A finales de los ‘90, Daniel Agostini ya era un consagrado cantante de la movida tropical, que luego de apenas tres años al frente del grupo Sombras -donde irrumpió con clásicos inoxidables como “Boquita de caramelo” y “La ventanita”- ayudó a popularizar el género más allá de sus fronteras. En 1997, entendió que era el momento de emprender su camino en solitario y desde entonces cada uno estuvo por separado.
Para el año 1999 se presentó en el ciclo Venite con Georgina (Azul TV), el 21 de septiembre, el Día de la Primavera, y en ese instante entró una carroza al estudio y ahí estaba ella, Nazarena Vélez. “Él fue a cantar, bailamos, hubo un par de miradita y mientras yo hablaba con Georgina miraba para allá y él me miraba. Hubo un intercambio de teléfono rápido”, relató ella tiempo después, sobre el flechazo que los unió.
Por entonces, la rubia había trabajado en varios comerciales y se había hecho un nombre al frente de A pleno sábado como coconducora de Hernán Caire. Con el ex Jugate conmigo, vivió un romance que terminó en 1998 con fuertes denuncias por malos tratos, violencia y exhibición de armas.
Un año después llegaría Agostini a su vida, y a los pocos meses de ese especial Día de la Primavera, llegaría el momento de casarse en Villa Carlos Paz, y fruto de esa relación nació Gonzalo -el Chyno, tal su nombre artístico- quien tiempo más tarde quedaría en medio de una batalla entre los dos mayores, con giros inimaginados.
Los años tormentosos
La relación del matrimonio, puertas para afuera, era idílica y nada hacía sospechar de lo que se vivía puertas adentro. Los celos del músico comenzaban a hacerse más notables en momentos en que la actriz y vedette sumaba trabajos y su nombre se reflejaba en las marquesinas de los teatros y en las tapas de revistas.
“El último año con Daniel ya era que estábamos por el Chyno. Había mucho amor, pero me inflé las pelotas. A él no le gustaba que yo trabaje, y yo me fui a trabajar con Gerardo (Sofovich). Empecé a hacer las tapas de Paparazzi y a él no le gustó”, contó tiempo después en LAM, cuando hizo un repaso de la relación y enfatizó que siempre le fue fiel al músico. “Al tiempito, como yo ya estaba muy desgastada, arranqué a caravanear, ¡pero cagar, no lo cagué!”, aclaró.
Pero lo dicho, esto permanecía en la intimidad. En el 2006, se presentaron en Intrusos, juntos y acaramelados, sentados en el mismo sillón con la actriz reposada sobre su hombro. Agostini mostró el tatuaje que se había realizado en honor a ella y que pretendía poner fin a los cortocircuitos en la relación: “Esto es muy importante, porque no se borra más, significa fidelidad y amor”, señaló el cantante, que aseguró haber dejado atrás los celos: “Traté de comprenderla, porque en su momento yo no entendía que esto era parte del juego. Yo no entendía que ella estaba trabajando y que la exposición física está buena porque a la gente le gusta y consume eso. Yo no lo entendía”.
Por entonces, la pareja transitaba uno de sus tantos vaivenes y el exSombras manifestó estar haciendo buena letra. “Estamos viviendo juntos, pero de novios, estoy haciendo méritos, pero esto es un 50 y 50, porque ella es complicada también. Lo bueno es que el amor está y si ella no me hubiera dado una oportunidad para demostrarle lo que yo la amo, no habría reconciliación posible”. Por su parte, Nazarena se refirió a lo que se vivía en el hogar, con sus llantos por los cuestionamientos del músico ante cada información errónea que se ventilaba en la prensa.
Como si fuera un reflejo de su vida, el corte mostró otra cara en la relación. El tatuaje, las declaraciones de amor y los giros románticos quedaron sepultados por las palabras de Agostini: “Estás muerta para mí. Igual no te olvides que ya no me amás más. Lamentablemente esto se terminó”, mientras ella seguía en silencio. No hace falta aclarar que el vínculo terminó de romperse, ahora sí, ante la opinión pública porque las cámaras nunca pararon de grabar y registraron el tenso momento.
En paralelo a la batalla mediática se libró la de la tenencia del menor, con encuentros en Tribunales y declaraciones cruzadas. Y tendría su punto más álgido en 2013 cuando ella se encontraba realizando una gira teatral y Gonzalo quedó durante tres meses al cuidado de su padre, sin intenciones de éste de que el menor se vea con la madre. Entonces, ella se presentó en la casa de su ex, en Ciudad Evita, y le destrozó el auto. “Me vine de Córdoba, donde estaba haciendo Los Grimaldi, y le rompí el auto. Tuve que contratar a Beccar Varela (por el abogado), fue todo un lío. Me saltó la térmica, lo tenía al Chyno con una reja y así lo abrazaba”, rememoró Vélez.
La panelista no escatimó en detalles sobre el caos que generó en aquel violento episodio: “La puteé a la mujer, no sabés cuánto. ‘Pero flaca, abrime la puerta’. Ahí le rompí el auto y le secuestré al perro. Un asco. Pero yo estaba loca. Saca lo peor de mí”.
El tiempo pasó y Nazarena logró rehacer su vida. Luego de la trágica muerte del productor Fabián Rodríguez, con quien tuvo a su hijo menor, Thiago, se enamoró de Santiago Bocha Caamaño, con quien se muestra en plenitud. Así transitó sus últimos años, mientras Agostini se focalizaba en su carrera y se alejaba de los escándalos mediáticos. Hasta que la batalla sumó un nuevo capítulo.
Durante la última emisión de LAM, luego de que Fernanda Iglesias revelara que el cantante estaba con problemas judiciales con algunos de sus músicos, Nazarena soltó que ella había recibido una notificación. “Me mandó una carta documento el otro día para decirme que si hablaba algo acá o si se tocaba el tema nos iba a mandar una carta a mí y a todos”, aseguró, sorprendiendo al panel. “¡Después de 20 años siento que retrocedí! A vos me dijo que te iba a mandar”, le comentó al conductor Ángel de Brito.
Un rato después, estaba pautado que Agostini se presentara en los estudios de América para estar en Noche al Dente, el programa que le sigue en la grilla a LAM. Y en la puerta lo esperaba el móvil de LAM, para conocer su versión de lo que acababa de decir Nazarena. “Yo no desmiento nada. No estoy dando declaraciones porque esta es una rueda que no termina más”, expresó ante la prensa que lo esperaba a su ingreso. “Sabés como la conozco a esta, mamita. Tengo 30 años de carrera. ¡Beso grande!”, lanzó, irascible.
De vuelta en el piso, calificaron su comportamiento como “medio agresivo”. Nazarena se negó a hablar del tema. “No sé si le tengo miedo. No tengo más ganas. Me agostó mucho psicológicamente, mucha pelea y estar distanciada con el Chyno no me gusta. Es un deja vu horrible”, sentenció.