La publicación fue sencilla, casi críptica: Eugenia La China Suárez, con un beso lanzado a la cámara, escribió en su cuenta de Instagram “Buenas noches” junto a dos corazones. Pero el contexto lo era todo. En ese momento, en la pantalla de LAM (América),Wanda Nara desataba una nueva tormenta mediática, al arremeter contra la actriz y su vínculo con Mauro Icardi, su exmarido.
“Ver hoy a esta mujer que destruyó mi familia, subiendo fotos en esta casa, es muy fuerte”, comenzó diciendo Wanda, visiblemente conmovida. Y el resto de sus palabras fue aún más crudo, una mezcla de acusaciones y recuerdos amargos que volvieron a poner en primer plano una historia que parece resistirse a quedar en el olvido.
La tensión entre Eugenia Suárez y Wanda Nara no es nueva. El llamado “Wanda Gate”, que estalló en 2021, fue el punto de partida de un conflicto que involucra mensajes filtrados, infidelidades y una separación turbulenta. Pero en esta ocasión, el enojo de la empresaria tenía un nuevo elemento: las imágenes de Eugenia en una casa que, según Nara, le pertenece y es parte del patrimonio de sus hijas.
“Ver a mis hijas maquilladas con el mismo maquillaje que usa ella. La verdad es que esta casa es mía, no existe una separación de hecho en Argentina. Los 6 millones que vale esta casa serán de mis hijas y también míos”, declaró en la mencionada entrevista televisiva. El enojo no se limitó a lo material. También expresó su indignación por lo que considera un impacto emocional en sus hijas y en su vida familiar.
Mientras Wanda hacía públicas sus acusaciones, la China optó por una estrategia que ya usó en el pasado: el silencio. Pero su publicación en Instagram, aunque sin palabras explícitas, pareció un gesto calculado. Para algunos, fue una manera de mostrar indiferencia frente al revuelo. Para otros, un recordatorio de que no tiene intención de retroceder ante los señalamientos.
La relación entre la actriz y el futbolista, aunque nunca confirmada oficialmente por los protagonistas, continúa siendo el eje de innumerables especulaciones. Y cada vez que parece que la polémica empieza a desvanecerse, un nuevo episodio la revive.
En su relato televisivo, Wanda volvió a revivir los días en que su relación con Mauro Icardi comenzó a fracturarse. “Antes de la China, nuestra vida era perfecta. Cuando le dije a Mauro que me quería separar, él se volvió loco y no quería”, reveló. Sus palabras fueron un viaje por una mezcla de resentimientos y promesas rotas.
Además, describió cómo el jugador del Galatasaray, tras aceptar el fin de la relación, habría prometido hacerle la vida imposible. “Él jura y perjura que me va a hacer la vida imposible”, afirmó Wanda, visiblemente afectada.
La descripción de su vida antes y después de Eugenia no dejó dudas sobre a quién responsabiliza del quiebre. Para Wanda, Suárez no es solo una figura pública más, sino el epicentro de una tormenta que transformó su vida.
En medio de la polémica, Agustina Uslenghi, la amiga de toda la vida de la China, reapareció como un sostén incondicional. “Otro año más. Somos eternas, te amo”, escribió en sus redes sociales, en una foto en que se las puede ver juntas.
Agustina, quien fue el refugio de Eugenia en los momentos más difíciles, representa la otra cara de esta historia. Una amistad que, lejos de los reflectores y las polémicas, se mantuvo sólida durante casi tres décadas. Cuando los escándalos mediáticos tocan fondo, es a Uslenghi a quien Eugenia busca, un gesto que habla de un vínculo que parece inquebrantable.
La disputa entre La China y Wanda Nara es también un reflejo de sus personalidades y estilos de vida. Por un lado, la empresaria se muestra como una figura que no teme exponer sus emociones y conflictos en público, al utilizar la televisión y las redes sociales como escenarios para sus batallas. Por otro lado, Eugenia opta por una mezcla de sutileza y provocación, utilizando mensajes indirectos que dejan a los demás la tarea de interpretar.
Sin embargo, la constante exposición también deja en evidencia el impacto emocional que esta situación tiene en ambas. Lo que comenzó como un escándalo mediático se transformó en una saga personal que, más allá de los titulares, afecta sus vidas de manera profunda.
“Buenas noches”, escribió Eugenia, como si quisiera dar por terminado el día. Pero las palabras de Wanda, que siguen resonando en el imaginario público, parecen indicar que esta historia aún tiene capítulos por escribirse.
En el ojo de la tormenta, dos mujeres enfrentadas, cada una con su narrativa, siguen alimentando un conflicto que ya no pertenece solo a ellas, sino que se convirtió en un espectáculo público que la audiencia sigue con fascinación y asombro.