Ariel Diwan, cerca de poder revincularse con el hijo de Gisela Bernal: “Lo pido asiduamente, me gustaría mucho”

En esta charla íntima, el productor cuenta también lo difícil que es ser emprendedor en la Argentina de hoy y de sus deseos de cambiar la cosas desde adentro: “Sueño con ser intendente de Morón”

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Ariel Diwan y la posibilidad de revincularse con el hijo de Gisela Bernal

“Desde que me acuerdo es difícil, pero estos son momentos especiales. Sabés cómo arrancas y no sabés cómo salís”. Ariel Diwan sintetiza en una frase lo que representa ser un empresario en la Argentina de hoy. Desde siempre ligado al negocio inmobiliario, desembarcó en la producción de espectáculos y estuvo detrás de algunos de los éxitos más importantes de los últimos tiempos –el boom Stravaganza, por caso-y también atravesó fracasos, como el reciente Network, que asume con hidalguía y autocrítica.

Transitó unos y otros con el espíritu emprendedor con el que se identifica. Y tomando nota de los errores para evitar volver a tropezarse con ellos. Una máxima que aplica también para su vida personal, con momentos de desbordes y una exposición mediática en un recordado caso de paternidad con la bailarina Gisela Bernal.

Hoy está a mano y en vías de reconciliación con sus vidas pasadas, y por eso siente que es hora de probarse un nuevo traje.

Un poco cansado de renegar con los avatares del país, pero sobre todo por la ligazón inquebrantable con su patria chica, proyecta para el 2023 ir por la intendencia de Morón. Allí donde se crio, donde tiene sus oficinas, y donde más de una vez temió por su vida y la de sus hijos. Quiso entrar en la política en las últimas elecciones, pero sintió que le jugaron sucio, lo que lejos de amedrentarlo, lo fortaleció. Y aunque evita dar nombres propios, deja bastante claro por dónde va su ideología y se muestra confiado y convencido: “Tengo mucho apoyo de la gente”, sentencia.

—Hace poquito estuvo acá Daniel Grinbank, que me decía que lo más difícil es la incertidumbre, la falta de previsibilidad en qué es lo que va a venir, que te cambien las reglas de juego.

—Mira, el último espectáculo grande que hice, Network, arrancó con un dólar de 200 pesos y terminó con uno de 300. Y en el transcurso de 30 días para recuperar tu dinero tenés que facturar el 50% más. Más claro que eso no te lo puedo explicar.

—Vi Network y se notaba una obra con una inversión enorme porque tenía una tecnología increíble.

Juan José Campanella, que fue el adaptador, me decía que ni en Broadway habían montado lo que montamos acá en la Argentina. Sí, estaba muy bien. Y no me arrepiento absolutamente de nada porque soy bastante apasionado y le pongo todo mi cariño, tiempo, dedicación. Algunas cosas funcionan y otras, no; es la vida misma.

—¿Cómo quedaste con Network?

—Comercialmente hablando, fue una catástrofe. El espectáculo me dio mucha satisfacción y me dio mucho orgullo poder mostrarle eso a la gente. Pero el país está en una situación económica y social compleja que no sé si era para hacer ese tipo de inversión. A veces uno no evalúa esas cosas y se deja llevar por el entusiasmo. Fue una obra multipremiada en Broadway, en Londres, ganó el Oscar.

Ariel Diwan: "Sueño ser intendente de Morón"

—¿Cómo se piensan proyectos en este escenario de incertidumbre?

—Eso es un montón. Mirá, hace un año y medio, cuando volví al teatro iba a Ricky Martin para hacer tres meses una comedia musical en el Gran Rex. Yo no lo podía creer: hablábamos todos los días, todo cerrado con números picantes y fue imposible. El gerente general de comercio exterior me dijo que no perdiera el tiempo, que era inviable. Y algunas obras no me las querían dar también, me decían: “Ustedes son Cuba, son Venezuela”. Y puteándolos a través de un productor porque me decían barbaridades. Y eso no lo pude hacer porque no podía pasar la plata de acá para otro país. Te dicen: “Tendría que haber nacido en otro país”. Yo digo no, porque este país es muy generoso cuando va.

—A mí me parece súper valiente decir “me fue mal”. Hay algo del ego o de la autoestima que hace que no muchos lo digan.

—¿Pero soy menos vivo o más vivo cuando me va bien? ¿Yo era un genio cuando me iba bien con un espectáculo y ahora soy un pelotudo porque me fue mal? No creo eso. Me equivoqué en el momento, en el lugar, me fue mal. Y no me hace ni mejor ni peor.

—Más vale. ¿Pero viste cuando los actores, para no decir que el teléfono no suena, dicen: “Estoy evaluando proyectos”?

—Bueno, pero lo puedo entender más que un actor diga eso. Un productor le va bien, muy bien, más o menos, y para el orto. Eso es normal, es la vida de cualquier comerciante.

—En un momento de crisis, si no tenés para garantizar la comida de la noche difícil que tengas para las entradas del teatro.

—Estamos de acuerdo. Por eso volvemos a reintentar con la política, que es el lugar que hoy me gustaría ocupar. Muchos se ríen cuando Javier Milei habla de la casta política. Bueno, yo lo viví en carne propia en las elecciones pasadas.

—Vos quisiste ir para concejal.

—Sí. Después no me dieron la boleta. Está todo muy armado, con los negocitos entre ellos separados. Ahora es mi momento de maduración. Siempre hablo de Morón porque es el lugar donde nací, donde estudié, donde tuve todas las oportunidades, y quiero hacer algo para que la gente mejore su vida. Y me parece que esta vez se va a poder dar.

—¿Por qué vas?

—Quiero ser intendente de Morón, y espero serlo, porque los últimos dos intendentes no quisieron. Nos conocemos de chiquitos todos ahí. Tiene que venir alguien que tenga ganas de hacer cosas por nuestro pueblo de Morón. Y tengo mucho apoyo de la gente.

—¿Con quién vas a ir?

—Con el único que me puede representar. Con gente que tenga ganas de que gente común pueda participar.

—Recién hablaste de Milei.

—Mira, yo he hablado con todas las fuerzas políticas porque siempre estuve a disposición. Con peronistas, con gente del massismo, del equipo de Martín Lousteau. Pero la última medición, cuando quería ir para concejal con Juntos, fue tan buena que al otro día me dijeron que me tenía que bajar. Ahora no me van a decir si puedo presentarme o no, después veremos qué sucede.

—¿Cómo nos ves hoy a los argentinos?

—Yo creo que lo que más hay es desesperanza. Estoy cerrando la productora y alguna obra medianamente grande son cien empleados; en algún momento tenía 400. No se ve una luz de esperanza. Es medio dramático lo que estoy diciendo. Tengo 47 años, ya tuve un infarto, tengo cuatro hijos; entonces, digo, podría ser un buen momento para quedarme en mi casa tranquilo y disfrutar de mi familia.

—Tenés la plata para hacerlo.

—Tengo mucho más que eso, no es solo la plata. Pero es un buen momento para poder comprometerse. Con los políticos de toda la vida la cosa no cambia nunca. Porque cuando era chico decían que el país era un desastre, que la hiperinflación; pasaron 40 años y me siguen diciendo lo mismo. Entonces me parece que estaría bueno que dejen participar a gente nueva, con entusiasmo, con ideas y hacer cosas que perduren en el tiempo. Y que mi familia se sienta orgullosa de lo que hice.

—¿La decisión de meterte en política tiene que ver con un deseo personal? ¿Con cambiar el país para tus hijos? ¿Con haber tenido que cerrar una productora?

—Así como tengo que cerrar una productora, las empresas que cerraron son muchas más que las que abrieron. Lo que siento es que hay un presupuesto muy importante, es un municipio muy grande que, a veces, digo que tendría que ser Londres. Entonces algo raro hay. ¿Querés que te diga que se la llevan toda? Y... la sensación es esa. Si los colegios no tienen gas. Puede sonar de manual, pero no soy político y creo que no lo seré, como no soy productor de teatro. Pero no puede ser que no haya iluminación y que la inseguridad cada vez sea mayor. Hoy sigue estando el mismo intendente que cuando me secuestraron a mí con mis dos hijos. Es una vergüenza.

—”No soy político, no soy productor de teatro”. ¿Qué es Ariel Diwan?

—Un emprendedor. Vengo de la nada y la verdad que no me puedo quejar.

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Ariel creció en una familia de clase media baja, de padres trabajadores y presentes. Algo que él no pudo hacer con sus hijos mayores –Daiana, de 22 años, y Luciano, de 19- y todavía se reprocha, e intenta permitirse con los más chicos -Aurora, de tres, y Aarón, de uno, de su relación con Eva Acebal-. En el medio, un sonado caso mediático durante su romance con Gisela Bernal y un hijo que criaba creyendo suyo hasta que dos años después los estudios de ADN demostraron que no lo era. Apoyado en un inquebrantable espíritu familiero, el tiempo ayudó a acercar posiciones y hoy esa historia está cerca de ser sanada. Diwan también tomó nota de cuando la vida le dio unos cuantos avisos. El último, hace tres años y medio: antes de un partido de pádel sufrió un infarto y pensó que se moría.

—¿Te asustaste mucho?

—Sí. Me acuerdo que agarré el teléfono, llamé a mi mujer y me quebré. Pensé que no iba a hablar más con ellos. No me quería morir por mis hijos, pero todo lo que quise hacer, lo hice. A mis viejos les digo que los amo todo el día. No me guardé nada nunca. Ni en el trabajo ni en la vida personal.

—¿Con qué tuvo que ver el infarto?

—Y... viste, te dicen: “Por algún lado tenía que explotar”. Siempre fui fumador. Nunca me cuidé en las comidas.

—¿Crees que afectó todo lo que viviste con ese episodio relacionado a la identidad de un niño?

—Creo que fue el peor momento de mi vida. Pero en cualquier momento lo voy a poder ver. Lo pido asiduamente, estamos en eso con Gisela, y creo que vamos a poder revincularnos. Me gustaría mucho.

—No se me ocurre nada más doloroso…

—Nada. Debe ser lo más parecido a que se muera un hijo. Pero estoy mucho más tranquilo.

—¿Desde ese momento no lo viste, no tuviste contacto con él?

—No.

—Y siempre lo pediste.

—Siempre. Pero dejemos el tema acá, porque estamos bastante bien.

—Se dijo en un momento que había una situación vinculada a una propiedad.

—Sí. Estamos arreglando ese tema. Me encontré hace poco con ella: venimos hablando en muy buenos términos. Va a tener su casa, que es lo único que yo quería.

—En ese momento vos te alejás mucho de los medios.

—Sí, 100%.

—¿Había que resguardarse?

—Y... estaba perdido.

—¿Qué te saca de la angustia?

—Volví a armar una familia. Yo quería tener hijos y criarlos, que es lo que no hice con los más grandes.

—¿En algún momento tocaste fondo?

—Sí. En un momento fue bravo.

Ariel Diwan: "Después del secuestro no podía salir. Andaba asustado por todos lados. Con el tiempo vuelve todo a la normalidad"

El relato lo lleva a sus días en el hotel Faena, en el que buscó refugio por 15 días y se terminó quedando un año. Un día se levantó, se miró al espejo y dijo: “Hasta acá llegué”. Y volvió a sus pagos, cerca de la casita de los viejos y de sus hijos más mayores. Se enamoró de Eva, tuvieron dos hijos, y se separaron hace tres meses. Pero parece haber tomado nota de su propia experiencia: “Me tiene angustiado, pero la vida sigue. Trato de ver todos los días a los chicos, los llevo al colegio, Estoy transitando esto otra vez. Evidentemente el problema debo ser yo”, lamenta con autocrítica.

—Sos un papá muy presente. ¿Hoy eso hace tal vez que no te vayas al Faena?

—Sí. Los primeros días fueron convulsionados, pero tengo una vida bastante más normal. Me voy a una oficina, de ahí a la otra, después un rato con los chicos y estamos bien. Yo me alquilé un departamentito y ella se quedó en la casa con los chicos. Alguna vez dije: “Cuántas casas tengo y no tengo dónde dormir”. Una cosa increíble, ¿no? Pero bueno. Es lo que corresponde igual.

—Te veo angustiado.

—Sí, pero no solo por los nenes. Por ella también.

—Pero qué bueno poder salir de una pareja tan importante de esa forma. ¿Los chicos están bien?

—Creo que sí. A veces me quedo a la tarde y los duermo, pero irte es difícil. Son decisiones que uno toma que después se las tiene que bancar.

—¿Cómo es esa hermandad entre los adolescentes jóvenes y los chiquititos?

—Es extraordinario verlos juntos. Se llevan muy bien, los veo jugar a los cuatro y me quiero morir de la emoción. Estoy muy feliz con mis hijos.

—¿Se engancharon a pesar de la diferencia de edad y de ser de distintas madres?

—Estoy orgulloso de las personas que son los más grandes. Todo el mundo los quiere, y a mí no me quiere todo el mundo. Algunos me aman y otros piensan que soy un pelotudo. Y a mis hijos los aman todos y digo, bueno, la verdad que también mi primera mujer, Mónica, es la maravilla que los crio y se dedicó a ellos, viste.

—Bueno, ellos también pasaron difícil cuando tenían un hermano y…

—Sí. Seguís con el tema, eh. Sos brava....

—No, pero me parece muy duro para ellos.

—Para la familia lo fue. Los tíos, los padres, los abuelos y los hermanos. Mi hija mayor lo tiene tatuado. Pero bueno, esta recomposición... Yo creo que ellos tienen muchas ganas de verlo, así que estamos intentándolo.

—Dios quiera. Hablaste del secuestro antes.

—Fue a la vuelta de mi casa en Castelar, una experiencia terrible. Yo iba a comer con mis hijos más grandes dos veces por semana y los fines de semana siempre estaban conmigo. Un día los dejé a las 10 de la noche. Siempre andaba en algún auto llamativo, me cruzaron y me levantaron. Fue terrible. Los chicos no se querían subir más a mis coches. Varios años después me volvieron a seguir y al otro día me tuve que mudar porque ya estaba esperando que me maten.

—¿Qué cambió en vos después de ese secuestro?

—No podía salir, no quería usar los coches. Andaba asustado, cagado por todos lados. Y después, con el tiempo vuelve todo a la normalidad. Pero yo no vivo donde quiero. No vivo más en esa casa, que estuve cuatro años construyéndola. Mi lugar de toda la vida, ¿entendés? Es triste que uno no pueda andar con el auto que puede o que quiere, que no pueda vivir donde quiere, por eso quiero entrar en la política. Quiero que las cosas en Morón cambien, porque ahí estudié, en la escuela pública, me recibí en la Universidad de Morón. Y hoy, la gente trata de irse de ahí. Está bien, es lo normal. Pero voy a trabajar para que mis hijos no se vean obligados a irse.

—Estamos cerca de fin de año. ¿Qué balance hacés?

—Fue un año de mierda: no hubiese esperado nunca tener un año tan de mierda como el que tuve. No te puedo decir que fue el peor año porque tuve uno que fue peor, pero este fue de los peorcitos. Lo único que me da un poco de esperanza es que después de tanto desastre, tiene que ir mejor.

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Entrevista completa a Ariel Diwan

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