Fernando Marín presenta La máquina de mirar, una producción biográfica en seis entregas coproducida por Crónica TV e Infobae. La serie explora su recorrido personal y su conexión con el mundo del entretenimiento, el deporte y la política. Con estreno programado para este sábado 9 de noviembre, esta producción mezcla ficción y realidad para reconstruir los momentos más significativos de su vida, desde la infancia en el barrio de Belgrano hasta su influencia decisiva en la industria del espectáculo.
Video show, Mesa de noticias, Calabromas y Cantaniño figuran entre los programas icónicos de la televisión argentina que creó y hoy son considerados clásicos. Otro hito en su carrera es haber sido el promotor de Roberto Gómez Bolaños en la pantalla local, y su galería inolvidable de personajes como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado. Su legado también abarca producciones en el ámbito deportivo, incluyendo su presidencia en el Racing campeón después de 35 años, y en la transmisión de los grandes campeonatos de Guillermo Vilas y las míticas peleas de Carlos Monzón.
Con la dirección de Julio Panno, en cada episodio, la audiencia podrá sumergirse en una narrativa llena de emociones y dramatismo, con un relato mixto entre la voz del protagonista y los aportes de quienes lo acompañaron o fueron testigos de este fascinante camino. “Este primer capítulo para mí es entrar en mi propia vida”, explica Marín en diálogo con Teleshow, y da detalles sobre el episodio inicial, que ofrece una inmersión pausada y nostálgica en su historia.
“La primera entrega es muy mansa, es muy linda, muy sweet. Es la introducción a mi vida. No te va a dar un cimbronazo; va creciendo de episodio en episodio”, comenta sobre El origen, el capítulo que inaugura la saga. Este acercamiento recurre a imágenes en blanco y negro y escenas ficcionalizadas para ilustrar momentos de su pasado, mientras Marín narra en off recuerdos que marcaron su niñez.
Esta entrega cargada de melancolía será distinta de las demás. “Es un episodio con mucha más ficción que los otros, pero que igualmente marca el inicio de mi historia”, comenta Marín, y atribuye la naturaleza de este episodio a “esas cosas del destino”, en las que a veces no tiene demasiado sentido indagar: “Me estaba metiendo en la vida de quien soy”, sintetiza.
Uno de esos recuerdos imborrables fue su encuentro iniciático con la tele, un momento que lo impactó profundamente. Y que confiesa a Teleshow, a modo de anticipo. “Estoy yo de chiquito en el barrio y veo la televisión por primera vez en mi vida. Me deslumbró. Era de un amigo mío que nos levantaba la persiana para que miráramos”, recuerda, y, sin querer, regala una pintura de época. Junto a cinco de sus amigos, y de pie en la calle, quedó fascinado por lo que veía en pantalla. “Aunque parezca mentira, estaban dando algo sobre ajedrez, algo muy pasivo para la televisión, más que un lexotanil”, evoca con ironía, y al mismo tiempo refuerza aquel impacto en el que quedó hipnotizado por los movimientos de torres y alfiles.
Desde su infancia, su inquietud y entusiasmo por organizar actividades lo relacionaron con el deporte, su otra gran pasión. Creó su propio club de barrio, llamado El Rayo, donde premiaba a los ganadores de los desafíos con medallas. “Uno de los chicos iba al Colegio La Salle y a ellos les daban medallas al mérito; tenía una caja llena y me las regaló todas. Eso me emocionó muchísimo porque esas medallas me servían como premios para los que ganaban”, recuerda, y aquí transmite ese espíritu emprendedor que lo acompaña desde una edad temprana y cómo buscaba formas de reconocer y motivar a quienes lo rodeaban.
A medida que repasa su vida, Marín pone a prueba sus propias emociones. Y si bien no se considera una persona nostálgica, siente un profundo afecto por aquellos tiempos de pantalones cortos y juegos en la vereda. “Le tengo un gran amor a todo esto que fue donde yo formé mi niñez y la primera parte de mi juventud. Mi primera novia, que en el caño principal de la bicicleta escribía en pañolenci el nombre del más buen mozo. Ahí me di cuenta de que estaba enamorado de Elvirita”, recuerda, sobre el descubrimiento del amor. Y enseguida aclara: “No siento añoranza. Cuando quiero revivir algo, me voy de cabeza a los álbumes de fotos, donde está todo”.
Para contener su instinto de productor y creador de contenidos, Marín espera hasta la fecha de estreno para conocer la obra sin involucrarse en los detalles: “Me voy sorprendiendo a medida que veo, no quise meterme ni quise mirar mucho, porque, de lo contrario, iba a meter la cuchara”. Pero claro, hay algo instintivo que se impone, justamente, hablando de La máquina de mirar: “Vi algunas escenas. Otras me las imagino, porque como las contaba yo o las relataban los archivos o quienes están vivos todavía, sabía de qué estaban hablando. Me imagino por dónde fue tomando forma la edición”.
El domingo a las 22 se verá por Crónica TV la segunda entrega de esta producción conjunta con Infobae, en la que Marín hará un recorrido por algunos de los emblemáticos programas que produjo a lo largo de su vasta carrera. En sus propias palabras, y con material de archivo, recorre hitos como Video Show, Cantaniño, Calabromas, El Chavo del 8, Juana y Sus Hermanas, haciendo hincapié en la gran intuición que tuvo para crear estos grandes éxitos y encontrar los talentos para llevarlos a cabo. “Siempre me rodeé de lo que yo consideraba el diez. A lo mejor es un cinco, pero ese cinco tiene tanta vocación, tanto ímpetu, da lo mejor de sí mismo y eso lo convierte en un diez”, dice Marín sobre los actores y personas que lo rodearon a lo largo de su carrera.
“Fui desarrollando lo que llamo músculos invisibles, esos que no se entrenan en los gimnasios: la voluntad, el oído, la mirada, la percepción. Son todos esos músculos que te llegan casi después de los 70, que son gotas imperceptibles, que las llamo sabiduría, que viene después de la acción y de la experiencia”, analiza a la distancia, revelando algunas de las fórmulas para hacer historia.
En cuanto a su mundo íntimo, el otro gran atractivo del documental, detalla el gran amor que siente por los caballos y la relación que tiene con sus grandes ideas, que en sus propias palabras surgieron mientras estaba arriba de un pura sangre. A diferencia de la primera entrega, la ficcionalización queda a un lado y el tono melancólico no es tan marcado, pero igualmente completa media hora de emociones. Un recorrido por lo mejor de la televisión de entre los 70 y los 90, esa compañera que en la prehistoria de las redes sociales y previo a a la hiperestimulación tecnológica, marcaba el pulso de nuestras vidas.
La máquina de mirar se estrenó el sábado 9 de noviembre a las 22 por Crónica TV y el domingo 10 a la misma hora se emitirá el segundo episodio. En Infobae se verán el lunes 11 y martes 12 respectivamente.