“Estoy bien… Vos viviste un poco de cerca todo el susto que nos pegamos”, reveló Wanda Nara durante su íntima charla con Susana Giménez, visiblemente afectada por el diagnóstico que sacudió su vida. Según reconoció, cuando aún estaba internada llamó a la diva para contarle lo que estaba sucediendo: “Estaba internada en otro lado y cuando vos llamaste me derivaron, porque yo no sabía lo que tenía, y ahí me derivaron a las personas que vos me presentaste de Fundaleu”.
La noticia de la leucemia llegó con la frialdad de una llamada telefónica, una distancia que acentuó el golpe: “El tratamiento es de pastillas. Nadie se animaba a decirme qué tenía y por teléfono me dijeron ‘mirá, no hay que dar un diagnóstico así, pero estás tan ansiosa, tan nerviosa’, y dijeron ‘tenés, esto, esto y esto’. Yo me quedé en shock”.
Wanda, una figura acostumbrada a la exposición mediática, se encontró esta vez en un lugar vulnerable, enfrentando una enfermedad de la cual evitó brindar mayores detalles. Además, reveló que en ese instante, tras el llamado, le explicaron que debía realizarle una punción en la médula para confirmar el diagnóstico.
Con el temple que la caracteriza, la actual conductora de Bake Off describió su tratamiento con resignación, pero sin caer en el melodrama. “Son varias pastillas”, explicó, dejando entrever lo difícil que resulta enfrentarse a la rutina de medicamentos, sobre todo cuando Isabella, una de sus hijas, se involucra en el proceso. “A veces me angustia cuando viene Isi con el vaso de agua y las pastillas, ‘mami, ¿las tomaste? ¿te olvidaste’?. Ellos escucharon eso y les quedó en la cabeza que la pastilla es importantísima”. El dolor no solo es físico, sino emocional, y ver a sus hijos conscientes de la situación amplifica la sensación de desamparo.
El impacto de la noticia no fue solo para la empresaria, sino también para su entorno familiar. “Fue terrible para ellos”, recordó, refiriéndose a sus hijos y seres cercanos. En su relato, ella describió un momento desgarrador, lleno de incertidumbre: “No pensé que tan rápido les iba a llegar la información y tampoco podía enfrentarlos ni podía decirles algo de lo que yo tampoco tenía certezas ni confirmación. Fue un momento terrible”. Enfrentarse a sus hijos, sin las respuestas que ellos esperaban, la dejó en una situación de impotencia que, a pesar de su fortaleza, la devastó.
Ese instante lo recuerda como de confusión total: “Me acuerdo que Zaira estaba de vacaciones, llegó y dijo ‘vengo a donar mi médula′, era como que nadie me hablaba a mí, pero cada uno interpretaba lo que podía, lo que escuchaba en la tele, y la verdad es que fue un momento terrible”.
Sin embargo, como tantas veces en su vida, logró encontrar un significado profundo en esta experiencia. La enfermedad, según explicó, la obligó a detenerse y valorar lo verdaderamente importante: la vida en su forma más pura, lejos de las luces y los reflectores. “Esto es hermoso, nos maquillamos y venimos a la tele, pero no es nuestra realidad, no es la vida”, reconoció ante Susana, al momento de desnudar una faceta más reflexiva y madura que contrasta con la imagen que construyó durante un largo tiempo ante el ojo público.
Finalmente, con una entereza admirable, Wanda Nara expresó una reflexión que resonó en el corazón de muchos: “Si hay alguien en mi familia que tenía que pasar por algo así, estoy contenta que me haya tocado a mí porque soy la más fuerte de la familia”. En sus palabras se refleja no solo el amor incondicional por sus hijos, sino también una profunda aceptación de su rol como protectora de los suyos, aun cuando el precio que deba pagar sea su propia salud.