Marisa Paredes, reconocida figura del cine español, falleció a los 78 años en Madrid mientras continuaba trabajando en nuevos proyectos, según informaron medios locales. La actriz, famosa por su voz distintiva y su habilidad interpretativa, dejó un legado que abarca más de seis décadas en el cine, teatro y televisión.
Paredes es especialmente recordada por su colaboración con el director Pedro Almodóvar, con quien trabajó en seis películas fundamentales del cine español, como Entre tinieblas, Tacones lejanos, La piel que habito y la recordada Todo sobre mi madre, que protagonizó junto a la actriz argentina Cecilia Roth. Ambas se lucieron en cada una de las escenas filmadas por el manchego, donde expresaron el dramatismo que requerían tanto sus personajes como el relato de la historia.
“Pienso en tí, Marisa de mis amores...Dolor infinito. Adiós y hasta siempre” con estas palabras Cecilia Roth se refirió a la enorme pérdida de la actriz española quienes se conocieron y mantuvieron un vínculo muy cercano gracias a Almodóvar. Para ilustrar su texto, la argentina compartió una serie de postales del rodaje de otro filme del manchego, Hable con ella, en las que ambas participan con sendos cameos en la recordada escena en la que Caetano Veloso interpreta “Cucurrucucú Paloma” y donde también se aprecia a Darío Grandinetti, protagonista del filme.
Marisa Paredes además de su trabajo en España, también tuvo una destacada carrera internacional. Participó en películas como La vida es bella de Roberto Benigni y El espinazo del diablo de Guillermo del Toro, consolidándose como una intérprete versátil y respetada. Su colaboración con directores como Arturo Ripstein, Raoul Ruiz y Manoel de Oliveira la posicionó como una de las actrices españolas más internacionales de su tiempo.
En el teatro, Paredes mantuvo un vínculo constante, participando en producciones dirigidas por figuras como Lluís Pasqual y José Carlos Plaza. Obras como Comedia sin título y Hamlet son solo algunos ejemplos de su destacada presencia en los escenarios. En televisión, brilló en series como Delirios de amor y El olivar de Atocha, dejando una huella en la pantalla pequeña.
Más allá de su carrera artística, Marisa Paredes se distinguió por su activismo social y político. Como presidenta de la Academia de Cine Español entre 2000 y 2003, lideró la memorable gala de los Premios Goya en 2003, marcada por el lema “No a la guerra”. Fue una defensora incansable del feminismo y los derechos sociales, manifestándose en contra de la tala indiscriminada de árboles en su Madrid natal y defendiendo la voz de las mujeres en el cine.
En 2018, Paredes recibió el Goya de Honor en reconocimiento a su extensa y prestigiosa carrera. Su voz, grave y clara, fue un sello distintivo que la acompañó en cada papel, consolidándola como un símbolo del melodrama y la interpretación en el cine español. Su legado perdura en sus personajes, su voz y la huella que dejó en la cultura española e internacional.
Todo sobre mi madre, el recuerdo de Cecilia Roth
Todo comenzó con una llamada inesperada en medio de unas vacaciones. Cecilia Roth estaba en una quinta antigua a las afueras de Buenos Aires, rodeada de naturaleza y tranquilidad, cuando sonó el teléfono. Al otro lado de la línea, la voz de Pedro Almodóvar rompió el sosiego: “Te quería contar que estoy preparando una película sobre el vínculo de las mujeres y aunque es coral, hay una protagonista a la que le sucede todo lo que genera la historia. Es el personaje que quiero que hagas”, le dijo el director. “Después de gritar un ‘sí’ total, terminé con él y bajé por la cuesta rodando”, recordó Roth en una entrevista con la edición española de la revista Vogue.
La actriz argentina y el cineasta español se habían conocido en el Madrid de finales de los años 70, cuando ambos compartían noches, creatividad y proyectos en una época en la que el cine de Almodóvar comenzaba a perfilarse como rompedor y subversivo. Roth participó en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), el primer largometraje del director, un experimento lleno de humor negro y frescura que se convertiría en un título de culto. Sin embargo, la llamada para Todo sobre mi madre significó un reencuentro en un contexto completamente diferente.
“Fue un reencuentro en el cine, sí, pero no en la vida. Teníamos un vínculo, nos reíamos y cuando llegué a Madrid siempre salíamos juntos”, explicó Roth, subrayando que la confianza con Almodóvar nunca se había perdido. Años después de aquellas primeras colaboraciones, ambos habían madurado profesional y personalmente, y esa evolución resultó clave para el regreso de la actriz al universo almodovariano.
La película Martín Hache (1997), de Adolfo Aristarain, fue determinante para que el director manchego volviera a pensar en ella. “Creo que después de verla consideró que podía volver a contar conmigo porque la película le había gustado muchísimo”, comentó Roth con picardía. La actuación que le valió su primer Premio Goya mostró a una actriz más madura y capaz de sostener personajes complejos, algo que Almodóvar necesitaba para el papel. “Estábamos más cerca de esa actriz experimentada que de aquella niña de antes”, reflexionó.
El rodaje de Todo sobre mi madre no fue solo una experiencia cinematográfica para Cecilia Roth, sino un territorio de exploración emocional y artística en el que Pedro Almodóvar reunió a un grupo excepcional de actrices para contar una historia profundamente femenina. El filme giraba en torno a Manuela, una mujer que pierde a su hijo en un trágico accidente y decide viajar a Barcelona en busca del padre, un personaje complejo que Roth interpretó con delicadeza y potencia.
“Era un reencuentro en el set, sin duda, pero también con una manera de trabajar y con una forma de entrega muy particular”, recuerda la actriz. Almodóvar, meticuloso y exigente, logró que cada escena tuviera una carga emocional impactante, donde las actrices brillaban y se sostenían unas a otras. “Había algo que conocí, que tenía en el cuerpo y volvió a aparecer. Fue como volver a casa”, confesó Roth, hablando del universo tan personal que el cineasta había construido con su obra.
En el rodaje coincidieron intérpretes de diferentes generaciones y estilos como Marisa Paredes, Penélope Cruz, Antonia San Juan y Candela Peña, un elenco que se convirtió en símbolo de sororidad en un momento en el que las historias de mujeres aún eran una rareza en la gran pantalla. “Todo sobre mi madre marcó un territorio nuevo al ser una película con tantas mujeres. Entonces no era lo común”, reflexionó la actriz. La cinta no solo daba voz a personajes femeninos fuertes y complejos, sino que exploraba temas como la maternidad, la pérdida, la identidad de género y la amistad, con una sensibilidad que rompió moldes.
Para Cecilia Roth, el rodaje también fue un punto de inflexión personal. Tenía más de 40 años cuando interpretó a Manuela, en un momento en que la industria comenzaba tímidamente a debatir sobre el edadismo, una realidad que aún persiste. “Yo en aquella época me sentía una niña”, recordó entre risas. Sin embargo, el personaje la ubicaba en un puente crucial: “Me acuerdo de que el personaje de Manuela tenía 38 años. Yo vivía en aquel momento en el puente en el que pasas de ser la chica hot a la madre de la chica hot de la historia”, recuerda con franqueza.
El éxito de la película tuvo mucho que ver con la identificación que logró con las mujeres de todo el mundo. “Pasaba algo en el éxito de la película que tenía que ver con la identificación de muchas mujeres y también coincidió que era el inicio del siglo XXI, una época prometedora y de cambios”, comentó Roth durante la entrevista, destacando cómo Almodóvar supo capturar en su guion un espíritu universal.
A lo largo del proceso, Barcelona fue otro personaje fundamental. La ciudad, con su arquitectura y sus colores, aportó un tono vibrante y melancólico que encuadraba la travesía de Manuela y su encuentro con figuras tan entrañables como Agrado (interpretada por Antonia San Juan) o Rosa, la monja encarnada por una joven Penélope Cruz. “Recuerdo la alegría y la profundidad que se vivía en ese rodaje. Todas estábamos entregadas a contar esta historia, con una emoción que solo Pedro sabe crear”, asegura Roth, recordando aquellos días como una experiencia imborrable.
“Sentíamos que la película estaba rompiendo algo en todos los sitios a los que íbamos”, rememoró Roth. La gira internacional fue un torbellino. Desde festivales europeos hasta el gran escaparate de Hollywood, el filme se consolidó como una obra maestra del cine contemporáneo. La emoción fue creciendo hasta llegar a la cúspide: la nominación a los Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional.
“Era tan desbordante todo. Recuerdo cada minuto”, evocó Roth al hablar de la ceremonia de los Oscar del año 2000, cuando Pedro Almodóvar finalmente recogió su primera estatuilla dorada. Aquel momento quedó grabado en la historia del cine español, inmortalizado por el grito eufórico de Penélope Cruz, quien con su “¡Pedro!” emocionó a millones de espectadores. Sin embargo, para Roth, el instante fue tan humano como surrealista: “Yo internamente tenía la sensación de que íbamos a ganar. No me extrañó, aunque pueda sonar tonto y soberbio”.
Cecilia compartió una anécdota que refleja la espontaneidad de aquellos días. Justo antes de anunciar al ganador, la actriz tuvo que ausentarse de su asiento. “Una inexcusable visita al baño me hizo levantarme minutos antes. Pedro se enfadó conmigo: ‘¡Siempre te pasa lo mismo!’”, cuenta entre carcajadas. “Creo que nunca hice pipí tan rápido porque está todo controlado allí, te ponen hasta un extra para que no se vea vacío el asiento”.
Al regresar al patio de butacas, llegó el anuncio que lo cambió todo. “Fue muy fuerte el momento en el que Penélope gritó ‘Pedro’. Verlo subir al escenario fue una mezcla de orgullo y alegría indescriptible”, confesó. La victoria en los Oscar consolidó a Pedro Almodóvar en el panorama internacional y selló el lugar de Todo sobre mi madre como una película revolucionaria.
El éxito no se detuvo allí. La cinta ganó el Globo de Oro a Mejor Película Extranjera, ocho premios Goya, incluido el segundo para Cecilia Roth, y el premio del Cine Europeo a Mejor Actriz. La lista de galardones parecía interminable. “Fue como un sueño. Esos premios significaban mucho, pero lo más importante fue la conexión que la película logró con el público. Esa identificación, esa emoción”, reflexiona la actriz.
Aquel éxito fue una celebración del talento y del riesgo. Pedro Almodóvar había contado una historia de mujeres, con mujeres, para el mundo entero, y la industria lo reconoció con creces. “Todo fue perfecto, como si estuviera escrito para ser así. La película llegó en el momento justo, con los actores justos, y creo que por eso sigue viva después de tantos años”, concluyó Roth con la serenidad de quien sabe que ha sido parte de algo eterno.