El recuerdo de Romina Yan, a 14 años de su muerte: el amor familiar y el legado artístico que les dejó a sus hijos

Este sábado 28 de septiembre se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de la actriz. Aquí, los hitos más importantes de su vida y su recuerdo siempre vivo

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Romina Yan tenía 36 años
Romina Yan tenía 36 años

El 28 de septiembre de 2010 los noticieros transmitieron una placa de “último momento” por una triste noticia del mundo del espectáculo: la muerte de Romina Yan. Heredera de un legado familiar televisivo, la joven que acababa de cumplir 36 años ya se había desmarcado del apellido y se había ganado el amor de todos por cuenta propia. Esa tarde soleada de primavera, la hija de Cris Morena y Gustavo Yankelevich regresaba del gimnasio tras haber cumplido una rutina de entrenamiento cuando empezó a sentirse mal en la esquina de Avenida del Libertador y Alvear, en la localidad de Martínez. De inmediato, un amigo la llevó al Hospital Central de San Isidro, donde intentaron reanimarla sin éxito durante 50 minutos. Días después, la autopsia diría que la causa de muerte fue un aneurisma. Su partida fue un hecho, como también la necesidad de reconvertir su ausencia en un amor incondicional.

Aunque pasaron 14 años de su muerte, el recuerdo de Romina sigue vivo en cada uno de sus homenajes; en las declaraciones de sus padres; en el recuerdo de sus fanáticos que, cada 28 de septiembre, se juntan en el Obelisco; y fundamentalmente, en el amor intacto de sus hijos, Franco, Valentín y Azul.

La incondicionalidad de su familia

La peor noticia, la que ningún padre jamás en la vida querría recibir, llegó para Cris y Gustavo aquella tarde, y desde entonces, nada fue igual. Separados desde larga data como pareja, pero unidos junto a sus hijos como familia, cada uno comenzó su proceso de duelo como pudo. “Romina hoy es nuestro ángel, nuestra guía y sostén, la sentimos en nuestros corazones, en el aire, en todo lo presente, pero sobre todo en sus tres hijitos y en todos los ojos amorosos que nos ven”, coincidieron en una carta que publicaron juntos años después. “Atravesamos este nuevo camino sin ella presente, con inmenso dolor, pero con la luz, el coraje y el amor que Romina nos da a través de todos ustedes”, expresaron en el mismo escrito en el que agradecieron el apoyo incondicional de sus seguidores y amigos.

Romina entre sus amores incondicionales: sus padres Gustavo Yankelevich y Cris Morena; y su hermano, Tomás
Romina entre sus amores incondicionales: sus padres Gustavo Yankelevich y Cris Morena; y su hermano, Tomás

Romina era familiera y muy cariñosa. Lo recalcaba en cada entrevista, en la que contaba el valor que tenía la familia para ella y cómo sus padres eran fuente de consulta permanente en todas las circunstancias de su vida. Hizo sus primeros pasos en la televisión de la mano de su mamá en Jugate Conmigo, siguió con Chiquititas y trabajó años en la productora, hasta que necesitó abrirse camino y probarse a sí misma y a los demás, que podía brillar lejos del nido. Y lo logró.

Esa conexión ente la actriz y sus padres se extendió más allá de este plano, como los productores contaron en diferentes entrevistas, relatando vivencias, apariciones en sueños y mensajes. En enero pasado, en una entrevista que Gustavo Yankelevich brindó para El Observador, recordó que le costó un año volver a tener una vida normal, mientras emprendía un viaje espiritual. “Desde que falleció Romina, la única manera de entender el dolor era abriendo la cabeza, iniciar una búsqueda. Me ayudó a mí a encontrar la paz”, explicó en una charla con Luis Majul.

Romina y Gustavo Yankelevich
Romina y Gustavo Yankelevich

“Mi dolor estaba en el medio del pecho, un poquito más abajo. Fue muy difícil a pesar de que me di cuenta de que no había perdido a Romina, pero el dolor estaba, extrañarla estaba. Me costaba creer que no iba a compartir más físicamente con ella”, agregó Gustavo y contó qué libro lo ayudó a encontrar respuestas: “Me regalaron El Gran Libro de los Ángeles (de Giuditta Dembech) y leo que una de las frases que dicen los ángeles es: ‘Estoy de paso’. Si lo hubiera leído antes, sabía que estaba con un ángel”.

En el caso de Cris, la productora se sumió en un gran dolor que hizo que se alejara de los medios hasta que consiguió renacer a partir de una señal de su hija. “Cuando pasó lo de Romina fue un antes y un después total de todo, estuve tres años muerta”, dijo hace algunos años en La Peña de Morfi. “Ahí empecé a escribir como una bestia. Es lo único que me levanta cuando estoy cayendo o me levanta cuando estoy levantada. Yo escribo mucho y me encanta escribir canciones. Ahí escribí todas las canciones del homenaje ViveRo, que fue en 2018″, recordó sobre la emotiva noche en la que repasó la carrera de su hija sobre el escenario del Teatro Gran Rex, junto a varios talentos y la presencia de sus nietos.

Cris Morena y Romina Yan
Cris Morena y Romina Yan

La maternidad que cambió su vida

Romina tuvo tres hijos con el productor Darío Giordano: Franco, Valentín y Azul. La historia de amor entre ellos fue intensa, aunque al principio costó un poco. Se conocieron en una fiesta de Telefe, pero no fue amor a primera vista. Romina contó en una entrevista con Susana Giménez que lo maltrató durante cuatro años antes de que se le despertó el amor.

Romina Yan contó en el living de Susana cómo su hijo le cambió la vida (Video/YouTube)

Se casaron en 1998 y tuvieron a su primer hijo, Franco, en 2000. Luego llegaron Valentín y Azul, y la pareja soñaba con seguir agrandando la familia. “Quiero tener cuatro hijos, pero bueno, no sé si me va a dar el tiempo”, le confesó la actriz a la diva de los teléfonos en esa entrevista en la que presentó a su hijo mayor. Con una sonrisa inmensa y la dulzura que la caracterizaba, Romina habló sobre cómo la maternidad cambió su vida. “Estoy feliz, ya me cambió la vida cuando lo conocí a Darío. Es un ser increíble, estoy profundamente enamorada de él, siento que tengo la mejor familia del mundo y cuando llegó Franco se completó todo”, dijo sobre el productor, quien al principio le parecía aburrido y no llamó su atención.

Romina Yan y Darío Giordano se casaron en 1998 y tuvieron tres hijos
Romina Yan y Darío Giordano se casaron en 1998 y tuvieron tres hijos

Los años pasaron, sus hijos crecieron y la vida continuó para todos. Darío volvió a casarse en 2014 con María Algarañaz, una cocinera propietaria de un restaurante en Palermo. Sus hijos terminaron el secundario y ya forjaron diversos caminos, pero es habitual ver demostraciones de amor para su mamá a través de sus redes sociales.

Franco, el mayor, tiene 24 años y eligió seguir los pasos familiares como actor, músico y compositor. El último 5 de septiembre, fecha en la que Romina hubiese cumplido 50 años, el joven compartió una foto juntos en una pileta y escribió: “Feliz cumple, Má. Te elegí, te elijo y te volveré a elegir en todas nuestras vidas. ¡Gracias por todo! Te amo, eternamente”.

Franco y Azul, los hijos de Romina
Franco y Azul, los hijos de Romina
Valentín acompañó a Cris Morena a los Martín Fierro y se volvió tendencia
Valentín acompañó a Cris Morena a los Martín Fierro y se volvió tendencia

Valentín, el del medio, tiene 21 años y su pasión por los kartings lo llevó a competir, con la esperanza de convertirse en piloto profesional, carrera deportiva para la que cuenta con el apoyo de su abuelo Gustavo. Hace unas semanas, el joven se convirtió en tendencia en redes cuando acompañó a Cris Morena a los Martín Fierro, donde fue distinguida con un premio a su trayectoria.

Azul es la más pequeña de la familia y era apenas una niña cuando su mamá murió. La joven, que acaba de cumplir 18 años y terminó la secundaria hace poco, es la mimada de sus hermanos, quienes siempre le dedican hermosas palabras. Por otro lado, es muy pegada a su abuela Cris: juntas comparten planes y le gusta cantar.

Valentín, Azul y Franco Giordano
Valentín, Azul y Franco Giordano

Hija, hermana, esposa, madre, muchos otros títulos que la actriz cargó a lo largo de sus cortos 36 años, todos vínculos que la honran a diario y no la olvidan, como su público, el que seguramente se juntará un año más en el Obelisco a gritar bien fuerte: “¡ViveRo!”.

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