Graciela Borges, figura icónica del cine argentino, silenció su voz en redes sociales tras recibir una ola de críticas por su discurso en los Premios Martín Fierro de Cine y Series. En la ceremonia, la intérprete, con la firmeza que otorgan seis décadas de carrera, pronunció palabras que despertaron tanto el aplauso de sus colegas como el rechazo de un sector del público.
“Mi pedido especial es que no nos digan cómo tenemos que hacer cine, sabemos cómo tenemos que hacerlo. Toda la tribu amada, acá, sabe cómo hacer cine, que no nos digan más cuántos espectadores debemos meter para ser buenos, no es algo en lo que pensemos siempre”. afirmó frente a la audiencia de la Usina del Arte, en una noche que celebraba el debut de estos premios enfocados en la industria audiovisual argentina.
Con una mezcla de nostalgia y firmeza, Borges recordó sus inicios y cómo, muchas veces, el cine argentino surgía de esfuerzos compartidos, de voluntades y economías reunidas: “Me acuerdo que el Negro Favio y yo teníamos que hacer El Dependiente, creo que es una de las más lindas películas que ha tenido el cine argentino y no encontrábamos la plata, y nos ayudó Torres Nilson y nos dijo que de alguna manera íbamos a ganar, y no ganamos nada. No fue nadie la primera semana, ni mi madre, que siempre miraba mis películas. Pero pasó el tiempo, y ese filme en el que indagamos, como ustedes hacen con lo que desconocen... porque nadie quiere hacer una mala película, eso es lo que no entienden“.
Para finalizar, destacó que “no bajemos los brazos, porque sino no vamos a poder seguir haciendo esto, porque el mundo está lleno de imágenes del cine argentino, y a veces parece que olvidaran eso, que nos hicieran dar todo el tiempo pruebas de qué grandes somos. En el mundo el cine argentino está colocado de una manera impresionante, lo sabemos, y estamos felices de ello. Ganamos premios en festivales, pero lo que más amamos es hacerlo, que nos dejen hacerlo, que nos apoyen, pero que nos dejen contar lo que queremos. Siempre parece que estamos especulando con hacer la gran película y que lleve mucha gente, y no, a veces hablamos de lo desconocido y nos da placer”.
Sin embargo, lejos de lo que se podría esperar de sus palabras, su mensaje fue interpretado en redes como un alegato político. El alud de críticas fue tan intenso que la actriz decidió despedirse de su cuenta de X –la plataforma antes conocida como Twitter–, lamentando la incomprensión de su mensaje. “No hablo de política ni de ningún gobierno”, aclaró en su descargo final, publicado antes de dar el adiós. “Lamento mucho que no se haya entendido mi mensaje”, señaló con una mezcla de resignación y tristeza.
El reconocimiento a Borges fue entregado por Natalia Oreiro, quien la describió como “una luz en la pantalla”. “Quedamos enamorados de tanta belleza y talento”, exclamó, encapsulando el sentimiento general de la industria hacia Borges, una actriz que con cada papel dejó una huella en el cine nacional. Sin embargo, la actriz aprovechó este tributo para exponer su preocupación: el cine argentino, afirmó, no debería estar sujeto a una métrica implacable que mida su éxito únicamente por la cantidad de espectadores o premios.
La Asociación Argentina de Actores y Actrices no tardó en solidarizarse. “Repudiamos enfáticamente cualquier forma de censura o agresión hacia quienes ejercen su derecho a expresarse”, expresó la entidad en un comunicado, al describir a la primera actriz como “un ícono de nuestra identidad cultural”. Con esto, la Asociación enfatizó la importancia de la libertad de expresión y denunció el uso de las redes sociales como un arma de hostigamiento en vez de un espacio de diálogo. “Nuestra solidaridad con Graciela Borges, y con cada compañero que visibiliza la profunda crisis del sector”, concluyó, al momento de llamar a un uso responsable de las plataformas digitales.
La decisión de Borges de alejarse de las redes recuerda los desafíos de una figura pública en tiempos de digitalización y exposición extrema. La actriz cerró su despedida en X con una frase cargada de melancolía y cariño: “Los abrazo, piensen como piensen, y gracias por este tiempo juntos. Cierro mi Twitter, con tristeza pero con amor”. Sus palabras resuenan como un eco en un mundo que, a menudo, parece olvidar la humanidad detrás de cada publicación.