Cristian Marco Andrés Landero, un joven de Comodoro Rivadavia, llevó a lo largo de su vida una pasión irrefrenable: la música de La Renga. Desde los 13 años, sus días se llenaron de acordes, y fue a través de las canciones de la banda que aprendió a tocar la guitarra, a dejarse llevar por la mística del rock y a construir un sueño. Un sueño que, aunque no llegó a ver cumplido en vida, sus seres queridos lograron convertir en realidad de una forma conmovedora y simbólica.
La historia de Cristian está marcada por la lucha constante contra una enfermedad que lo acompañó desde pequeño. “Tenía una inmunodeficiencia común variable, por lo que debía aplicarse gamaglubolina cada 28 días”, relató su madre, Marcela Alejandra Galleguillo, a través de un video compartido por ADN Sur. con una fortaleza teñida de tristeza. Sin embargo, a pesar de esta condición, Cristian vivió su vida con normalidad, hasta que en 2022 su salud se deterioró. Tras meses de estudios y diagnósticos, en diciembre de ese año llegó la noticia: leucemia.
Cristian peleó con fiereza. En marzo de 2023, su cuerpo se debilitó por una neumonía bilateral, pero incluso entonces, su espíritu luchador lo mantuvo consciente durante semanas, compartiendo valiosos días con su familia. “La vida me lo dio por 30 años”, recordó su madre con la voz quebrada. “Tuve la dicha de ser su mamá y pelear a su lado esta enfermedad”, destacó.
Entre las batallas, las tristezas y las esperanzas, había algo que mantenía a Cristian anclado a la vida: La Renga. Asistió a su recordado show en el Estadio de Huracán, vibrando con cada nota, fascinado por la energía de su banda favorita. Sin embargo, la vida no le permitió cumplir su mayor anhelo: volver a verlos en vivo en su propia ciudad.
Marcela, al narrar su dolorosa travesía, compartió un deseo que la acompañaba desde la partida de su hijo: “Me encantaría que ustedes, los integrantes de La Renga, pudieran firmar una foto y una remera que le hicimos en su momento. Así podría llevárselas al cementerio y dejarlas en su nicho”, pidió con la voz cargada de nostalgia y amor. Cristian, a pesar de no estar presente físicamente, seguía siendo el motor de su madre y su familia.
La oportunidad llegó en el momento más inesperado. El jueves previo al primer show de La Renga en Comodoro, se cumplió el sueño de Cristian. CDM Producciones Patagónicas hizo posible que la familia del joven fuera recibida por los músicos en el Predio Ferial, donde la banda se preparaba para tocar ante miles de personas. En ese espacio, donde los acordes se afinaban y los ánimos se alistaban para el espectáculo, sucedió algo mágico.
“Abrazar a Chizzo, a Tete, al Tanque... fue como abrazar a mi hijo”, expresó Marcela, visiblemente emocionada. “Lo que sentí fue increíble, un parche para mi corazón y para mi Cristian, sobre todo”. La cercanía de la banda, su calidez y humanidad, le dieron a ella un momento de consuelo, un instante en que el dolor se transformó en gratitud.
La banda, conmovida por la historia, firmó la foto y la remera, cumpliendo con el último pedido de Cristian. Para ellos, fue un gesto de humanidad y conexión con un fanático que los había acompañado desde la adolescencia, un joven que encontró en su música no solo una banda sonora, sino un refugio.
El espectáculo de ese jueves y sábado en el Predio Ferial fue mucho más que un show de rock. El escenario, las luces y la música sirvieron como telón de fondo para una historia de lucha y amor maternal que quedará marcada en la memoria de quienes presenciaron ese momento. Porque para Marcela, aunque la vida solo le dio a su hijo por 30 años, este último gesto fue un eco eterno de su legado, un regalo inmortal. “Fue enorme”, dijo. Una simple frase que resume una vida de amor y despedidas.