“Tan solo soy una chica, frente a Instagram, pidiéndole actuar”, es la frase que presenta a Camila de los Santos en sus redes sociales, rememorando la icónica escena de Julia Roberts con Hugh Grant en Un lugar llamado Nothing Hill.
“Desde muy chiquita fui payasa, siempre quería estar primera en el acto del colegio, llamando la atención”, recuerda la novia de Pablo Granados en esta charla con Teleshow. Tanto lo deseó que Instagram (y su talento) le dieron la oportunidad que esperaba para llegar a miles de personas que se divierten con sus personajes, con los que desde el humor y sin ofender a nadie, deja en evidencia frivolidades y papelones que vemos día a día en la farándula y las redes.
Así se convirtió en la preferida de muchos actores y actrices a los que admiraba. El sueño se fue cumpliendo de a poco, cada propuesta la sigue emocionando al punto que cuando Luisana Lopilato la contactó para grabar juntas fue tanto el asombro como la felicidad. Algo similar pasó a la hora de sumarse a Luzu junto a Pachu Peña: “No puedo creer estar yendo a hacer algo que me encanta y que encima, me paguen”.
—En Instagram pudiste mostrar tu contenido sin depender de que un gerente de programación te elija.
—Sí, es como un currículum. Yo lo tomo como un camino que quizás me lleve a actuar, que es lo que quiero. Obviamente, de chica hice muchos castings, me dijeron muchos “no”.
—¿Dolían esos “no”?
—Y... un poco sí. Es medio frustrante. A veces te preguntás: “¿Sirvo? ¿Lo haré bien?”. Con Instagram es increíble lo que sucede.
—¿Con qué video o personaje sentís que algo cambió?
—Yo era niñera, ese fue mi último trabajo, y recuerdo estar con la nena a la que cuidaba. Ya había empezado a hacer videos y de repente veía que me subían los seguidores. Había hecho una parodia de una marca, Aderconchina se llamaba, un poco subida de tono. Así que ahí dije: “Bueno, esto está pasando, me tengo que hacer cargo”. Y cada una semana metía otro y otro. A algunos les iba mejor que a otros. Pero sí, creo que fue desde ese momento: empecé a ver que había movimiento, que me escribían para laburos.
—¿Cuáles de esas ofertas te sorprendieron?
—Todas. Al día de hoy, lloro con los trabajos. Porque actuar es realmente algo de lo que siempre quise laburar. El otro día iba caminando y pensaba: no puedo creer estar yendo a hacer algo que me encanta y que encima, me paguen.
—¿Adónde era?
—Estoy en Luzu TV con Pachu Peña (Pachu Stream Master), que es lo más y es muy gratificante para mí. Estoy todo el tiempo aprendiendo, emocionada. Me llamás para esta entrevista, lloro, me pongo contenta, le cuento a mi mamá. Todavía estoy en esa. Siento que me quedan mil millones de cosas por aprender, más allá de lo que estudié y lo que sigo estudiando.
—¿Cómo nace la Influrata?
—Empecé haciendo sorteos y yo veía que los influencers siempre te sortean de todo, en la cama, con todas las cosas. Y medio que no me funcionaba y pensé: “¿Qué tal si hago un personaje que en vez de que le propongan canjes, ella los pida?”. Con cuatro mil seguidores pedía canjes de cosas que nunca iban a suceder. Y así cada vez que fui cumpliendo un número redondo, 10 mil, 20 mil, subo alguna Influrata.
—¿Y el video de Silvina Posardi con Luisana Lopilato?
—Una locura. Yo no lo podía creer. Un domingo que estaba en el campo -ya vivo con Pablo, desde la pandemia- me escribió ella a mí. “Hola Cami, me divierte mucho lo que hacés, me encantan tus videos. ¿Querés grabar conmigo?”. Y yo miré el celular, dije: “No puede ser que me esté pasando esto”.
—¿Me tengo que ir a Canadá? ¿Dónde?
—(Risas) “¿Voy a Qatar con Michael?, decime”. Coordinamos a ver qué es lo que quería hacer. Después nos encontramos, fuimos con Pablo, grabamos en su casa. Y ella, muy predispuesta. “¿Qué hago?”, me preguntaba ella a mí. Y yo le decía: “Lu, yo no te voy a dirigir a vos, que no sé hacer nada”. Muy amorosa.
—¿Y cuál fue el origen de Silvina Posardi?
—Nació por ver chicas en pose (risas). En demasiada pose. La ves que está comiendo en un restaurante, esto de la foto “así” (se pone en pose para la foto mientras simula comer). Soy muy observadora y casi todos mis personajes surgen por sacarle cositas a personas. Estoy todo el tiempo viendo eso.
—¿Hay una Silvina Posardi real, existe?
—Existe, pero jamás en la vida voy a decir quién es.
—¿Y Pablo cómo es en esas situaciones, como la de grabar con Luisana?
—Su reacción fue de mucho orgullo. Él se emociona a veces más que yo por las cosas que me pasan, porque tiene que ver mucho con él también. Él me enseñó, me incentivó y me ayuda constantemente con todo esto.
—Pero que no es que está levantando un teléfono...
—¡No! Lo mato si hace eso. No me gusta. Y es algo que obviamente la gente lo comenta. Pero bueno, yo sé muy bien todo lo que la remo y laburo para que funcione lo que quiero hacer y todo lo que sueño. Y él me acompaña, me ayuda, me enseña, pero no, lejos está de eso.
—¿Cómo nació el amor con Pablo Granados?
—Por Instagram. Él dice que yo lo encaré pero para mí no fue así, es al revés. Yo tenía muy pocos seguidores, no era esta estrella que soy ahora. Si mal no recuerdo yo no lo seguía, pero me había salido alguna publicación o historia de él tocando el piano.
—¿Vos sí sabías quién era?
—Sí, pero conocía su parte como chico VideoMatch, no lo tenía como músico. Entonces cuando vi, estaba tocando creo que algo de Charly, que es muy complejo, y yo soy muy de ir al frente y decir las cosas. Le comenté una historia; ni loca pensé que me iba a responder. Le puse: “Qué talentoso que sos, no puedo creer lo que estás tocando”. Y me respondió a la hora, quedó ahí. Después empezó a sacar conversación, y charlamos... De ahí no nos separamos más.
—¿Cómo te llevás con sus hijos?
—Ay, muy bien. Los amo. Cuando nos juntamos a comer en la casa de alguno los veo y son dos bestias. María, que canta que se me paran los pelos. Y Miguel canta increíble, te hace matar de risa. La madre de Pablo también, Delia. Otra hermosa.
—¿En algún momento te empezó a seguir alguien que admiraras?
—Sí, con Carla Peterson me pasó eso. Dije: “No, no puede ser”. Me quedé flasheada. Celeste Cid también.
—¿Te inhibió que ese tipo de artistas te empezaran a seguir?
—Un poco sí, obvio. O publico algún chivo de algo y digo: “Ay, lo va a ver esta persona. ¿Qué hago? Va a creer que soy malísima”. Pero después pasa, tienen muy buena onda, me tiran la mejor.
—¿Y el “Vestite conmigo” cómo se te ocurrió?
—Viendo TikToks. Ahora también hay una moda de mostrar “este topcito es de tal marca”. Cuanto más marca, mejor. Casi siempre son chicas muy chicas pero hay como una cosa de que cuanto más tenés, más mostras, mejor sos. Y yo soy de valorar mucho lo que tengo entonces dije: “Voy a hacer todo lo contrario. Si yo encima, esa ropa no la tengo...”. Me meto en el galpón de Pablo y me quedo horas viendo cómo transformo un mantel o una chapa en un vestido.
—¿Cómo es el proceso de cada video?
—Los guiono. Y después, grabo y edito. Lo hago todo en el celular.
—La gente a veces no sabe cuánto trabajo es.
—Es un montón. A veces por una cosa u otra no puedo, pero si puedo, tres veces a la semana publico.
—¿Cuánto te afecta a vos el número, las reproducciones, los likes, los comentarios?
—Más que las reproducciones, siento que estoy aprendiendo a dejar de mirar tanto los comentarios porque tuve momentos tremendos. De llanto total y de angustia porque, a veces son tres (los negativos) y tenés el resto que son maravillosos, pero uno medio que se queda con eso.
—O sea, no te angustia si se viraliza o no un contenido, sino el hater.
—Sí, me pone mal porque a veces se meten con cosas que, no digo que sea la única a la que le pasa, pero detrás de un personaje que ellos ven en un minuto yo le pongo todo para que funcione. Y después el “esto es una porquería”. O me han dicho barbaridades.
—¿En tu casa qué opinaban de que vos quisieras ser actriz?
—Mi mamá es una payasa como yo así que ella me acompañaba a los castings. La he anotado en castings a ella sin decirle, porque capaz pedían “mamá e hija”, para que me llevara, y después le avisaba: “Che, quedamos, tenemos que ir”. Muy compañera mi mamá. Mis hermanos también.
—¿Cuántos son ustedes?
—Somos tres hermanos. Yo soy la del medio. Una hermana más chica, un hermano más grande. Y tengo a mi madre, a mi abuela. Padre abandónico.
—¿Se fue?
—Se fue.
—¿Es el mismo de los tres hermanos?
—No, de mi hermano y de mí. De mi hermana es otro el padre.
—¿Ese otro papá estuvo presente en tu vida o tampoco?
—No, tampoco. Ni en la de ella.
—¿Y cómo sentís que te afectó eso?
—Cuando era más chica un montón, porque no entendía el por qué. Pero después empezás a darte cuenta de que en realidad el que se lo pierde es él, y que tengo un montón de otras cosas.
—¿Y si hoy quisieras contactarlo, tenés forma?
—No sé dónde está. Sé que está en España. No sé en qué parte ni de qué trabaja, ni nada ahora. Tampoco sé si quiero meterme en eso.
—Que difícil para tu mamá.
—Sí, re. Para todos. Mi mamá siempre laburó en shopping como vendedora o encargada de distintas marcas. Y ahora, ¿viste que todo el mundo se hace las uñas? Entonces está en un centro de estética.
—¿Le estás subiendo videos a tu madre? Te pido por favor.
—Le subo videos a mi madre, sí. Me exige ella. Me dice: “Publicame”. Y aparte me sigue acompañando.
—¿Qué querés para tu futuro?
—Actuar. En realidad, digo actuar, pero yo ya me siento muy afortunada de lo que estoy viviendo realmente. La estoy pasando bien en Luzu, me mato de risa. Soy muy muy afortunada con todo. Lo que estoy viviendo, el que quieran grabar conmigo, las cosas hermosas que me escriben. No lo voy a poder creer, nunca.
Entrevista completa a Cami de los Santos
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