Desde hace varias décadas las hamburguesas se volvieron patrimonio de la humanidad. El plato clásico del fast food despierta tantos amores como odios, también hay que decirlo, y en Survivor Expedición Robinson eso mismo se vivió en el último programa. Este fue el gran premio de un desafío de beneficios, pero lo que empezó como algo divertido terminó sacando a la luz la bronca y los enojos personales acentuados por el hambre que pasan los participantes.
Todo comenzó cuando los jugadores tuvieron que soportar la mitad del peso de sus cuerpos en una barra con esa cantidad, a la que el resto de sus compañeros le iban sumando diferentes troncos con aún más kilos. Ya esta situación generó rispideces al quedar al descubierto quienes están enfrentados con quiénes. Al final fue Iván, a quien todos apodan “Tarzán”, el que terminó imponiéndose frente a Mauro; pero al final ambos terminaron recompensados.
Marley le pidió al ganador que elija a tres compañeros más para gozar del beneficio y él terminó eligiendo a Goldi (”fue el único que me alentó”, dijo), al subcampeón del juego y a Francisco. Todo esto se dio mientras un cocinero perfumaba el aire selvático con el aroma de las papas fritas, de la carne a la plancha y de la panceta. En frente de todos estaban los perdedores, quienes no solo no pudieron hacerse del premio sino que tuvieron que soportar al ver cómo los ganadores lo saboreaban frente a sus caras.
“Es el momento morbo del día”, definió Agustín P lo que pasaba. “Momento tortura”, fue más allá Aixa sobre la situación, mientras Juan Pablo prefería bajar la vista mientras el cuarteto se chupaba los dedos el queso derretido, daban grandes bocados y se tomaban vasos de gaseosa que también eran parte del triunfo. “Se me hace agua la boca, chabón”, agregó Eugenia.
“Me pareció una crueldad gigante que nosotros tengamos que ver cómo otra persona se come una hamburguesa. Traté de no mirar, pero fue la única vez desde que estoy acá que sentí que la panza me hacía mucho ruido y se me caía la baba”, señaló Juanchi, después. “Sentí envidia. No lo pude controlar, pero había algunos que estaban peor que yo”, contó.
Baltasar no pudo soportar lo que estaba viendo. “Era lo único que quería”, dijo, haciendo pucherito mientras Martina, a su lado, se tapaba la cara para evitar la escena. “La hamburguesa es mi comida favorita de la comida rápida y mi mayor debilidad es la panceta. Justo cuando vi ”, se lamentó.
En ese momento fue Eugenia quien manifestó su molestia por el lugar que les tocaba. “Bueno, ya estaríamos con sufrimiento. ¿No? ¿Podemos irnos a buscar un coco, Marley? ¿Podemos irnos a buscar un coco?”, lanzó, enojada. Mientras tanto Goldi pedía más mayonesa para su plato y Mauro se guardaba papas fritas en un bolsillo de su musculosa. “Es para después”, dijo, risueño.
Pero un inesperado momento se dio cuando Malena se percató de que los cuatro beneficiados eran hombres y que ninguna de las participantes había sido elegida. “Al final Fiorela tenía razón. Acá nunca eligen a las mujeres”, se despachó, volviendo a poner en tela de juicio las alianzas masculinas que fueron tejiendo y que tuvo en las dos primeras eliminaciones de la unificación a Fiorela como a Inés.
En ese momento se desató una ola de acusaciones. “Veníamos de un concejo de eliminación en donde se nos acusó de machistas, de eliminar chicas y de no darles voz ni voto. Entonces, ¿en el primer beneficio que tenés elegís a cuatro hombres? Me parece que era un momento para dar un mensaje y decir ‘chicas, estoy con ustedes’”, afirmó Juan Pablo.
“Creo que no tiene esa inteligencia social para entender que este juego no se gana con fuerza sino que también se gana con cabeza y con tratar de quedar bien con más gente y no con uno mismo o con tu mejor amigo. Me parece que a la larga le va a terminar jugando en contra”, pronosticó, sobre la jugada de Tarzán.