En más de cinco décadas de programa, Mirtha Legrand tuvo varios regresos icónicos a la pantalla chica. Uno de ellos fue en 1994: cuando retomó a su ciclo después de la muerte de su marido, el renombrado director y productor de cine, Daniel Tinayre, quien falleció a los 84 años producto de una Hepatitis B. “Quiero decirles que es el momento más duro que me toca vivir en toda mi carrera artística, en toda mi vida”, dijo mirando a cámara, vestida de riguroso negro y sin música de fondo.
Minutos antes, con el estudio casi en penumbras, la voz de Nelly Trenti anunció: “Telearte S.A. presenta una producción de Daniel Tinayre y Carlos Rottemberg: Almorzando con Mirtha Legrand, homenaje al Sr. Daniel Tinayre”. En silencio, La Chiqui bajó las escaleras y caminó hasta el centro del living del estudio, diseñado hasta en sus más mínimos detalles por Daniel. Luego miró a cámara y, con el alma rota, comenzó a hablar. “Esta vuelta, hacer este programa que tanto queríamos con Daniel es sumamente doloroso. Hoy hace 15 días estábamos dando cristiana sepultura a mi querido y amado Daniel”, alcanzó a decir Mirtha y se volvió un mar de lágrimas.
Dos semanas antes de partir, su marido y productor del programa le pidió que no se alejara de la pantalla. “Chiquita, el lunes hacé el programa”, alcanzó a decirle con su último aliento.
Los días previos
Daniel Tinayre murió el 23 de octubre de 1994. “Tuvo una Hepatitis B. Al principio pensamos que era una gripe, los médicos inclusive. Pasó casi 50 días en cama. Él siempre me decía que quería morir en casa. Cuando se complicó el cuadro lo llevamos al sanatorio. Entró con una hemorragia gastrointestinal y, realmente, no hubo nada que hacer”, repuso La Chiqui en su vuelta a la tele.
Un día antes, Tinayre fue trasladado de urgencia desde su departamento en la Avenida del Libertador a una clínica privada. Su inseparable amigo y socio, Carlos Rottemberg, acompañaba a Mirtha en su coche, siguiendo de cerca la ambulancia. En esos momentos, cada segundo tenía la densidad del plomo, cada respiro de Daniel parecía ser el último.
Treinta años después, en charla con Teleshow, Carlos también recuerda aquel momento. Los detalles que aporta son exactos, porque fue él quien manejó detrás de la ambulancia desde el departamento de Daniel, ubicado en avenida del Libertador, hasta la clínica privada donde lo internaron. “Teníamos una relación muy estrecha. Fuimos amigos al punto tal que, a veces, Mirtha se ponía celosa, porque todas las noches nos hablábamos por teléfono. La mayoría de las veces para saludarnos, no más”, cuenta a este medio.
Según Rottemberg, la salud de su amigo comenzó a flaquear a mediados de septiembre de 1994. “Por lo general, los sábados salíamos a cenar en pareja y con amigos y, obviamente, esas semanas no pudimos hacerlo. Por eso, el sábado 22 de octubre, fuimos a verlos con Linda (Peretz), mi exmujer. Después ella se fue a casa porque estaba Tomás, que tenía ocho años, esperándola y yo me quedé con ellos. Estábamos en la habitación de Daniel charlando los tres con Mirtha. Ella pidió pizza y yo me quedé a cenar mientras le contaba a Daniel del estreno de Matrimonios y Algo Más en el Tabaris. En un momento Mirtha y yo nos corrimos del dormitorio hasta el living y la enfermera que estaba asistiendo a Daniel comenzó a gritar: ‘El señor se descompuso’. Llamamos al servicio de emergencia y vino una ambulancia”, contó Carlos a Teleshow.
El desenlace
Durante la madrugada del 23, con Daniel en terapia intensiva, se produjo uno de los momentos más conmovedores. De acuerdo con el relato de Rottemberg, ya consciente de su inminente final, Tinayre miró a su esposa, que estaba parada al lado de la cama, y le dijo: “Chiquita, el lunes hacé el programa”. Luego, giró la vista hacia él y pronunció una palabra que selló un pacto entre ellos: “Cuidala”.
Al día siguiente el desenlace llegó. “Estábamos caminando con Mirtha por la calle Larrea, rumbo a avenida Santa Fe para almorzar algo. En ese momento, un enfermero salió corriendo desde el sanatorio y nos pidió que volviéramos porque Daniel estaba muy mal”, recuerda Carlos que, minutos después, se estaba encargando de los arreglos funerarios de su amigo y colega.
Pese al pedido de Daniel, el regreso de Mirtha a la pantalla chica se produjo recién dos lunes después. Durante su ausencia, el canal emitió un programa titulado Esperando a Mirtha, con la misma escenografía diseñada por Tinayre y conducido por Alejandro Romay, sin almuerzo en la mesa, y con un desfile de estrellas invitadas, figuras entrañables del espectáculo, que compartían anécdotas y recuerdos del director. Mientras tanto, el país aguardaba el regreso de su gran diva.
Finalmente, Mirtha Legrand volvió a sus almuerzos. La función debía continuar, como Daniel mismo se lo había pedido; y ella, con la fortaleza que la caracterizó durante toda su carrera, solo se permitió quince días de duelo antes de regresar al aire. Su vuelta fue un acto profundamente emotivo, no solo para ella, sino para un país que, de alguna manera, también despedía a Tinayre.
El regreso
“Estuve 48 años al lado de un hombre maravilloso en todo sentido: talentoso, gracioso, humano, cascarrabias... todo eso junto, pero sobre todo un marido excepcional, un gran padre, un excelente abuelo y un profesional de primera. Daniel Tinayre era un grande”, dijo Mirtha con la voz entrecortada. Y siguió: “No sé qué va a ser de mí, no quiero ser melodramática, es lo que siento dentro de mi corazón y de mi cabeza, si es que puedo hilvanar algo. Es muy difícil. Mi vida estuvo ligada a él desde mis 18 años y ahora soy una mujer madura y me he quedado sola. Entiendo a todas las mujeres que han quedado viudas, es un momento doloroso, es quedarse sin la mitad de su vida, de su cuerpo”.
Las cámaras captaban cada gesto, cada suspiro de la conductora. “Algunos se preguntarán por qué vuelvo, y lo he pensado mucho. Estuve 15 días sin salir de mi casa, absolutamente, y mi ánimo estaba cada vez peor. Muchas personas me decían que volviera al trabajo porque iba a hacerme mejor. Decidí volver por mí, quizás egoístamente, por mi familia y también por ustedes. Porque he tenido tantas manifestaciones de cariño, tanto amor, cartas, telegramas, tantas demostraciones de afecto, de admiración”, siguió.
Era una confesión que, por primera vez, mostraba a la gran diva en su fragilidad, porque Daniel no solo fue su marido, sino su compañero de vida y trabajo. “Muchas personas hablaban de Daniel como el marido de Mirtha Legrand, pero quiero que sepan que yo fui la mujer de Daniel Tinayre, porque él era un grande”, dijo y recorrió el estudio con su mirada. “Anoche vine tarde a mirar el decorado, todo esto es obra de él. Me decía: ‘Párate acá’. Hasta el género de los sillones es obra de él. Estaba en todo”, recordó con la voz teñida de nostalgia. “No sé cómo se hace un programa así. Pero si no lo hacía ahora, no volvía nunca más. Yo sé que él me está mirando”.
Pasaron los días de aquel regreso a la pantalla y Mirtha retomó sus cenas de los sábados: “Salía con un grupo de amigos, los Calabró, los Rottemberg, toda gente muy querida. Después de que murió Daniel, me vinieron a buscar… fui sola”, rememoró, para luego destacar un instante clave: “Cuando volví a casa, puse la llave en la puerta y dije: ‘Esto es la soledad’. Porque Daniel era muy caballero, siempre me abría la puerta para que yo pasara”.