Santiago del Moro, conductor de Gran Hermano, se ha consolidado como una de las figuras más destacadas de la televisión argentina. Lleva más de dos décadas de trayectoria en los medios. Desde su ingreso al ciclo en el año 2022, del Moro ha logrado conectarse profundamente con la audiencia, destacándose por su estilo de conducción. A pesar de la naturaleza impredecible del programa, su capacidad para equilibrar seriedad y cercanía ha sido fundamental para gestionar las intensas emociones y tensiones de los participantes en cada edición.
Este lunes, el ciclo llega con nuevas sorpresas, propuestas que seguramente van a generar impacto a lo largo del programa. Sin embargo, lo que sigue siendo parte del corazón de Gran Hermano es el rol de del Moro como el rostro y la voz que guía al reality.
A lo largo de su carrera, el conductor ha demostrado un conocimiento profundo de cómo funcionan este tipo de formatos y las dinámicas de convivencia. Sabe cómo sacar lo mejor de los participantes en momentos fundamentales, enfrentándolos a preguntas difíciles o revelando secretos y nominaciones con una naturalidad que cautiva al público.
Una de las claves del éxito de Gran Hermano bajo su conducción ha sido su habilidad para adaptarse a las constantes transformaciones del reality. Desde su llegada al ciclo, ha sido testigo de varias modificaciones en las reglas del programa, y logró sostener esos cambios sin perder la esencia del formato y de su personalidad.
Además de su destreza al frente de las cámaras, Santiago logró conectarse con un público más joven y digitalizado. Gracias a su presencia en redes sociales y su interacción en vivo con los seguidores del programa, pudo mantener la relevancia de Gran Hermano en un contexto en el que las plataformas de streaming y las redes sociales juegan un papel fundamental en la difusión de contenido.
—¿Qué vamos a ver de distinto en este Gran Hermano?
—La magia que tiene GH es que ninguno tiene que ver con otro. Básicamente porque los jugadores que entran son otras personas. Y cuando entran diferentes personalidades, distintas maneras de ver la vida, de jugar, temperamentos, todo eso lo convierte en un nuevo programa. La riqueza está en el casting. Es una búsqueda de mucha inversión en gastos de producción, fue una preselección abierta durante varios meses. Equipos de trabajo que recorrieron el país. Es espectacular y me tiene muy entusiasmado.
—¿Ya pudiste ver algo de esa selección de personalidades?
—Absolutamente todo. Yo todavía no sé bien, porque a mí me presentan la barrida final. Son 30 personas seleccionadas. De esas 30 van a entrar 24. Es decir, seis quedan afuera.
—Gran Hermano siempre está en movimiento...
—Claramente, hay cosas que se van sumando, transformando. El primero que conduje era un programa que acá estaba como de alguna manera mal visto por las agencias de publicidad, por los sponsors, no nos confiaban mucho, tuvimos que ir a hablar con los distintos clientes, fuimos a varias convenciones, además porque es un trabajo que requiere de un gran presupuesto. Lo logramos y volvió con todo. Trajo gente a la televisión que no estaba, se generó un fenómeno 360, una plataforma muy interesante. La segunda temporada era ver también cómo íbamos a estar a la altura de las circunstancias después de todo lo que había pasado en la primera. Me gustó mucho que el segundo ciclo no tuviera absolutamente nada que ver con el primero. Y a medida que fueron pasando las ediciones se les agregaron cosas. La primera fue más Cris Morena, la segunda fue más Tumberos (se ríe).
—¿Esas modificaciones y agregados tienen que estar avalados por Gran Hermano o la producción argentina puede sugerir?
—Gran Hermano tiene una ‘Biblia’, con un formato que se respeta. De hecho, este programa tiene una convención anual. Nosotros en la última ganamos como la mejor edición. Es así, se juntan todos los equipos del Gran Hermano del mundo, y se vuelcan ideas. Este programa es un estudio de mercado de cada país donde se emite en más de 80 países, es como una locura. Pero cada cosa que vamos a hacer, una modificación, una propuesta nueva, se eleva a la empresa madre que es la dueña del formato y ellos son los que aprueban o no. Es un formato internacional que hay que respetar y aceptar los condicionamientos. La casa, el estudio, todo tiene que ser avalado, es decir, mandan a una persona que viene y fiscaliza absolutamente todo.
—¿Cuántas personas trabajan alrededor de GH?
—Directa e indirectamente trabajan más de 500 personas. La casa nunca para. Desde del día del debut hasta el último día. Son grupos que se van turnando, digamos, pero nunca frenan. El fin de semana no hay fiesta, ni vacaciones, ni nada. Y eso termina el día que termina. Es un programa que requiere mucha gente y es un programa muy caro, son tres equipos que nunca se detienen.
—¿Dudaste en tomar otra vez la posta?
—No. Gran Hermano es un formato que estaba de moda, lo elegí cuando me vino a ver Telefe, en ese momento estaba haciendo MasterChef . Después el canal me dice ‘bueno, vamos a ir por acá...’. Y obviamente todo esto fue una idea de la cúpula de Telefe. Se fue dando naturalmente. Gran Hermano reúne todo un poco lo que yo he hecho, porque aparte es un programa que todos los días es distinto, la gala en vivo con mil personas en un estudio, un debate, hablar con los chicos que vemos cada día y cada momento, cada instancia de la casa va teniendo sus matices, su cuota de compromiso con el conductor. Y lo que yo intenté es darle el toque personal a un programa que ya estaba visto. Mucha gente también nos decía ‘esto no va a funcionar en época de redes, la gente no va a ver esto, ya no ven televisión’ y todas esas pavadas. Yo soy un amante de la tele, un defensor de la causa. Y detesto cuando alguien dice, a modo de pose, que no mira televisión, y mucho más si trabajan en ella. Si vos lo que querés es lastimar la mano de GH, lo que tenés que hacer es no hablar. Pero a esta altura, hablar bien o mal ante semejante formato que es tan popular... estamos hablando de un éxito absoluto.
—¿Tendrás otra participante como la polémica Furia?
—Ella fue una buena jugadora que va a quedar en la historia. Furia es una artista y una fanática del programa. Yo amo a la gente. Amo el tipo de jugador que entra porque le gusta el programa y va a darlo todo. Hay que resistir. Es un juego donde interviene todo, la mente, el corazón y el carisma. Cada uno tiene su propia estrategia. También el programa tiene una cosa muy de club de fútbol. La gente hincha y se vuelve fanática por algún participante. Te putean por algún comentario de algún integrante, se vuelven locos por lo que yo digo. Pero pará... es solo un programa de televisión. GH mueve pasiones.
—¿Qué serías para Gran Hermano?, ¿el gran ojo de pez?
—Es muy complicado, porque primero yo tengo que contener a los chicos que están adentro de la casa. Chicos y no tan chicos que están adentro de una casa, aislados de todo. Es muy difícil contener a alguien que extraña o que le pasan un montón de cosas a través de una pantalla. Yo no puedo acercarme, no puedo entrar. Intento todo el tiempo darles mucho estímulo. Y siempre me pongo en el lugar de cómo me hubiera gustado que me trataran a mí si estuviera en el lugar de ellos. Cuando me tengo que poner firme me pongo severo, cuando hay que ser el más copado, lo soy, sobre todo por respeto a las reglas. Como digo siempre, por las buenas todo, por las malas nada.