconecto del todo pero por lo menos ver una serie siento que me desconecta más que estar en las redes, que es más vicio. Debería haber algo que regule un poco más, pero bueno, no creo que lo hagan. Nos vamos a tener que regular nosotros.
—Me tocó charlar con muchos artistas que la pasaron muy mal con la presión de las métricas y con ver si un video tenía X cantidad de reproducciones o cuánto sonaba un tema. ¿Eso te importa o ya está?
—Yo a lo que más apunto es a crear una conexión súper fiel con la gente que le guste escuchar, que se sienta identificada. Por eso también, aunque me reuní con un millón de personas para ver cómo empezar mi carrera musical, decidí ser mi propia productora. Soy independiente. Armamos un equipo hermoso de gente trabajando para empezar a potenciar esto. No quería que nadie me dijera lo que tengo que hacer.
—¿Te gusta sentarte a escribir?
—Me gusta mucho, y cuando tengo más tiempo y me engancho a veces me pierdo ahí varias horas.
—¿Qué tenés ganas de que pase con la música?
—Ay, qué lindo. Este primer paso ya se dio: es sacarte la mochila. Y a la vez estoy nerviosita porque es un volver a empezar y es mi proyecto de cero: jamás hice algo puramente mío. Lo que deseo es, obviamente, que sea un proyecto de mucha felicidad y que vaya creciendo a través del tiempo y salir a tocar.
—¿Te sentís lista? Cuando una se sienta y canta sus temas ya no está la protección del personaje que canta en una ficción u obra.
—No. Y es que lo que me pasa a mí: siento que la gente nunca me conoció, todavía. Estoy por primera vez siendo yo, puramente, y eso me hace ilusión. Tengo ganas de disfrutar arriba del escenario.
—¿Qué dijeron tus padres cuando escucharon?
—Les encantó. Mis padres me han acompañado en toda esta aventura, todo mi proceso y mi sanación. En algún momento quise empezar a hacer música y me tiré para atrás porque no podía conmigo. Capaz quedaron un poco lastimados. Tal vez es una ilusión mía. Siento que ahora ven que estoy diferente. Los padres, los hijos, todos aprendemos. Estamos permanentemente aprendiendo de todo.
—¿Y Facu, qué dijo?
—Facu está como loco también. Es el fan número uno, seguro, y no tengo palabras. En el proyecto, si bien estoy yo y está el equipo, está la familia, porque también son parte de toda esta estructura emocional, de armado. Ellos están en cada minuto, con cada decisión que voy tomando, con cada inseguridad.
—¿La actriz sigue estando con vos o es un espacio que hoy sentís que no tiene que ver con tu presente?
—La actriz está guardada. Me puse como prioridad la música. A partir de que salió “Refugio”, mi primera canción, la actriz se guardó y está ahí, a la espera.
—Pero está guardada, no la despedimos tampoco.
—No, jamás. Me encanta. Disfruté mucho hacer muchas cosas de nivel como actriz y todo lo que es teatro musical me apasiona mucho.
—Laura, festejo mucho dos cuestiones de esta charla: por un lado que haya salido “Refugio” y que estés disfrutando este presente. Y también festejo y valoro que podamos hablar de salud mental, porque puede ayudar a un montón de gente.
—Sí. Yo agradezco el espacio porque es lo importante para poder hablar. Que cada vez más se pueda ayudar a las personas que no tienen la oportunidad. Yo sé que debe haber muchísimas cosas importantes en el país para hacer, pero siempre alguien o entre todos podemos un poquitito aportar como para que se hagan cambios.
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