Cuando eso sucede, uno se dice: ‘Es ahora’”. Con estas palabras cargadas de emoción, Abel Pintos resumió el significado de una etapa histórica en su carrera junto a Luciano Pereyra, luego de cerrar el último show de su ciclo de conciertos en el mítico Luna Park, la noche del 29 de diciembre de 2024. “Dios y la música me siguen regalando momentos mágicos. Una alegría compartida es el doble de la alegría”, expresó Luciano, visiblemente conmovido, tras bajar el telón de un espectáculo que será recordado para siempre en la historia de la música y la cultura argentina. Este ciclo, titulado “Es Ahora”, no solo marcó un récord absoluto con 34 noches consecutivas a sala llena, sino que también significó el fin de una era: el último show en el Luna Park antes de su cierre temporal para remodelaciones tras 92 años de historia.
“Una unión mágica”, así describieron los artistas esta etapa que los unió en una residencia inédita de casi dos meses en uno de los escenarios más emblemáticos del país, convocando a más de 219 mil personas y dejando una huella imborrable en el público.
La dupla logró algo más que éxito comercial. También se destacó por su humanidad y compromiso. Con acciones solidarias como la donación de 10,000 tickets al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, ambos artistas demostraron que su colaboración trascendió el ámbito musical. “No es ayer, no es mañana, es ahora”, insistió Luciano, sintetizando la filosofía detrás de este proyecto tan especial.
Una despedida histórica para el Luna Park
La noche del 29 de diciembre de 2024 no solo marcó el cierre de un ciclo de conciertos inolvidables, sino también el adiós al escenario del Luna Park, que cerrará sus puertas para iniciar un proceso de remodelación tras más de 92 años de historia. Para Luciano Pereyra y Abel Pintos, ser los últimos artistas en presentarse en este icónico lugar fue un privilegio y un honor que no tomaron a la ligera. “Sentimos mucho respeto, mucha alegría y nos sentimos muy orgullosos de haber vivido estas 34 noches junto a tantas almas que disfrutaron cada instante”, expresó Marcelo González, productor general del ciclo. Las palabras de González resonaron con fuerza durante el íntimo momento que vivieron los artistas y el staff antes del ingreso del público. Más de 100 personas, entre técnicos, productores y el equipo del estadio, se reunieron para una foto histórica en una de las tribunas del Luna Park, un gesto que simbolizó el trabajo conjunto y el cariño compartido detrás de bambalinas.
Luciano y Abel también tomaron la palabra durante esta reunión, agradeciendo al equipo por su dedicación y esfuerzo. “Esto no hubiese sido posible sin ustedes. Gracias por hacer realidad este sueño, que hoy queda en lo más alto de la música y del espectáculo argentino”, declararon emocionados. “Las primeras 20 funciones se agotaron en apenas tres días, un logro sin precedentes en la música nacional” resumió una de las noticias más celebradas del ciclo.
El fenómeno detrás de “Es Ahora”
Cuando Luciano Pereyra y Abel Pintos anunciaron su primera colaboración musical, “Es Ahora”, nadie imaginaba el impacto que tendría no solo en sus carreras, sino también en la escena musical argentina. La canción, compuesta junto al productor Rodolfo Lugo, fue el punto de partida para un proyecto que transformó su amistad de años en un espectáculo sin precedentes. Desde su estreno en plataformas digitales, “Es Ahora” se convirtió en un éxito inmediato, marcando récords de visitas y descargas en sus primeras horas. Sin embargo, el verdadero fenómeno comenzó cuando los artistas revelaron que esta unión iba más allá de una canción. En un anuncio sorpresivo, confirmaron una residencia conjunta en el Luna Park: 34 conciertos consecutivos, una cifra inédita para un artista argentino en este formato.
Las expectativas no tardaron en materializarse. Las primeras 20 funciones se agotaron en apenas tres días, y el ciclo completo vendió más de 219,000 tickets, consolidándose como un hito en la historia de la música nacional. Cada noche, los asistentes fueron testigos de una puesta en escena espectacular, con un escenario 360 que permitió a Luciano y Abel conectar íntimamente con el público, sin importar desde dónde se los mirara. El repertorio también jugó un papel clave en esta experiencia inolvidable. “Es Ahora” fue la canción elegida para abrir cada show, seguida por un recorrido a dúo por los mayores éxitos de ambos artistas. Clásicos como “Y así y así”, “De solo vivir” y “Qué suerte tiene él” encendieron a un público eufórico, mientras que baladas como “Motivos” y “La llave” desbordaron emoción y aplausos.
Compromiso solidario: la música como puente para ayudar
Además de marcar un hito musical y cultural, “Es Ahora” se destacó por el profundo compromiso social que demostraron Luciano Pereyra y Abel Pintos a lo largo del ciclo de conciertos. Los artistas, conscientes del alcance de su convocatoria, decidieron utilizar esta oportunidad única como una plataforma para generar impacto positivo más allá del escenario. Una de las iniciativas más significativas fue la donación de 10,000 entradas a la Cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, con el objetivo de recaudar fondos para la remodelación del pabellón más antiguo del hospital. Esta acción no solo benefició a una de las instituciones pediátricas más importantes del país, sino que también dejó en claro la visión humanitaria que ambos artistas comparten. “La música no solo nos conecta, sino que también nos da la posibilidad de ser herramientas para algo más grande”, destacó Luciano.
El ciclo de conciertos no fue solo un éxito por su ambiciosa duración o su impecable ejecución artística; fue también una experiencia que marcó un antes y un después en la carrera de Luciano Pereyra y Abel Pintos, y en la historia de la música argentina. Durante casi dos meses, cada noche en el Luna Park fue una celebración de la música, la amistad y el encuentro con el público. Más allá de los números —con más de 219,000 entradas vendidas, un récord para cualquier artista argentino en este formato—, lo que hizo de este espectáculo algo verdaderamente inolvidable fue la conexión emocional que se generó tanto en el escenario como entre la audiencia.
“Es difícil explicar con palabras lo que sentimos cada vez que nos subimos al escenario y vemos las caras de todos ustedes. Es un privilegio, una bendición que nunca vamos a olvidar”, confesó Luciano al final de una de las funciones. Su compañero y amigo, Abel, añadió: “Esto va más allá de la música. Es una energía que se comparte, una vibración que nos atraviesa y nos une a todos”. El espectáculo, con su impresionante escenario 360 y una puesta en escena que cuidó cada detalle, logró combinar la calidez de un show íntimo con la magnitud de un evento masivo. Las canciones, interpretadas tanto en solitario como en dúo, fueron los pilares de esta experiencia, pero el verdadero motor fue el vínculo palpable entre los artistas y su público.
Más allá de lo que sucedió sobre el escenario, el legado de “Es Ahora” también está en los corazones de quienes trabajaron detrás de escena. “Cuando miras hacia atrás y ves todo lo que logramos juntos, te das cuenta de que este no es solo un proyecto, es una familia”, aseguró uno de los miembros del staff al concluir el último show. Esa familia incluyó a los más de 100 profesionales que hicieron posible cada función, desde técnicos y músicos hasta productores y personal del estadio. El impacto del ciclo trasciende las paredes del Luna Park. Para Luciano y Abel, este proyecto no solo cierra un capítulo inolvidable, sino que abre nuevas puertas para el futuro. Ambos reconocen que esta colaboración marcó sus carreras de formas que aún están por descubrir. “Esto no es un final, es un comienzo. De aquí en adelante, creo que todo lo que hagamos llevará un pedacito de este proyecto con nosotros”, señaló Abel en una reflexión final sobre lo que significó “Es Ahora”.
A medida que el Luna Park cierra sus puertas para comenzar un nuevo capítulo en su propia historia, el espectáculo de Luciano y Abel queda grabado como un evento que sintetizó lo mejor de la música, la amistad y el compromiso social. Para los fanáticos, para los artistas y para todos los que formaron parte de estas 34 noches, la frase que marcó el ciclo seguirá resonando como un recordatorio de lo vivido: “No es ayer, no es mañana. Es ahora”.
El Luna Park, un testigo de grandes historias
La relación entre el Luna Park y la música argentina siempre ha sido especial, y “Es Ahora” vino a sellar ese vínculo de una manera épica antes de que el estadio cerrara sus puertas para iniciar su remodelación. Con 92 años de historia, el Luna Park no solo es un ícono arquitectónico de Buenos Aires, sino un escenario que ha visto pasar a los más grandes exponentes del arte y el entretenimiento, tanto nacionales como internacionales. Para Luciano Pereyra y Abel Pintos, formar parte de esa rica historia fue un honor indescriptible. “Este lugar no es solo un estadio. Es un símbolo de los momentos más grandes que hemos tenido en nuestras carreras. Haber sido los últimos en cantar aquí antes de su cierre es algo que vamos a llevar siempre con nosotros”, expresó Luciano tras la última función.
El impacto emocional de este cierre fue evidente no solo para los artistas, sino también para el público y el equipo técnico que acompañó el ciclo. “El Luna tiene una magia única. Cada rincón guarda un pedacito de la historia de quienes pasaron por acá, y nosotros tuvimos la suerte de ser parte de eso”, comentó Abel, quien, al igual que su compañero, tiene una trayectoria marcada por presentaciones memorables en este estadio. A lo largo de estas 34 noches, el Luna Park vibró como nunca antes. Las paredes del mítico recinto fueron testigos de un público que coreó cada canción con pasión y de dos artistas que no escatimaron en entrega. Desde las baladas más emotivas hasta los temas más festivos, cada momento del espectáculo estuvo impregnado de una energía especial que parecía multiplicarse con el eco de las miles de voces presentes.
Pero este cierre histórico fue también un momento para reflexionar sobre el legado de un lugar que forma parte del ADN cultural de Argentina. Desde boxeadores legendarios hasta estrellas internacionales, desde actos religiosos hasta recitales inolvidables, el Luna Park ha sido un espacio donde lo extraordinario se convierte en cotidiano.
“Siempre soñé con cantar en este lugar, y haberlo hecho de esta forma, junto a Abel y ante tanta gente, es un regalo que nunca voy a olvidar”, dijo Luciano. Y es que este ciclo no solo fue un logro profesional para ambos artistas, sino también un homenaje a un escenario que ha sido fundamental en sus carreras.
Una conexión única con el público
Si hubo algo que definió el ciclo “Es Ahora” fue la inigualable conexión entre Luciano Pereyra, Abel Pintos y su público. Noche tras noche, los asistentes se entregaron por completo a la experiencia, transformando cada show en una celebración colectiva de emociones, recuerdos y gratitud. Desde el momento en que sonaba la primera nota de “Es Ahora”, el tema que daba inicio a cada concierto, se sentía una energía especial en el aire. Las ovaciones comenzaban incluso antes de que los artistas aparecieran sobre el escenario, y a lo largo de las más de dos horas de espectáculo, esa intensidad no disminuía. “La gente nos dio todo. Su apoyo, su amor, su energía. Cada noche fue una experiencia única, porque ellos hicieron que lo fuera”, señaló Abel al reflexionar sobre el vínculo creado en esta serie de conciertos.
La puesta en escena, diseñada con un formato 360, permitió que cada espectador tuviera una perspectiva cercana e íntima del espectáculo, sin importar en qué lugar se encontraba. Para Luciano y Abel, este diseño no fue casualidad, sino una decisión consciente de acercarse aún más a su audiencia. “Queríamos que cada persona sintiera que estaba compartiendo el momento con nosotros, que éramos parte de algo juntos”, explicó Luciano.
La interacción entre los músicos y el público fue otro elemento clave en esta conexión. A lo largo de cada función, Luciano y Abel no dudaron en dedicar palabras de agradecimiento y cariño a sus seguidores, quienes respondían con aplausos interminables. “Ustedes son los que hacen que todo esto tenga sentido. Gracias por estar, por ser parte de esta locura hermosa que vivimos juntos”, decía Luciano, arrancando una ovación tras otra.
En varias ocasiones, los artistas rompieron el protocolo para interactuar con los fans, bajando del escenario y recorriendo el perímetro del estadio mientras estrechaban manos, recibían regalos y escuchaban mensajes de cariño. Estos gestos espontáneos no hicieron más que reforzar el vínculo especial que los une con su público, un vínculo que fue el motor de cada una de las 34 noches.
Al finalizar la última función, el estadio se llenó de aplausos interminables, como si nadie quisiera que el momento terminara. Mientras ambos artistas saludaban desde el escenario, visiblemente emocionados, quedó claro que este no era solo el final de un ciclo, sino el comienzo de un recuerdo imborrable que quedará grabado tanto en ellos como en cada persona que asistió.