En el 2002, Pablo Echarri vivió uno de los momentos más impactantes de su vida: el secuestro de su padre. El actor, quien hasta entonces había disfrutado de su creciente fama en el mundo del cine y la televisión, confesó que este hecho cambió profundamente su forma de ver el mundo. Durante una reciente entrevista en el programa Hay algo ahí, conducido por Tomás Rebord y Juan Ruffo, para el canal de streaming Blender, Echarri recordó cómo esos siete días de incertidumbre lo sacudieron y le mostraron una Argentina completamente distinta, más dura y compleja, que hasta entonces no había percibido.
“Comencé con la actuación siendo un chico que le encantaba verse en la pantalla gigante, que le gustaba ver cómo había quedado el afiche de su película”, contó Echarri, describiendo cómo su carrera se había construido sobre el disfrute de la fama y la admiración. Desde su juventud, había soñado con ser actor, aunque su éxito no fue inmediato. “Nunca lo había concretado. Lo había caminado. Lo había generado, pero no fui un actor niño. No fui un actor adolescente. Sí, en el momento donde pude decidir, fui”, comentó sobre sus comienzos en la profesión.
Sin embargo, la vida del actor dio un giro inesperado hace poco más de dos décadas, cuando su padre fue secuestrado. Ese evento lo marcó profundamente. “Me quitó demasiado la paja de encima”, confesó, utilizando una metáfora clara para describir cómo el secuestro lo despertó de una especie de adormecimiento que había experimentado en su burbuja de éxito. A su vez, Echarri detalló el impacto emocional que tuvo: “Fueron siete días de volada, de cabeza total, digamos”.
Además, el actor recordó que antes de este acontecimiento, su vida giraba en torno a su carrera artística. “Yo me maquillaba, me peinaba, me ponía la pilcha, me cuidaba en las comidas, corría arriba de la cinta, hacía mis películas y me encantaba. Me gustaba verlas y rebobinarlas y rebobinarlas”, explicó. Pero ese momento de alegría se vio interrumpido de manera brutal: “De golpe se los llevaron a mi viejo”, insistió con crudeza.
Pablo Echarri junto a su hermana hablándole a la prensa que estaba frente a la puerta de la casa de su familia en Avellaneda, profundamente angustiado, decía: “Por mi familia. Por mi familia y sobre todo, por la vida de mi papá. Les pido a los medios de prensa y a la policía... es indispensable poner a este tema un manto de silencio y piedad. Por favor, que salgan de la calle y liberen el camino”, rogaba desconsoladamente el actor en el año 2002.
“Ahí descubrí que existía una Argentina que era completamente distinta a la que yo veía a través del cristal del actor”, reconoció de manera reflexiva y repitió el concepto pero con otras palabras: “Fue un cachetazo de realidad”. En tanto, Pablo expresó: “Toda esa parafernalia y esa luminaria era parte de algo muy lindo, muy atractivo, muy hermoso de vivir, pero la vida no era la realidad en la que yo estaba sumergido”, sostuvo sobre el contraste que experimentó.
Por su parte, Echarri cerró: “A partir de esos días de octubre del 2002, descubrí una Argentina diferente y fui descubriendo un Pablo diferente también”, concluyó. Para él, esos días lo confrontaron no solo con una nueva perspectiva del país, sino también con una nueva versión de sí mismo, más consciente y más crítica. Desde entonces, su visión de la realidad cambió, así como su rol como figura pública y cada vez que puede exponer su visión política en las notas que da y opina de ciertos temas de índole social.