Tras competir por casi dos meses en la isla, los participantes de Survivor Expedición Robinson (Telefe) dejaron de lado las alianzas. Sin dar el brazo a torcer, los miembros de las antiguas tribus expusieron sus estrategias y no les tembló el pulso a la hora de confundir a sus compañeros y encabezar una nueva traición. Así, en el último Concejo Tribal, la extribu Sur le soltó la mano a Iván Chirinian, le dio la mayoría de sus votos y el entrenador físico se convirtió en el decimosexto eliminado del reality.
A horas de su partida, luego de confiar ciegamente en que los nueve jugadores restantes iban a salvarlo, el flamante exparticipante de 30 años dialogó con Teleshow. A corazón abierto, y con ocho kilos menos, el joven —conocido como Tarzán por su desenvolvimiento en la naturaleza— brindó los detalles de paso por el programa. “Puse a prueba mi instinto de supervivencia y me encontré con una vivencia que no es replicable a nada de lo que conocía”, dijo.
—Por tu vida austera y nómade, ¿creés que te resultó más sencillo sobrevivir?
—Sí. Desde joven estuve en contacto con la naturaleza y supe encontrar un balance entre mi cuidado físico y emocional. Si bien nací en Buenos Aires, me crié en el Sur del país y, durante mi vida, tuve la oportunidad de viajar por toda la Patagonia y Brasil, y de poner a prueba mis límites. Todo lo aprendí por fuera de la escuela convencional, ya que nunca logré enfocarme en el estudio. Estoy acostumbrado al frío y calor extremo, a realizar campamentos en medio de la nada e, incluso, a hacer ayuno intermitente por varios días. Además, parte de mi experiencia surgió de mi trabajo como entrenador, con la que cambio la vida de otras personas, y de mi pasión por la biología evolutiva. Y, si me remonto a mis antepasados armenios que padecieron el Holocausto, cuento con una mayor capacidad de lidiar con el estrés.
—Entonces, ¿te resultó “familiar” el entorno?
—No. Si bien contaba con la experiencia, no puedo comparar la selva colombiana con mis viajes previos. Las sensaciones ante estas circunstancias las conocía, pero el clima, los animales y las plantas eran completamente diferentes. En especial la vegetación porque eran venenosas y podían generar heridas graves. Por ejemplo, una de mis compañeras cortó una hoja para abanicarse y la savia de su interior le provocó quemaduras de segundo grado.
—Aunque las condiciones te afectaban, decidiste no recurrir a las pruebas por los beneficios. ¿Por qué tomaste esa postura?
—No me llamaban la atención. Mi paciencia estaba canalizada lo suficiente para no caer en esos juegos. Me anoté para realizar una supervivencia, si no me hubiese quedado en Buenos Aires. Si el premio era un baño, yo prefería meterme en el mar, pasar por la arena para exfoliarme y luego secarme. Lo mismo me pasaba con el hambre, que lo superé al punto de bajar 8 kilos de los 78 que pesaba antes.
—Si bien estas decisiones te dieron resultado durante la competencia, quedaste afuera a semanas de la final. ¿Te molestó?
—No sé. Sabía que era probable que nos fuéramos yendo en fila e intenté charlarlo con ellos para que ir contra Malena. Pero todo resultó al revés y ella, comentando las situaciones que veía, logró quedarse. La intención era dividir el juego nuevamente de cara a la final.
—Uno de tus pocos aliados era Goldi, a quien traicionaste y lo sacaste del juego. ¿El karma te jugó en contra?
—No lo considero una traición. Yo tenía que priorizar mi vínculo con la tribu Sur y ellos querían que Goldi se fuera. Si bien no convenía, debido a los buenos momentos que supimos tener en la isla, lo cierto es que era un juego. Uno tiene que mantenerse del lado de la mayoría, armar nuevas alianzas, y ser fiel a sus principios. No me arrepiento haber ocultado mi decisión. Sin embargo, si hubiese confiado para contarme que tenía el ídolo de la inmunidad, entonces la historia hubiera sido otra.
—¿Cómo describirías la experiencia?
—Fue una experiencia empoderante: me gustaría volver a hacerla. Además, me permitió entender que hay ciertas cuestiones que se me van de las manos, como los sentimientos, y reparar en mis acciones y relaciones familiares, entre ellas, con mi tía y mi abuela. Lo puedo comparar con un libro de Sigmund Freud por la gran introspección que realicé durante mi estadía en la isla.
—¿Cuáles son tus planes de acá en más?
—Voy a plasmar mi experiencia en un libro. A través de las letras quiero compartir lo que viví en carne propia y aprendí a lo largo de estos meses. También me estoy preparando para comenzar un podcast sobre mi visión respecto a la salud. Para este proyecto quiero invitar a participar a especialistas en el rubro, que tengan una visión similar a la mía, y busquen formar personas autónomas, felices e independientes. Mientras esto se encuentra en marcha, me sirvo de Buenos Aires.