En una entrevista para + Entrevistas (La Nación +) conducida por Luis Novaresio, Laura Esquivel habló de la profunda depresión que sufrió hace algunos años. Incluso confesó, de manera solapada, que en esa época pensó en quitarse la vida. Me pareció escuchar que en un momento por ahí no sabías si seguías viviendo”, le planteó el conductor. “Sí, sí. Yo lo tomo todo esto con naturalidad cuando te lo digo porque es parte de mi vida ya”, respondió la actriz que protagonizó Patito Feo.
“Estuve en un momento súper oscuro, después de mi ansiedad, cuando empecé terapia, a mis 20, 22... Yo entré en una depresión, súper grande, durante un año. Y que no entendía qué era lo que me pasaba. Entré en un tratamiento con medicación y demás, por un año y pico. Si no hubiera sido quizás por haber entrado en esa medicación, en ese momento, yo no sé...”, agregó Esquivel al respecto y de cómo pudo ir torciendo de a poco esa cuestión.
“Porque imaginate que yo no hablaba las cosas. Había empezado a hablar de a poquito con mi familia de lo que me pasaba. Entonces, haber podido agarrar el teléfono en el momento en que peor me sentía, para llamar a mi papá y decirle que no estaba bien, para mi fue uno de los mayores logros de mi vida. Cada vez que estés pasando por un mal momento... Es verdad, muchas de las personas que están tan mal con uno mismo no comunican, no dicen lo que les pasa. Y es muy difícil leerlas. ¿Viste que es re normal?”, dijo luego como introducción a dar una especie de consejo a quien estuviera escuchando y se sintiera identificado con su historia.
“Entonces, si sentiste que pudiste levantar el teléfono, hacelo. Llamá a quien quieras: llamá a tu amigo, a tu vecino, a tu tío, a tu hermano. Llamá, pedí ayuda. De ahí empieza otro camino diferente”, cerró la actriz.
En octubre pasado, Esquivel había contado sobre estos episodios en conversación con Teleshow. “Siempre me di cuenta que tuve una personalidad ansiosa, nerviosa, capaz mucho más sensible que la de otras personas. Entonces desde chica tuve varias anécdotas o situaciones en las que sentí ansiedad. Pero el momento donde para mí todo se desmoronó fue un día en que estaba en mi casa. Ya era más grande, tenía 23 años y estaba viviendo sola. Me acuerdo que me empecé a sentir muy mal, tenía sensaciones raras, y dije: ‘Tengo que llamar a mi papá'. Lo llamé y le dije: ‘No sé qué me está pasando, hace bastante que estoy así y necesito que me des una mano, que me ayudes’. Me acuerdo que vino a buscarme y tuvimos una charla sobre lo que me estaba pasando, yo estaba muy angustiada por la ansiedad y por los ataques de pánico. Entonces me recomendó a un médico, colega suyo, porque mis dos papás son médicos, y fui a verlo”, dijo en esa ocasión.
“Le conté todas estas sensaciones que tenía. Así que la otra ayuda que tuve fue haber ido al consultorio de un psiquiatra, a quien aprecio mucho también, porque fue muy amable conmigo. Yo tenía mucho miedo de ir a verlo, porque todavía sigue estando muy estigmatizado el tema de tomar medicación psiquiátrica, y me acuerdo que sentí mucha culpa. ‘¿Cómo puede ser que con la familia que tengo y los valores que me dieron yo esté tan rota?’, pensaba. La tercera ayuda fue empezar a hacer terapia, de la mano de este médico que me abrió las puertas para hacerlo con otra especialista. Y otro eslabón muy importante en mi vida fue mi pareja, Facundo (Cedeira). Él fue muy clave. Es una persona muy luminosa, que llegó a mi vida casi sin querer”, agregó.