Hay productos culturales a los que les toca un rol supremo dentro de la sociedad en la que emergen, casi un rol anticipatorio. Y esto fue lo que ocurrió con la serie “Iosi, el espía arrepentido”. Fue mucho más que un hilo rojo que conectaba historias, fue una pieza audiovisual fundamental en clave de anticipación a los tiempos socio históricos que llegaron para quedarse.
Cuando en 2019 el cineasta Daniel Burman -casi por casualidad- descubrió el libro homónimo de la serie -de los autores Miriam Lewin y Horacio Lutzky- además de quedar conmovido por los personajes y los hechos dolorosos que allí se narraban (la voladura de la Embajada de Israel y la AMIA, entre otros ) una de sus grandes dudas era si, en aquel momento, hablar de antisemitismo -tal vez- iba a quedar demodé.
Dos años después -cuando se empezó a rodar Iosi- aquel enfoque cambió radicalmente: tratar el antisemitismo resultó imprescindible para tener claves de comprensión ante un mundo que “pareció” al decir del propio Burman haber cambiado.
Una sucesión de hechos sangrientos fueron escalando hasta hoy, el ataque terrorista del grupo Hamas en territorio israelí, donde asesinó a más de 1.200 personas, más de 250 fueron secuestradas y llevadas a Gaza y otras violadas, la proliferación de discursos del odio en la política y en distintos países del globo, y el comirnzo de la guerra en la Franja de Gaza entre Israel, Palestina e Irán.
Todo esto fue el marco de época que amplificó el mensaje de Iosi. Y por eso mismo, el impacto de la serie dio una vuelta de 180 grados: pasó de ser un relato de “espías”, el género favorito de Burman a ser un documento audiovisual que relata con maestría hechos reales narrados en clave de ficción, con foco en dos hechos y las derivaciones más cruentas de la historia del antisemitismo en la Argentina, los atentados de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y Embajada de Israel, que se cobraron más de 114 muertos y mantienen una perturbadora sensación de impunidad.
Iosi, el espía arrepentido está protagonizada por Natalia Oreiro, Gustavo Bassani (Iosi) y un gran elenco. Iosi como agente encubierto en la comunidad judía en la Argentina descubre cómo su tarea pudo haber influido en la voladura de la AMIA y de la Embajada de Israel. Un relato de política, traiciones y remordimientos y un llamado a mantener en alto a la memoria. La historia desnuda algunas cuestiones de la Argentina de los años 80 y 90 cuyas consecuencias se proyectan hasta hoy: la política, la corrupción, las relaciones de poder, el espionaje internacional.
También profundiza en asuntos personales, pero igualmente universales, como el amor, la confianza, la traición y la supervivencia.
El proyecto de Iosi fue posible gracias a una colaboración fluida en la dirección entre Burman y los otros directores Sebastián Borensztein y Martín Hodara. “Somos una especie de bestia tricéfala, pero muy pacífica, en la que bailamos una coreografía de tres directores en el set”, comentó Burman a Infobae.
“Hubiera sido imposible si no combinamos tres personalidades que nos sentíamos cómodos dirigiendo, a los tres nos movilizaba la historia. Los tres sentíamos que que nuestra misión era contar Iosi. Personalmente, me preparé toda la vida para hacer esta serie y que todos los capítulos de Iosi justifican para qué me dedique a esto”, expresó.
El genero de espionaje de alguna manera protege a la serie Iosi, y Daniel Burman lo explica muy bien a Infobae: “Es una de espías, pero de espías precarios como somos en Argentina. Estos protagonistas no tienen los recursos. Soy fanático de las películas y series de espionaje y me entusiasman mucho. Más allá de la importancia que tienen los distintos temas en Iosi la impunidad, el antisemitismo, entre otros, que tenga un género hace que podamos también disfrutarla por más que sea una serie muy dolorosa”.
Diálogo a fondo
Daniel Burman es uno de los cineastas más destacados de su generación, un contador de historias que amalgama la sensibilidad del artista con la creación de un relato audiovisual atrapante. El cineasta dialogó con Infobae y habló a fondo sobre el transcurrir desde el inicio de la serie y como se siente ante esta segunda nominación a los Premios Emmy Internacional, a los que viajará junto a la actriz Natalia Oreiro para la gala en Nueva York.
Burman sabe que esta segunda nominación está vinculada al reconocimiento y ponderación del tema que atraviesa a la serie
“Es bastante inusual, inesperado, que una serie que tocaba una temática bastante compleja esté dos años consecutivos nominada”, señala Burman a Infobae, destacando el carácter único de la serie y el honor de representar a la industria en español en los Premios Emmy Internacional.
Un cambio de perspectiva ante el antisemitismo
Para Burman, el proyecto comenzó como una exploración de la mente de un antisemita, una búsqueda que hoy dice haber dejado atrás: “No volvería a hacer la serie desde esa perspectiva, porque no me interesaría entrar en la mente de un antisemita. No es un fenómeno en el que perdería el poco tiempo vital que tengo en comprenderlo, sino en prevenirlo y contrarrestarlo”.
El director reflexiona sobre las diversas caras de este fenómeno: “Hay antisemitismo por ignorancia, incluso un antisemitismo ‘cool’ para ganar seguidores, un antisemitismo identitario en un momento actual en el cual la gente no tiene identidad”.
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Para él, el odio no surge del otro en sí, sino de la representación del otro como enemigo, un concepto que trasciende a los judíos, a cualquier religión o la etnia: “Uno siempre es el otro. Entonces, cuando el otro es una otredad constructiva y de relacionamiento, enriquece y cuando el otro es un enemigo, es cuestión de tiempo que uno caiga en ese lugar”.
Iosi, una serie como reflexión cultural e histórica
Sobre una posible nueva temporada, Burman considera que Iosi “tuvo el final que merecía”. Para él, era importante mantener un equilibrio ético al contar hechos reales y respetar los elementos de la realidad que sustentan la trama. Continuar en un terreno de ficción pura, sin conexión con los hechos reales, hubiera sido un dilema, por eso no habrá nueva temporada.
Desde su mente creadora de cineasta considera a Iosi como un relato casi “contracultural” para la época, tiempos actuales donde los discursos del antisemitismo, de forma inusitada, cobran vigor en el anonimato y la cultura “hater” de las redes digitales.
— ¿Qué lugar ocupa Iosi en el contexto sociocultural actual, sobre todo frente a lo que muchos consideran una creciente proliferación en distintas conversaciones públicas del antisemitismo y los discursos del odio y de cierta banalización de estos temas, especialmente en las redes sociales?
— Daniel Burman: Iosi es una serie contracultural en el sentido de que hoy el antisemitismo es, entre comillas, banal. Está irradiado básicamente en las redes sociales, pero también tiene otras manifestaciones, hoy el antisemitismo es un trabajo práctico que se ve en los campus de las universidades más importantes del mundo. El antisemitismo es una barbaridad que no hay que banalizar, sino que hay que tomar muy en serio. Pero no hablamos de La banalidad del mal a la que hacía referencia Hannah Arendt, sino la propia del canal por el que circula, una autopista de información cuya esencia es banal, como lo son las redes sociales. Pero las consecuencias no son banales, son básicamente el odio y la destrucción del otro. De una concepción del otro como un enemigo de la propia existencia.
Iosi, el espía arrepentido va más allá de la limitación de caracteres de las redes sociales y trasciende la lógica impulsiva del “hater” y el “follower” que, de algún modo, se ha instalado y está transformando el alma humana. Un lugar donde los discursos se anticipan y se moldean según si atraen a más seguidores o a más detractores.
— Iosi aborda temas que han atravesado a Argentina en los últimos 50 años, como la impunidad y la corrupción. Y es algo con lo que aún hoy los argentinos seguimos lidiando. ¿Cuál es tu análisis?
— Burman: Hay un dilema moral muy complejo al contar esta historia, porque se basa en una persona real cuya vida dramatizamos de algún modo. A través del arco de los personajes, exploramos tres tragedias enormes que sacudieron a Argentina: los atentados contra la Embajada de Israel (1992), la AMIA (1994) y la explosión en Río Tercero. Esta última, como ocurrió fuera de la ciudad de Buenos Aires pareció quedar geográficamente lejana, pero una catástrofe monstruosa. Lo que más impresiona es el móvil detrás de la tragedia de Río Tercero, esa idea de que, para eliminar una prueba, se decide detonarlo todo: la sociedad, los habitantes, los animales, y los pueblos alrededor, una verdadera masacre.
En la serie no inventamos ni víctimas ni victimarios; nos basamos en los expedientes y pruebas existentes para construir la narrativa. De lo que habla la serie es la gran conspiración que atravesó Argentina. Como no nos pudimos poner de acuerdo para levantar un país, pero hubo un acuerdo de sectores impensados y una organización, una extraordinaria coreografía con un objetivo común que es la impunidad. Porque cuando el objetivo es la impunidad, los acuerdos son absolutos, porque están todos manchados de igual manera.
Creo que ese fue el mecanismo que funcionó Argentina durante mucho tiempo, que es crear este manto de impunidad común, en el que a nadie le convenía que se rompa ese pacto. Tiene, a la vez, un efecto triste pero también un efecto de de esperanza. Creo que hay hay dos grandes signos de indiferencia que deberíamos poder superar, que es la indiferencia a la impunidad y la indiferencia al al dolor del otro. Esas son las dos claves para reconstruir un contrato social.
Daniel Burman recuerda vívidamente el atentado a la AMIA en 1994, cuando aún vivía con sus padres en la esquina de Avenida Pueyrredón y Viamonte, a pocas cuadras del donde fue el lugar de la explosión, Burman describe la escena como un “caos total”: la marea humana, los helicópteros, las ambulancias y la oscuridad repentina al cortarse la luz. La magnitud de la tragedia le provocó un gran impacto, lo dejó en shock y con la sensación de querer ayudar...
La banda sonora de la serie, a cargo de Federico Jusid , también juega un papel fundamental en la ambientación de época. “Es una composición magistral. Hay una oscuridad que se quiebra para dejar paso a la luz de los personajes que la tenían, pero muy oculta”, detalla Burman. En cuanto a la ambientación, trabajó con el director de arte Marcelo Salvioli en una recreación de época que priorizara la huella emocional sobre la exactitud histórica.
La industria cultural argentina y su relación con el poder
— ¿Cuál es tu visión sobre el vínculo entre la cultura y el poder en Argentina, cómo ves el momento actual y el futuro de la comunidad y de los hechos artísticos?
— Burman: No le escapo a la reflexión sobre el papel de la comunidad artística en Argentina y su interacción con el poder. Me exijo una mirada optimista sobre el futuro del cine argentino. Especialmente por mi compromiso y respeto con las nuevas generaciones, y porque hay muchos estudiantes en universidades, terciarios y escuelas de cine y arte. Ahí anida mi mirada optimista sobre el cine nacional. Quiero alentar ese entusiasmo y pasión por haver cine y peliculas. La pasión de los trabajadores del cine es infinita. Yo los aliento a que no pierdan esa pasión. Y por eso mismo soy optimista
A la vez creo que estamos atravesando un momento complejo, creo que estamos culturalmente destruidos como país, desmantelados. Tenemos que pensar a futuro es como comunidad artística y también como industria cultural, cómo dejamos de depender de los poderes de turno, dejamos de depender de la foto de campaña, del favor o de la dádiva. En fin, creo que tenemos que asumir que a la política, a toda la política, no le interesa la cultura.
El próximo lunes 25 de noviembre se celebrará la 52° gala de los premios Emmy Internacional 2024 en la ciudad estadounidense de Nueva York. Organizado por la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión de los Estados Unidos, es considerado el galardón más importante de la televisión mundial y cada año los ganadores son elegidos por un jurado compuesto por más de mil integrantes independientes de todo el mundo. Así, se seleccionan 56 producciones en 14 categorías de 21 países que incluyen a Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Chile, Colombia, Dinamarca, Francia, Alemania, India, Japón, México, Países Bajos, Polonia, Singapur, Sudáfrica, Corea del Sur, España, Tailandia, Turquía y Reino Unido.
* Fotos y video: Gastón Taylor - Nicolás Spalek