“El día en que con una amiga mía casi fuimos prostitutas”: la increíble anécdota de Edith Hermida

La histórica panelista de Bendita debuta en teatro con su espectáculo de stand up. Su camino todoterreno en los medios, las contradicciones de la maternidad y el tabú que se animó a romper para encontrar el amor

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Edith Hermida: "En mi adolescencia fui muy inconsciente, hubo un día que casi me prostituí"

Es locutora de profesión pero multitasking por opción: conduce en radio y hasta hace poco comandó un noticiero, panelea en Bendita casi desde los inicios del programa de Beto Casella y es -“sin quererlo”- actriz e influencer. “No le tengo miedo ni vergüenza a nada”, explica Edith Hermida, esta mujer orquesta que también se animará, el 8 y 22 de junio en el Picadilly, a subirse a un escenario con su primer stand up: Teneme paciencia.

La deconstrucción necesaria para los tiempos que corren, una adolescencia “brava” pero a la vez inocente que la llevó a “casi prostituirse” sin saberlo, sus desafíos como madre, y el volver a experimentar el amor de pareja son los ejes de una charla sin caretas.

“Canto, bailo; hago todo mal, pero lo hago”, avisa Edith, entre risas, sobre esta nueva aventura que la tiene muy emocionada. “Me parece que tenía que vivir todo lo que viví en mi vida hasta este momento para poder hacer este show”, analiza, a la vez que elogia a Vero Lorca, responsable del guion del espectáculo, porque la ayuda a bajar sus nervios.

—¿Qué dicen tus hijas sobre este stand up?

—La más grande está chocha. Me dice: “Yo quiero trabajar en tu unipersonal”. Y la otra quiere venir conmigo: “Si hacés gira yo voy a la gira”, dice. Las dos son muy compañeras conmigo. Pero también “les doy” en el unipersonal, porque viste que los hijos son todo un tema...

—Las contradicciones de la maternidad.

—Claro. Y yo encima tengo una hija que ya pasó la adolescencia, y una entrando... No sé si van a querer escuchar tanto lo que tengo para decir (risas).

—¿Este año también vas a hacer el infantil?

—Sí, hace 12 años que estoy con Panam haciendo La Bruja. El primer año fue todo un estrés; yo dije: “Esto no lo hago nunca más porque es una locura”. Me daba vergüenza. Me daba ansiedad. Pensé que no iba a poder. Pero bueno, soy de palabra. Creo que es una de las cosas más valiosas que tengo dentro de mi profesión: si yo me comprometo con algo lo hago. Me había comprometido con ella a hacer esa temporada y estaba muerta, mi hija más chica tenía un año. Pero fue una experiencia alucinante y no me pude bajar nunca más.

Edith Hermida: "Me tira la joggineta"

—Me gusta esa versatilidad: a la noche estás en Bendita, te puedo ver en un infantil y te escucho en la radio.

—Claro. A mí me gusta también la política, me gusta hacer noticieros.

—¿El fin de semana en televisión lo dejaste?

—El año pasado tomé la decisión de no hacer más noticiero los fines de semana para disfrutar de mi hija más chica. Me parece que hay un momento en la vida en el que los chicos te necesitan. Después te sueltan, y ahí vos tenés que estar todavía más. No me arrepiento pero me costó un montón, eh.

—¿Cómo nació La Chiru?

—Es que a mí me cuesta mucho arreglarme y todo eso. Se ve que no tengo buen gusto quizás, o me cuesta el maquillaje, el peinado. Siempre estoy en zapatillas, me tira la joggineta. Entonces me cargan: “Mirá lo que que te pusiste, chirusa”. Y yo tengo el aspecto así, medio como de relajada. Todos los que trabajan en la tele a lo mejor son un poco divos. Bueno... yo, cero.

—Hay algo de eso que supiste capitalizar muy bien en tus redes, porque subís cualquier cosa, te mostrás muy auténtica y parece que funciona.

—Sí, yo a veces veo, por ejemplo, a (Alejandra) Maglietti toda producida. Bueno, yo no. No soy muy distinta a la que se ve en la tele, no hay un personaje. A veces puedo decir algo exagerado, puedo condimentarlo un poco, pero trato de ser lo más genuina posible. Hoy todos los que trabajan en los medios se cuidan lo que dicen porque tienen miedo a ser cancelados. Es un momento bisagra. Y obviamente que yo soy parte de la tele y cuido lo que digo, pero trato de ser lo más sincera posible.

—Te agarro en un momento particular, ¿no? Hay como un renacimiento.

—Debería llamarse así el unipersonal: Renaciendo. Renacer a los 52 años.

—¿Te pesan los 52?

—No. La estoy pasando bárbaro. Siempre estuve muy amigada con la edad. Un poco esto va en mi unipersonal: esta cosa de que estoy siendo testigo de un cambio de época, y me encanta. Esta cosa de que nos machacaron con ser flacas, ser lindas, ser jóvenes, como si solo eso fuese algo valioso.

"Esta fue mi primera vez de encarar" cuenta Edith Hermida sobre su nueva pareja

—¿Cómo anda el noviazgo?

—Bien. Difícil. Ese primer momento estuvo como medio heavy, el momento de la exposición. Mariano es productor, trabaja en medios, pero no estaba acostumbrado a la exposición. Una cosa era estar detrás de cámara y otra que saliera del canal y lo esté esperando una cámara.

—¿Quién conquistó a quién?

—(Risas) Yo. Éste también es un cambio. Yo soy parte de una época en que a la mujer la encaraban. Vos tenías que hacer algún revoleo de mirada, una cosa así, y tenías que esperar que te encaren. Esta fue mi primera vez de encarar.

—¿Fue fácil o alguien te tuvo que convencer?

—Yo me tuve que convencer a mí misma. O sea, no fue fácil. Fue por chat. El mensajito es muy lindo. Hablábamos todas las mañanas y todas las noches por trabajo. Me di cuenta de que llegó un sábado en que no tenía que hablar con él y dije: “¿Y ahora qué hago?”. No daba escribirle un sábado, porque no tenía programa. O el domingo. Entonces ahí me di cuenta de que algo me pasaba. Y después de un tiempo le dije que no era solamente laboral lo que me pasaba: “Hacé lo que quieras con esto”, le dije. Y se quedó como medio pasmado. Al final después sí, a él también le pasaban cosas, entonces se dio.

—¿Y cuánto llevan juntos ya? Porque nos enteramos por los posteos de un viaje que hicieron.

—Cuatro meses, más o menos. Sí, en marzo. En el viaje a Brasil. Yo le dije: a lo mejor me apuré un poquito en blanquear pero lo que pasa es que a mí me cuesta mucho mantener secretos, y no tenía nada que ocultar. Entonces pensé “bueno, se blanquea acá y chau, pasa”.

—¿Cómo es eso de reencontrarse con las primeras veces? El primer chat, el primer beso...

—Uno con el paso del tiempo se va como cerrando un poquitito, ¿no? Cuando sos joven te abrís más a todo y te exponés más, y está todo bien. No está bueno ir cerrándose.

—Una vuelve a chapar, Edith.

—Sí (risas), se vuelve a chapar. Qué loco todo eso, el volver a besar y a estar así como hummm...

—¿Y cómo es la maternidad en este momento?

—Paloma está trabajando en El Nueve los fines de semana. Y el otro día me tocó reemplazar a Pía Slapka en el programa, y la vi trabajando y me encantó, me sentí muy orgullosa de ella. La vi muy desenvuelta, pero lo que más me gustó es que pedía bien las cosas: a todo el mundo le decía “gracias”, “por favor”. Y la querían los compañeros. Y “Pali” le decían: “Pali acá”, “Pali allá”.

—Con Amparo estás entrando nuevamente en la adolescencia.

—Sí. Ahora tengo un miedo terrible. Es bravísima.

—¿Vos fuiste brava en tu adolescencia?

—Si me pongo en la comparación con Amparo, no. O sea, en lo que fui brava era que me gustaba salir, me gustó siempre la joda. Yo siempre fui muy sociable y mi mamá no me dejaba. Y entonces salía igual. Me escapaba y cuando volvía, me fajaba mal. Ella me decía: “Volvé a tal hora”. “Sí, sí”, decía yo. Después eran las doce de la noche, y yo no iba a volver. Entonces me esperaba siempre despierta. Yo entraba así, toda despacito, y en la oscuridad ¡bum!, me tiraba del pelo. No sabés cómo me fajaba. Y me decía de todo. Ahora la amo a mi mamá, pero en ese momento me decía barbaridades.

—Cobrabas fuerte en ese momento.

—Todas. Creo que somos de una generación que nos fajaban de chicos. Yo hoy tampoco se lo recrimino porque era así, ¿viste? Ahora te dicen: “Huy, le pegás a un pibe”, por poco que te hacen una denuncia. Bueno, en esa época a mí y a mis amigas, a la mayoría, nos fajaban. A mí me ha pegado la mamá de una compañera. El día que nos escapamos, como que la madre se fue por un lado, mi amiga me tira la mochila: “¡Dale, corré!”, me dice. Y salimos corriendo hasta Rojas y Rivadavia. Y cuando yo estaba en la esquina de repente viene y me tira del pelo. Casi que me tira al piso.

—¿Nunca volviste en mal estado?

—He vuelto en mal estado, pero (mi mamá) no se dio cuenta (risas).

—¿Nunca te sentiste en peligro?

—No, porque siempre fui muy inconsciente. Otra amiga mía, que es la madrina de mi hija, me dice: “¿Vos te acordás de tal y tal cosa?”. Sí, me acuerdo, y el día que casi me prostituí te diría (risas). Casi fuimos prostitutas. Ya veo que titulamos esta nota con: “El día que casi fuimos prostitutas”.

—¿Qué pasó?

—Tenía una amiga de una amiga, no sé bien qué hacía, pero a ella le pagaban por ir a tomar una copa a un lugar. Y tenía toda la ropa, tenía plata. Nosotras no teníamos un mango, ¿viste? Entonces nos dice: “Vamos a ir a tomar algo un día a un lugar”. Nos iban a pagar como que te diga ahora 10.000 pesos a cada una. Todas dijimos: “Vamos”. Nos vino a buscar un remise. Yo me quedé dormida en el auto, ni sé adónde fuimos. “Llegamos”, me dicen. Entonces mi amiga sube y baja con la plata. “No, al final no tenemos que ir a tomar nada porque no llegaron los tipos que tenían que venir”, nos dice. “Ah bueno, nos dan la plata y nos volvemos en el mismo remise, buenísimo”. Después me puse a pensar, con el tiempo, que me parece que era como un prostíbulo al que íbamos (risas). Mi amiga se va a poner re contenta que cuente esto. Pero ahí fui inconsciente. No entendía nada. Mi mamá tampoco se enteró.

—Y ahora temés por el karma y cómo puede volver con Amparo, ¿no?

—Amparo es cuchillera. te digo. Yo soy de una generación en la que no sabía nada. Tenía 14 años y pensaba que te embarazabas si dabas un beso. A los 15 años recién me enteré que los hombres eyaculaban, ponele. Era otra época, y vos no hablabas con tus viejos de esto ni tenías fuente de información. Obviamente que en el colegio no te explicaban nada. Si yo le preguntaba algo a mi mamá, me pegaba un cachetazo.

La desopilante experiencia de Edith y su familia cuando se alojaron en la casa de un fan para ahorrar en Estados Unidos

—¿Cómo terminaste durmiendo en la casa de un fan en Nueva York?

—Estábamos de viaje y un argentino-mexicano fan de Bendita le escribe a mi hermana por Instagram porque me quería conocer. “Bueno, que venga acá. Estamos en un Starbucks”, le digo. Amparo decía: “Mamá, ¿cómo va a venir? Mirá si nos viola. Y nos descuartiza. Y es un asesino serial. ¿Y yo qué le voy a decir papá?”. Yo le decía: “Ay, bueno, pará, no tiene por qué enterarse todavía porque todavía no nos descuartizaron. Estamos acá, no vamos a ir a ningún lado con él”. Bueno, vino, lo conocimos. La verdad que era súper agradable, divino, nos llevó a pasear por todo Chicago. Después de ahí nos fuimos a Nueva York. En Nueva York carísimo todo. Yo veía cómo iba gastando, estaba re preocupada. Y el pibe nos había dicho: “Yo tengo un departamento de tres ambientes, si quieren se pueden quedar”. “No, no, ¿cómo nos vamos a quedar?”, le dije. Y después iban pasando los días y le mando un mensaje. Fui con mi hermana, mis dos sobrinos, Amparo y yo. Éramos cinco en el departamento de él, que se fue a dormir al living. Ahora somos amigos virtuales con Rafael.

—Amparo tenía una cuota de razón en lo que estaba planteando. Cuando le dijiste que iban a ir a quedarse en la casa, después de haber tomado un café, ¿le pareció normal y no tuvo problemas?

—Sí, no tuvo problemas porque le cayó simpático. Porque aparte él nos acompañó a comprarle el celular. Le decía: “No, comprate este”. Se hizo el canchero y enseguida pegó onda con Amparo.

—¿Cuál fue el canje más bizarro que te ofrecieron?

—Huy, uno que no hice. Lo recibí y no lo hice nunca porque me da cosa, no sé cómo hacerlo. Es de lubricación vaginal. Me mandaron los productos y no me pagaron. “Probalo”, me dijeron. Era una época en que no estaba muy activa yo y quedó ahí la bolsa.

—¿Y con tu marido laboral, el señor Beto Casella, cómo va?

—¡Ay, mi marido laboral! Me gusta esa relación que tenemos. Somos un matrimonio. Divino, nos llevamos bien al aire. Nos llevamos bien, nos entendemos mucho.

—Los vi hace algunos días muy interesados charlando de tu depilación.

—(Risas) ¡Qué terrible! Voy a hacer un juicio yo ahí al canal; nos graban los cortes y nosotros en los cortes decimos cualquier cosa. Dicen que tenemos grabado desde enero. Eso yo no lo sabía. Estoy indignada. Desde enero a ahora es un montón lo que pudieron grabar en los cortes.

—”Es más mala que la peste”, dijo Mariana Brey. ¿Sos mala?

—(Risas) No. Yo entiendo que forma parte del juego mediático. No estamos peleadas de verdad. Yo recojo siempre el guante y juego. Me cae re bien Mariana Brey.

—Le quiero preguntar ahora a la conductora de noticiero y a la ciudadana. Qué momento difícil estamos viviendo.

—Huy, sí. Me da bronca que no se pongan de acuerdo. Sería bueno que por lo menos un año se sienten todos y digan: “Bueno, tratemos de no tirarnos mierda”. Hay cosas que se tienen que hacer, sea de un espacio o sea de otro.

—¿Te da ilusión algo de lo que viene en un año electoral?

—No, no me da mucha ilusión, lamentablemente. Estoy bastante desilusionada de este Gobierno y no me da ninguna esperanza lo que se está armando del otro lado tampoco. Y eso me da un poco de incertidumbre. Pero yo quiero que mis hijas crezcan acá. No hay otro país más lindo en el mundo para vivir.

Mirá la entrevista completa

La entrevista completa de Tatiana Schapiro a Edith Hermida
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