Cha Cha Cha fue uno de los programas televisivos que cambió la manera de hacer humor durante los 90. Si bien apagó los reflectores en 1997, un montón de figuras y personajes entrañables lograron permanecer en el corazón de su público. Ahora, tras su regreso en su versión teatral, uno de los integrantes del elenco original, Lito Ming, volvió a despertar la curiosidad de sus fanáticos. A sus 60 años, Ka Ming Ng, el verdadero nombre del cómico, supo demostrar en el escenario la vitalidad que lo caracterizaba décadas atrás y, una vez más, despertó el cariño de los seguidores luego de mantenerse alejado de los medios por un largo tiempo.
En diálogo con Teleshow, el actor que encarnó personajes como el ventrílocuo Machete y Ricardo Bekenbagüer en el sketch Aprendiendo Alemán, disipa todas las inquietudes sobre su paradero que surgieron entre los fanáticos del ciclo de culto. En este tiempo fue dado por muerto, se lo confundió con otras figuras del elenco y le atribuyeron profesiones inesperadas. Por eso, nadie mejor que él para contar su propia historia: “No hay que dar nada por sentado en esta vida. Siempre estoy cuando me llaman”, advierte el nacido en Hong Kong. Y se dispone a contar su historia, desde antes de Cha cha cha hasta cómo regresó al ojo público luego de un largo tiempo viviendo, literalmente, en el fin del mundo.
A temprana edad, Ming llegó al país junto a su familia con el objetivo de encontrar un nuevo rumbo a principios de la década de 1970. “Viajé desde Hong Kong junto a mis padres y mis tres hermanos menores, dos chicas y un varón. Fue bastante difícil, ya que no conocíamos el idioma ni las costumbres, en especial para un nene de tan solo nueve años”, recuerda sobre aquel tiempo, medio siglo atrás, en un mundo desconocido. Esta parte de su historia, al fin y al cabo, es como la de tantos inmigrantes. “Nos anotaron en un colegio bilingüe, y eso nos facilitó mucho a la hora de desenvolvernos porque antes no teníamos manera de comunicarnos con otros. Afortunadamente, mi papá tenía unos amigos en el Once, donde nos asentamos y ellos trabajaban”, agrega.
“En la escuela conocí a gente de mi edad y formé un grupo. Sin embargo, no era para sencillo como en la actualidad que las redes sociales y la tecnología te facilitan formar vínculos pese a los obstáculos”, señala respecto al cambio cultural que afrontó con sus hermanos. “Terminé el secundario y me llamó la atención una carrera de dirección de fotografía, pero, para sorpresa de muchos, nunca estuve vinculado con el mundo de la actuación”, agrega el humorista, quien explica que en realidad su hermano menor fue el que sintió el llamado por esa vocación.
Sin embargo, los caminos de la vida lo llevaron a parar ante uno de los proyectos más icónicos de la televisión. “Fue mera casualidad. Mi hermano tenía un contacto en un complejo deportivo donde Alfredo iba a realizar actividades. Entonces, le surgió la oportunidad de sumar a alguien para Cha Cha Cha y él me sugirió a mí”, comenta Lito, quien todavía no era conocido así. En algún momento de su incorporación al elenco, recibió el apodo que lo acompaña desde entonces. “Era mucha improvisación y, en un comienzo, no tenía un personaje fijo, aunque debo admitir que me divertía un montón. No tenía un sketch preferido o un momento en particular que me gustara más, simplemente me gustaba trabajar ahí. Además, formé un gran vínculo con mis compañeros que se sostengo hasta la actualidad, y se vio cuando nos volvimos a reunir”.
Su rostro y nombre quedaron plasmados en la memoria de miles de televidentes que disfrutaban de sus cómicas participaciones, siendo una de estas sus fallidos intentos de conquistar a una dama con la ayuda de Alfredo Casero desde un walkie-talkie. Pero un día, de manera inesperada, desapareció de la pantalla chica, dando lugar al misterio y a una serie de teorías y noticias falsas sobre su paradero: “El programa terminó y yo necesitaba un ingreso constante para mantener una vida estable y pagar mis gastos”, aclara Ming. Si bien realicé algunos trabajos en pequeños proyectos acá y en Chile, lo cierto es que me surgió una oportunidad como un administrativo en una fábrica en Ushuaia y me fui a vivir allá”.
“Era un muy buen sueldo y me daban todo lo que necesitaba para establecerme en Tierra del Fuego. Además, tenía la certeza de que todos los meses iba a cobrar la misma cantidad de dinero, que no me iba a faltar nada”, justifica el actor. “Por si fuera poco, podía ir a Buenos Aires cuando quisiera, para visitar a mis hermanos y a mis amigos. También pude viajar varias veces a Hong Kong a visitar a mi madre, a quien voy a traer definitivamente a que viva en Argentina en el verano”, suma, entusiasmado por ese empleo que logró ponerle un balance en la cotidianeidad.
Con una vida tranquila en el sur del país, Ka se estableció por completo y disfrutó de esos años donde, además, despertó en él el deseo de ayudar a sus vecinos a través de la política y participó de las elecciones 2023. “Hace tiempo estaba militando en el Movimiento Evita y me consultaron si quería sumarme en el listado de candidatos para concejal. Vi en eso una oportunidad de ayudar a mis conocidos, solucionar sus inconvenientes y contribuir a la sociedad de otra manera”, recordó respecto a ese pasado desconocido para sus seguidores. Y sumó: “No llegué a ganar, pero eso no me desanimó. Además, el sector del partido donde estaba no me convencía mucho. Así fue mi breve paso por la política, pero nunca doy nada por descartado”.
Pero luego de la derrota electoral, la vida le tenía guardada una sorpresa, cuando le llegó la oportunidad de volver a sus orígenes: hacer reír a la gente con sus personajes y sus ocurrencias. Pero esto no se dio detrás de los bastidores de un teatro, o las oficinas de un canal de televisión, sino de una manera inimaginable. “A principios de año, Alfredo me empezó a buscar por las redes sociales y el productor de la obra, Giuliano Bacchi, me encontró a través de mi perfil de Facebook”, comenta, y se va entusiasmando a medida que relata este reencuentro inesperado.
“Estaba muy entusiasmado porque iba a reencontrarme con compañeros como Fabio Alberti y Romina Sznaider, que no tenía contacto hace mucho tiempo. En cambio, a Casero lo había visto cuando estrenó su película en el Konex, Cha3Dmubi, en el Cha Cha Cha Fest, en 2015. Parecía que el tiempo no había transcurrido porque la relación con todos estaba intacta”, asegura Lito, sobre la química que se refleja sobre las tablas del teatro Metropolitan.
“La preparación fue diferente a lo que hacíamos en la televisión. En ese entonces, teníamos técnicos, camarógrafos y directores que cuando algo salía mal cortaban la grabación y la volvíamos a realizar. En cambio, en el teatro cualquier error es perceptible, pero creo que el público se ríe igual en las funciones”, dice en alusión a la obra teatral en la que participa en la calle Corrientes. “Hay algunas ausencias, como Diego Capusotto y Rodolfo Alacrán Samsó, incluso Daniel Marín con quien realizaba varias escenas y falleció. Sin embargo, la esencia era la misma”, detalla respecto a las figuras que no se sumaron a esta vuelta. “El éxito de este regreso es impresionante”, destaca, con el brillo en la voz de quien vuelve a sentir las emociones del pasado.
Lito siente esta experiencia como un resurgir de su vida artística. “No tendría ningún problema en sumarme a un trabajo similar a este. Estoy abierto a cualquier posibilidad y no tengo drama en probar nada”, enfatiza, como para que no queden dudas. Y ante la posibilidad de emprender nuevos caminos en el rubro, se refiere a la tendencia actual del streaming. “Está muy de moda, todo el mundo lo está haciendo. Me gustaría participar en uno y, si me lo proponen, no tendría problema. Sin embargo, yo no tengo ningún tema para hablar”, explica. A su vez, también la comedia stand-up también llama su atención: “Me parece buenísimo y voy a ver a humoristas de ese estilo bastante seguido. Es una nueva manera de hacer humor, ya que cambió bastante de lo que realizábamos en los 90 y, si nos queremos ir más atrás, al estilo que caracterizaba a Alberto Olmedo y Jorge Porcel”.
Los tiempos actuales y la reinvención del humor se meten en la charla: “Hay muchas que no se pueden realizar en la actualidad. Está todo mucho más censurado y se perdieron algunos detalles con el pasar del tiempo”, reflexiona Lito. “Sin embargo, este estilo que consiste en un monólogo de una hora me llama mucha la atención. No es lo mismo, pero me encanta. Sin embargo, es mucho más difícil y no sé si podría realizarlo pese a mi experiencia”, admite con humildad. “Lo mío es la improvisación. Para eso, necesitaría realizar unas clases de actuación para presentarme con total confianza y lanzarme a un proyecto de ese tipo”, explica. Y antes de despedirse, deja una sentencia de tono esperanzador: “Pero ninguna puerta está cerrada para las oportunidades”. Como prueba de sus palabras está su propia vida: de inmigraciones, golpes de suerte, migraciones y cambios de timón, dispuesta siempre a regalarle una aventura más.