“Andá a la mierda”, soltó Mirtha Legrand, con una sonrisa y casi sin advertir lo que había dicho o, por el contrario, esta vez lo manifestó sin necesitar de fingir pudores. Su exabrupto lo lanzó en su programa cuando le preguntaron por qué se negaba a volver al cine: terminó diciendo que le parecía “horrible” que la pantalla grande solo pudiera ofrecerle papeles de “viejecita”. Ella, ejemplar único en el mundo de una industria audiovisual que siempre privilegió la juventud y las “caras nuevas”, a los 97 años le sigue haciendo “ole” al “viejismo”, la discriminación y prejuicios hacia las personas mayores. Solo un vistazo de zapping a nuestra pantalla nacional: mujeres experimentadas del espectáculo están al frente de las apuestas televisivas fuertes de Telefe y El Trece.
Mujeres activas, convocantes y hábiles para moverse entre lo artístico y lo mediático. Conductoras como Carmen Barbieri y Georgina Barbarossa aparecen al frente de ciclos en los que ponen todo su “taco gastado” al servicio de magazines: pueden hablar del último paro de transporte, como de los conflictos maritales de Wanda Nara y Mauro Icardi, entrevistar a un participante de un reality show, a un almacenero y volverse ellas mismas protagonistas de la noticia. Siempre al servicio de lo que el aire demande.
La semana pasada presentó un caso raro, pero significativo. Carmen se duplicó en la grilla de El Trece y desde el lunes está al frente de dos propuestas en la misma pantalla. A la animación de Mañanísima le sumó la de Pocos correctos, ciclo que arrancó con el Pollo Álvarez y el Chino Leunis al frente y renació con la capocómica, exvedette y actriz a la cabeza. Cercanas con Georgina a cumplir 70 años, las animadoras parecen más en carrera que nunca en una industria que siempre fue impiadosa con la vejez y en especial con las mujeres.
En La Sustancia, película que ganó en el Festival de Cannes como Mejor Guión para su también directora Coralie Fargeat, Demi Moore protagoniza el papel de su vida a sus 62 años por el que es aclamada. Con conexiones autobiográficas, la actriz encarna a una exestrella devenida en conductora de un programa de fitness que es jubilada por su canal para reemplazarla por una mujer “más joven y atractiva”. El filme, sin spoilers, escandalizó por sus imágenes crudas: el cuerpo desnudo de la protagonista de Ghost, la sombra del amor y Acoso sexual generó tanto impacto como el monstruo en el que se convierte en su búsqueda de una piel tersa y un culo turgente.
Tenía que ser Moria Casán. Sin horas de aire televisivo, pero desde el streaming en su programa Nave Nodriza en el canal Picnic extraterrestre, a los 78 años su lengua karateca y su capacidad de generar debate, y en el camino abrir mentes, siguen intactas. Entrevistó a Pato Galmarini (81), su novio, y lo llenó de preguntas sobre cómo fue la primera vez que tuvieron sexo para terminar abriéndose sobre cómo es la intimidad en la tercera edad. Y sí, habló de miedos, de Viagra, pero también habló de sensaciones y sentimientos. “Es todo hermoso. A mí me da una profunda ternura y es como una amplificación de todos mis sentidos, mucho más que cuando estaba en pleno hormonazo”, resumió, siempre atrevida.
La vigencia de La One es total. Lali Espósito le dedicó su hit “Quiénes son?” y artistas urbanos como Ca7riel & Paco Amoroso o creadores como los españoles Javier Ambrossi y Javier Calvo, creadores de series como La Mesías y La Veneno, se reconocen sus fans aún cuando, posiblemente, desconozcan quiénes fueron Petit, Marrone y que “vengo del blanco y negro”, como ella misma bromea.
Netflix anunció que está en marcha una serie biográfica sobre Moria con Armando Bo como showrunner. “Ellos me convencieron, pero no me hice rogar tanto. La recompensa era buena”, esbozó, en LAM sobre su contrato. Porque si el mundo es capitalista y las personas de la tercera edad son el descarte de este (se cree que en 2050 el 80% de la personas mayores vivirán en países de ingresos bajos y medianos, según informa la Organización Mundial de la Salud), que una señora de más de 70 se plante para contar su vida, una que tiene todos los elementos de un coctel de controversia, cultura pop y clima de época, y que por esta desembolsen miles de dólares no deja de ser una gran provocación para algunos.
A los 80 años Susana Giménez regresó con su show en Telefe y ni siquiera sus despistes, ya clásicos y parte constitutiva de su ADN de diva, pueden apagar su irradiante carisma. A sus pies María Becerra, como Lali y Nathy Peluso, la veneraron. “Gracias por todo lo que nos inspiraste todos estos años y todo lo que nos seguís inspirando”, le dedicó la intérprete de “Vivir así es morir de amor” y “Mafiosa”, tomada de su mano.
“Pertenezco al mayor sector de la población discriminada de la Argentina, somos casi 10 millones de ancianos que sufrimos el acoso del ´viejismo´. Y esto tiene que ver con muchos motivos; uno de ellos, es el hecho de entender la imagen de la vejez como algo oscuro. El viejo o la vieja son personas deprimidas, aburridas, que dicen cosas que no interesan, cuya principal actividad es esperar. Ya sabemos esperar qué”, resumió Pacho O’Donnell, en noviembre del año pasado en una entrevista con Infobae, tras la presentación de su libro La nueva vejez, ¿La mejor edad de nuestras vidas? (Editorial Sudamericana).
En el programa de su debut de este año, Susana recibió una frase con malicia de boca de Cristian Castro. “¡Felices 80 años!”, le arrojó el cantante, vestido de traje satinado en blanco y amarillo pato. “¡Qué horror, Cris!”, se espantó la conductora, pero le bastaron dos segundos para dar una respuesta acorde a aquello que en 1970 trazó Simone de Beauvoir. “La vejez es un destino”.
“Es así. Qué vamos a hacer. Lo digo y hay que disfrutarlo porque en la vida nos va a pasar a todos y si no nos sucede, es porque partimos. Así que es mejor que pase”, terminó soltando la diva de los teléfonos, con resignación pero también con sabiduría. Tal vez los 70, los 80 o los 90 no sean “los nuevos 40″. No tienen por qué serlos.
“Hoy los viejos somos los revolucionarios”, sentencia la filósofa Esther Díaz desde la actualidad. Algo que en 1980 Jean-Paul Sartre tenía bastante claro. “La vejez es una realidad mía que no siento, pero que los otros sienten. Me ven y dicen ‘ese viejo’, y son amables porque pronto moriré: los otros son mi vejez”, decía. A estos otros, Moria Casán siempre tiene unas palabras para dedicarles. ¿Quiénes son?