Julieta Díaz: “Tengo trabajo, amor, el apoyo de personas importantes, salud, pero a veces me resulta difícil encontrar armonía”

Junto a Leonardo Sbaraglia, Marco Antonio Caponi y Zoe Hochbaum, protagoniza Asfixiados, una gran apuesta del cine nacional. Su carrera como cantante, la maternidad, y el compromiso por el feminismo y el medioambiente

Guardar
Julieta Díaz presenta Asfixiados

“Yo me mareo en los barcos”, cuenta Julieta Díaz, sorprendida por la valentía con la que transitó el rodaje de Asfixiados, la película que protagoniza con Leonardo Sbaraglia, Marco Antonio Caponi y Zoe Hochbaum, y que llega hoy a los cines.

El filme de Luciano Podcaminsky se mete en la vida de Lucía (Díaz) y Nacho (Sbaraglia), que tras 24 años juntos, una hija y carreras exitosas, están completamente desconectados. Con la idea de reencontrarse y recuperar lo que los unió, deciden pasar unas vacaciones en un velero junto a su mejor amigo, Ramiro (Caponi), y Cleo, su nueva pareja, interpretada por Hochbaum. En tierra firme cada uno hacía su vida; en el mar no hay dónde escapar, y las preguntas y los conflictos comienzan a aparecer.

Julieta Díaz y Leo Sbaraglia en una escena de Asfixiados
Julieta Díaz y Leo Sbaraglia en una escena de Asfixiados

—Es interesante cómo estas dos mujeres, Lucía y Cleo, se llevan bien a pesar de la diferencia de edad y de estilos. No cayeron en el lugar común de hacerlas enemigas.

—Sí, (en el guion original) los personajes estaban delineados: no se llevaban mal pero había una pequeña competencia, una cosa de resquemor. Con Zoe nos hicimos muy amigas trabajando y una de nuestras propuestas, el equipo de guion siempre estuvo muy abierto, fue que queríamos que los personajes se llevaran bien, tampoco que sean amigas. Aunque había una inseguridad en mi personaje con esta pendeja divina que aparecía y todo lo que eso implica con tu pareja de hace 20 años, que se siente atraído.

—¿Te sentiste mal durante el rodaje en el barco?

—No todo el tiempo, pero tuve momentos en que estábamos filmando quizás 10, 12 horas arriba, una semana seguida, a veces se movía mucho y teníamos que actuar, y no podías estar mirando el horizonte tranquila, respirando. Yo me mareo mucho entonces tomaba todas esas cosas que se toman para no marearse. Por momentos era difícil. Pero bueno, como parte de cualquier trabajo; el cine tiene esas cosas.

Julieta Diaz en exclusiva con Teleshow

—¿En tu vida, te encontraste con gente como ese marido de la película? Un personaje al que le cuesta escucharte y a la vez, ante la necesidad de cualquiera, quiere ser quien llama por teléfono y se ocupa.

—Sí. Gente que resuelve muchas cosas también. No me voy a quejar. A veces hay algo ahí de no permitir quizás que el otro o la otra exprese lo que le está pasando, y también la presión, porque Nacho está muy presionado. Tener que sostener, ser el proveedor, tener que ser exitoso, sostener ese barco, esa casa, también decir: “Yo te lo resuelvo”, ¿no? Hay algo quizás de infantilizar al otro. A lo mejor la mujer le está contando lo que le pasa y no le está pidiendo que le resuelva la vida, le está diciendo: “Charlemos. Somos dos socios, dos pares, no necesito que me resuelvas las cosas”. Pero hay algo también de ese pacto que se armó entre ellos.

—Hay un momento de la película en la que te despedís de tu hija: las cosas están complicadas en el barco y la llamás. Yo pensé en Julieta mamá. ¿Qué te pasa con esas cosas, con una hija que está creciendo?

—El personaje está atravesado también por eso. Hay algo generacional de la hija: cuando los hijos empiezan a bajarles línea a los padres, o las hijas a las madres. Siempre cuando uno es madre, o en la paternidad, te cruza los vínculos. En este vínculo de pareja que tiene una hija ya grande, claramente está ahí, metida entre ellos.

Después de veinte años de casados, una hija y carreras exitosas, Nacho y Lucía hace tiempo que no están solos. La rutina aniquiló la intimidad. Se miran y a veces no se reconocen. (Star Distribution)

—La última vez que charlamos me decías: “No estoy pudiendo encarar el mundo sin hacer pausas”. ¿Cómo estás ahora? ¿Podés parar y disfrutar?

—En estos días, justamente, no. Preguntale a la gente que me rodea (risas). No. Me está costando porque a veces marzo es un poco…

—Inicio escolar.

—Sí. Pero bueno, es un trabajo de todos los días, de sentir que uno no lo logró. Y bueno, mañana se empieza otra vez, otra oportunidad. Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así.

—Como diría Serrat.

—Aguantarse el ego de que uno no pudo, y a ver, otra vez. Los budistas hablan de eso, de la revolución humana; yo no soy budista pero conozco un poco y es una filosofía espiritual que tiene cosas muy interesantes. Que en realidad la revolución humana es empezar otra vez con la convicción de “solo por hoy”. Está bueno que haya una espiritualidad, una búsqueda de eso. Lucía está en ese momento también, buscando un poco eso.

—Si hacemos un paréntesis de estos días en particular, ¿estás contenta con tu presente?

—Estoy muy contenta porque estoy agradecida por mucha abundancia de trabajo, de amor, de apoyo, de personas importantes, de salud en general. Pero me es difícil a veces encontrar esa armonía.

Julieta Diaz: "Hoy la emergencia climática está clarísima"

—¿El amor anda bien?

—Bien.

—¿La pareja todo en orden?

—Sí, hermoso.

—¿Y segundo grado, cómo las tiene?

—Ay, Dios, segundo grado... Y ella un poco nerviosa, con sus crisis y sus cosas, pero bien, está contenta. Ahí, haciendo su proceso, pero muy bien. De a poquito.

—Vemos una Elena hermosa y muy querida en tus redes.

—Elena es muy querida, sí. Ella es una sagitariana recontra simpática, sociable; le encanta, es cariñosa, expresiva. Tiene esa sonrisa divina. Y bueno, se hace querer mucho.

—En otras ocasiones mencionaste tu interés por las cuestiones ambientales. Venimos de días de un calor agobiante. ¿El clima nos está pasando factura?

—Sí. No es que yo tenga mucha autoridad en el tema porque no soy una estudiosa, pero se cae de maduro que es un espacio al que hay que escuchar, prestarle atención, y que desde los lugares de poder se tomen decisiones teniendo en cuenta que los recursos no son renovables. Hoy el cambio climático está clarísimo y la emergencia climática también. Ya no es un tema naif, romántico. Yo quiero invitarlos e invitarlas a que sigan a Flavia Broffoni, que es una activista, socióloga, extraordinaria, que tiene un lugar súper claro, apartidario y muy humano. Está muy informada.

—Alguna vez Mercedes Morán me planteó, respecto al feminismo, que va por fuera de los partidos políticos, que son causas que tienen que atravesarnos a todos. ¿Crees que pasa lo mismo con el medioambiente?

—Sí. Llevarlo al partidismo, a la grieta, es hacerlo chiquito, y es justamente lo que se utiliza para achicar el debate y poner en agenda otra cosa.

—¿Cómo sigue tu año, vas a cantar?

—Sí, este año tengo varias presentaciones acá, con el dúo A dos orillas, que tenemos con Diego Presa. Estamos sacando segundo disco, el LP de diez temas, en mayo. A full con eso, muy felices. Y ya estoy en preproducción y ensayos de una película con Carla Peterson.

—Festejo que Asfixiados estrene en el cine antes de ir a la plataforma.

—Sí, es súper importante. Y está bueno que la gente sepa que aunque sea una película grande, siempre la primera semana es muy importante. Si tienen ganas de verla, lo ideal es ir la primera semana porque las cosas argentinas son así, a pulmón, aunque sean mainstream. Es una manera de darle al cine la importancia que merece.

Mirá la entrevista completa:

Guardar

Últimas Noticias

Isabel Macedo: “Aprendí a amarme tanto que hoy puedo ser tratada como siempre soñé por el hombre que elegí”

Habla del proceso íntimo por el que, finalmente hoy, puede decir: “Estoy contando el cuento que siempre quise contar”. El amor de Juan Manuel Urtubey que, por primera vez, “me hace sentir valorada en casa”. La filosofía con la que educa a sus hijas. La deuda económica que, a los 16, la empujó al modelaje y el “amargo” debut por el que casi renuncia a la TV. Las lecciones de su madre: “Desde chica me decía que todo el mundo se enamoraría de mí”. Y el vínculo con su padre aún después de la muerte: “Él se me aparece todo el tiempo”. Memorias de una “eterna adolescente” para quien “la vida siempre está comenzando”
Isabel Macedo: “Aprendí a amarme tanto que hoy puedo ser tratada como siempre soñé por el hombre que elegí”

Marta González: “No temo a la muerte porque sé que volveré a abrazar a mi hijo”

Nunca jugó con muñecas y a los 9 se angustiaba si no firmaba contratos. Amó solo dos veces: se sintió “poca cosa” con Palito Ortega, “muy sola” con Chiche Sosa y “culpable” al descubrirle doble vida. Perder a Leandro anuló sus “deseos de mujer”, una frase de su hija la rescató de “lo peor” y los aplausos la volvieron a la vida. Revelaciones de una guerrera que enfrenta el cáncer por cuarta vez
Marta González: “No temo a la muerte porque sé que volveré a abrazar a mi hijo”

Ari Paluch: “Perdí mucho tiempo, dinero y reputación, pero gané una lección que debía aprender”

Llegó a ser el hombre más escuchado del país hasta que un hecho lo alejó de los medios: “Toqué fondo y tuve miedo de quedar sin nada”. Hoy, siete años después, y de regreso a la Rock&Pop con Arizona –”donde mi vida comenzó”–, revela el tránsito íntimo del que dice: “Nadie vuelve igual”
Ari Paluch: “Perdí mucho tiempo, dinero y reputación, pero gané una lección que debía aprender”

Martín Bossi: “Cuando papá murió, fui a un boliche, me subí al parlante y arranqué mi fiesta”

Creció temiéndole a su padre pero nadie se animó a desobedecerle como él: “A los 5 ya me decía que yo era un fracaso”. 30 años después de su partida, revela la intimidad de un vínculo polémico que lo convirtió en “un enfermito de la mentira” y lo obligó a extirparse las “caras ajenas” para siempre, definiendo así “quién quiero ser”, cómo quiere amar (“dando a elegir entre monogamia o verdad”), en qué creer (“inventé mi propia religión”), cómo prepararse para paternar (“sin convivencia”), y hasta cómo planea morir: “Solo y muy lejos de aquí”. Confidencias de un hombre “finalmente libre”
Martín Bossi: “Cuando papá murió, fui a un boliche, me subí al parlante y arranqué mi fiesta”

Noelia Pompa: “Pasé años intentando tapar mi dolor más grande con la calle y el alcohol”

Tenía todo, “pero no era feliz”. Hace 7 años, “al borde de una depresión en silencio”, su psicóloga le aconsejó que se fuera lejos. Buscó el anonimato en Madrid y hasta se permitió el amor “tras una vida ocultando historias”. Pero jamás pudo escapar de los ataques de pánico por las marcas de su infancia como “el bullying y el enojo con papá, por el abandono que sentí cuando murió”, dice. La intimidad del trabajo espiritual de una mujer que regresó por un rato, para reconciliarse con su tierra y su carrera, “sana y más liviana que nunca”
Noelia Pompa: “Pasé años intentando tapar mi dolor más grande con la calle y el alcohol”