Desde los tiempos iniciáticos de Los locos de la azotea hasta la actualidad, la radio en Argentina evolucionó a pasos agigantados, pero pocos programas rompieron esquemas como Aquí Radio Bangkok.
El ciclo debutó el 23 de abril de 1987 en la Rock & Pop y apagó sus micrófonos el 8 de septiembre de 1989. Conducido por Lalo Mir y creado junto al disc jockey y periodista Bobby Flores, el artista plástico Douglas Vinci, cuyo verdadero nombre es Carlos Masoch, el entonces musicalizador y posterior director de la radio Enrique Quique Prosen, y los operadores Guillermo García y Alberto el Chino Chinen. No tardó en destacarse por su humor ácido y su creatividad sin límites, que le permitía recrear noticias de todas partes del mundo. Si eran reales o imaginarias -todavía no se utilizaba el término fake news- quedaba a criterio de la audiencia de un programa entre el delirio y la sensatez, reflejo de su tiempo disruptivo, y en el que la curaduría de la musicalización representaba el otro sostén diferencial.
A 37 años de su inicio, Lalo y Douglas aceptan la invitación de Teleshow para recordar algunos de los momentos más icónicos de este programa de culto. Ubicados ficticiamente del otro lado del planeta, y con noticias que a más de uno le hacía replantearse lo que escuchaban, sacudieron el rubro radiofónico y lo pusieron patas arriba. “Era todo un disparate, humor ácido, mucha ironía y sátira. Nos pasaban varias cosas. Estábamos corridos como dos pueblos”, analiza Lalo con su voz inconfundible. Y desanda el camino que lo llevó hasta Bangkok.
“Desde 1982 a 1985 hice 9 PM en Radio del Plata y cuando terminó me tomé un año sabático. En ese tiempo viajé bastante, trabajaba en Chile y para fines del 86 habíamos quedado con Daniel Grinbank que iba a estar en la radio”, rememora Lalo. Al comenzar el proyecto en la Rock & Pop, él trabajaba solo, y con el tiempo se sumaron Bobby y Quique, quienes estaban “en un segundo plano frente al micrófono como una compañía” y, más tarde, Douglas: “El antecedente mío era 9 PM con Elizabeth Vernaci, y, si bien tenía su locura, era más serio”, compara el hombre de San Pedro. “Nuestro ciclo también empezó con esa estructura, pero lo fuimos deformando con el pasar de las semanas y le dimos un toque único”.
Consultado por este medio, Vinci describe cómo se fue formando el equipo. “Nos conocíamos desde antes. A Lalo primero como oyente de Radio del Plata y después coincidimos en inauguraciones de pintura. Y a Bobby en las oficinas de Tom Lupo que editaba la revista Twist y Gritos, y, además, ambos escribíamos ahí. Luego nos encontrábamos seguido en las oficinas de Daniel Grinbank, donde yo diseñaba las producciones, revistas, afiches, discos. Dejé el lugar donde trabajaba y me sumé al proyecto”. El relato de Douglas da cuenta de una coincidencia de nombres y lugares en los que había que estar. Y destaca en su relato la importancia de los operadores García y Chinen, quienes fueron parte fundamental para poner en marcha ese proyecto que arrasó con los números de audiencia.
Desde sus primeros meses, el programa comenzó a romper con las normas establecidas en la radio. Douglas repasa el proceso creativo en un escenario en el que no había límites: “Todo fue azaroso, era como tener un papel en blanco y llenarlo de ocurrencias. Todos los días había algo nuevo, Una vez, Lalo tenía que decir la hora oficial y en ese momento lo que se decía en la radio, era verdad. Eran las 10, pero él afirmó enfáticamente que eran las 10.45. Se imaginarán el lío que se generaba entre los oyentes”.
Lalo explica que el programa operaba en una “realidad simulada” y que surgió como una mezcla de inspiraciones. Desde Radio Colonia, que escuchaba su padre durante los golpes de Estado, hasta la película Emmanuelle, ambientada en la capital de Tailandia. “Así apareció esta idea de decir que estábamos en Tailandia, leíamos los diarios como si vinieran de otras partes, jugábamos con el horario e incluso cambiábamos la temperatura, los pronósticos del clima, entre otras cosas”, recuerda el locutor. De esta forma, los personajes y las situaciones inventadas, lograban una verosimilitud que confundía a los oyentes.
“Siempre fue un juego, algo lúdico que nos fue llevando el devenir de cada día y generó impacto porque las personas no estaban acostumbradas a que alguien les dijera que estaba nevando cuando había sol. Y, de alguna manera, fuimos influidos gracias a grandes fenómenos de la prensa, como la revista Humor, o programas de televisión como Semanario Insólito y La Noticia Rebelde”, concede Mir. “Esto abrió las puertas a un mundo en que la radio podía entrar al territorio de la ficción y emular la realidad”.
Entre los personajes más recordados, Lalo menciona a División Entel, una sátira a la popular serie de entonces División Miami: “Era una cuadrilla que se llevaba a arreglar teléfonos y le robaba a la gente”. Vinci complementa sus recuerdos con anécdotas como “las vacas que comían marihuana, en la que le preguntábamos a los oyentes cuánta cantidad tenían que comer para que se pongan re locas, y ellos contestaban cualquiera, era un disparate”. A estas desopilantes ocurrencias se le sumaban personas como el portero García, Cacho de Castelar, Asdrúbal Kakakian, y hasta segmentos como “La bolsa del Cirujeo”.
Incluso el programa se destacó por la sección en la que, en vez de dedicar canciones, dedicaban un “vómito”. “Parecía salido de Hollywood, como si lo tuvieras en la oreja”, recuerda Lalo a este medio, con una gran carcajada. Por si fuera poco, este tipo de efecto dio lugar a una particular situación que le ocurrió a un taxista, que tuvo que alterar su rutina. “En medio de un viaje, al auto del hombre subió una mujer que se sentía mal y que le pidió que la llevara en al hospital. De camino a este, escuchó la radio con eso y se le descompuso”, evoca.
En ciertas ocasiones, sus bromas traspasaban los límites y no eran vistas con buenos ojos, pese a que sus intenciones eran divertirse tanto ellos como a su audiencia. Explica Vinci: “En esos tiempos funcionaba el comisariato del COMFER (Comité Federal de Radiodifusión), todavía en democracia existía la censura, e intentaban imponer lo que se debía decir y lo que no. Pero nosotros íbamos para adelante, como era costumbre”, dice, orgulloso de la obstinación. “No solo recibíamos quejas por parte de oyentes, sino también otras barbaridades, como que en algunos sitios no se le permitía escuchar a esos trastornados, quejas, denuncias y multas que se tenían que pagar”.
Sosteniendo esa línea, Mir aporta su punto de vista: “Nunca fue nuestra intención que la gente se creyera que era cierto. Sin embargo, muchos lo hacían. Nosotros leíamos una noticia que aparecía en el diario, la exagerábamos y cambiábamos datos para que se convirtieran, de pronto, en hechos catastróficos”, En ese marco, recuerda una de las parodias que les trajo problemas: “Una vez se nos pasó de las manos cuando personificamos una noticia dramática de un hombre que se intentó suicidar en Congreso y lo salvó la policía agarrándolo de los pelos. Salimos al día siguiente, representándolo, y apareció su hija, que se mostró no solo impactada sino muy enojada. Le pedimos disculpas y, desde ese momento, no hicimos humor con sucesos que ocurrían cerca, sino con diarios de otros lugares”.
A pesar de haber cosechado un gran éxito y posicionarse entre uno de los programas más escuchados de ese entonces, el fin se les presentó de manera abrupta. Así lo relata Lalo: “Fue una decisión de Grinbank, pero no en su totalidad, sino por parte del contrato que tenía con los dueños de la radio... Se terminó, la Rock & Pop volvió a ser una emisora solo de música y los locos desaparecimos por algún tiempo, aunque luego resurgieron por otro lado”. El conductor recuerda cómo se sintió al recibir la noticia mientras trabajaba en Chile: “Esta decisión fue como un balde de agua fría. Me llamaron y quedé completamente impactado”. Por su parte, Vinci, intenta encontrarle una explicación a la decisión: “Se debió a múltiples causas, entre ellas que había mucha presión de la Iglesia y de hombres de bien”.
Sin embargo, Aquí Radio Bangkok no quedó en el olvido. No solo se mantuvo en la memoria colectiva de la sociedad, sino también en la de sus creadores. A finales de 2020, plena pandemia de Coronavirus, sus integrantes se reencontraron en una modalidad híbrida en ¿Quién paga la fiesta?, emitido por la emisora que los vio nacer. Y, dos años más tarde, de manera presencial, al ser homenajeados por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, que los distinguió por su labor en el rubro en su 35° aniversario. Pero si bien no hay dudas de lo que significó el programa y de su carácter disruptivo en aquel tiempo y espacio, ninguno piensa en un retorno desde la actualidad.
“No he pensado volver a revivir el ciclo”, admite Lalo. “Si bien lo hemos charlado con los otros integrantes, lo cierto es que siento que fue algo que ocurrió una sola vez. Desde ese entonces, la radio cambió y hoy no tendría la misma gracia. Fue un fenómeno del momento y es mejor quedarse con esa idea y que siga la vida”.
La actualidad pasa por el fenómeno del streaming, un formato al que hace un tiempo también adhieren las emisoras tradicionales de radio. “Mucho no me agrada. Siento que le quita ese misterio de darle humanidad a las voces”, reflexiona Douglas. En cambio, Lalo se muestra un poco más positivo a estos cambios. “Es una mezcla de la radio y televisión... La radio continúa funcionando en todo el mundo y sigue siendo una industria bastante potable. Siempre se dijo que un medio nuevo que aparecía mataba al anterior. Cuando llegó la radio iban a morir los diarios y nunca lo hicieron, lo mismo pasó con la televisión, con las FM... Pero todo se complementa y sigue su rueda”, concluye el periodista, y pone la rúbrica al recuerdo de aquel ciclo plagado de humor ácido, disparates e irreverencia que dejó una huella indeleble en el dial de los argentinos.