Mario Pasik, el repaso de su vida de artista y el inesperado éxito de Legalmente Rubia: “Se construyó algo muy profundo”

El actor es uno de los atractivos de la obra protagonizada por Laurita Fernández, donde aporta una nueva faceta a su larga galería de villanos. Sus comienzos informales y callejeros en el oficio, el reconocimiento de los jóvenes y el susto médico que lo alejó de las tablas

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Mario Pasik mano a mano con Teleshow: el repaso por su carrera y un presente tan inesperado como excitante (RS Fotos)
Mario Pasik mano a mano con Teleshow: el repaso por su carrera y un presente tan inesperado como excitante (RS Fotos)

La imaginación sin límites y la postal de un tiempo que ya no existe son lo suficientemente tentadoras para dejar entrar a la nostalgia. Mario Pasik achina los ojos, mira fijo el horizonte y se remonta a su infancia, cuando la vocación artística irrumpió con la fuerza de lo inevitable. Las cuadras del barrio, de Versalles primero, de Villa Crespo después, fueron el escenario de una obra con guion espontáneo y reparto impulsivo que se reinventaba tarde a tarde. “Dale que yo era cowboy”, primereaba uno. “Dale que yo era ladrón”, se anotaba otro. “Dale que yo era policía”, o súper héroe, o lo que fuera, y así se armaba el elenco en la vereda, con extras tan involuntarios como necesarios. “Con el tiempo, me di cuenta que uno construyó su carrera en base al ‘dale que yo era’, porque ese juego era una forma de hacer teatro”.

Mano a mano con Teleshow, el actor rebobina la historia de su vida en un restaurante sobre calle Corrientes, esa que conoce y que va a reflejar con precisión cartográfica a lo largo de la entrevista. Su hablar es pausado y reflexivo, con ese tono de voz tan característico con el que supo dotar a sus personajes. A sus 73 años, mantiene intacto aquel espíritu lúdico y cada noche juega al dale que yo era un director universitario malvado e inescrupuloso en una comedia musical. Y si bien no termina de creerlo, sonríe agradecido ante el reconocimiento de propios y extraños. Porque lo muestra en un formato diferente para hacer brillar su estirpe clásica de galán y villano al borde del grotesco. Lo conecta con las generaciones que crecieron aprendiendo a querer a malvados entrañables como el Germán Villanueva de Verano del 98 o el Carmona de Son amores. Y cada aplauso del público lo emociona como la primera vez.

La propuesta para Legalmente Rubia, el éxito que protagoniza Laurita Fernández en el Teatro Liceo, le llegó por sorpresa. Y quizás por eso lo sedujo especialmente y se lanzó al desafío con espíritu aventurero. “Yo no había visto ni la película”, admite el actor que descansó en el ojo intuitivo de los productores, Carlos Rottemberg y su hijo Tomás, a quienes conoce de toda la vida. Entre charla y charla se fue metiendo en la historia de Elle Woods. Vio la película con Reese Witherspoon, las diversas adaptaciones a los musicales y se entusiasmó. “Me fui dando cuenta de que aquella película de éxito se había convertido en un gran espectáculo. Y que de algo suave y lineal se había construido algo un poco más profundo”, dice para presentar al profesor Callahan, otro malvado para su colección.

Mario Pasik como el profesor Callahan y Laurita Fernández como Elle Woods en un cuadro de Legalmente Rubia (Gentileza: Prensa)
Mario Pasik como el profesor Callahan y Laurita Fernández como Elle Woods en un cuadro de Legalmente Rubia (Gentileza: Prensa)

Asociado a la comedia dramática en teatro y televisión, Mario cuenta con algunos pasos por los musicales. Por ejemplo, El violinista sobre el tejado, con el protagónico de Raúl Rizzo. “Un tipo increíble, pero te estoy hablando de cuando la vida era en blanco y negro”, aclara, en una de las tantas humoradas con las que condimenta la charla. Después hizo Cabaret con Carlos Perciavalle y Andrea Tenuta en el Metropolitan, y más acá en el tiempo, Camarera, con Josefina Scaglione y Felipe Colombo. “Me gusta mucho lo que sucede en la comedia musical, se arma una energía muy especial en cada elenco y lo estoy constatando en esta obra. La estoy pasando muy bien”, asegura, y pasa a elogiar a los jóvenes, a quienes considera los verdaderos protagonistas.

Al frente del equipo está Laurita Fernández, con quien Mario no había trabajado y a quien destaca especialmente. “Tiene el peso tremendo de llevar la obra y, en un espectáculo como este, es esencial que quien lleva ese peso tengo la mejor actitud, no solo profesional, sino de energía y de buena persona”, afirma, y recibe la pared de la rubia. “Es un lujo trabajar con Mario. Es de los mejores compañeros que he tenido jamás. Me divierto mucho con él, es muy atento. Y es un villano con una faceta cómica muy graciosa que pone al servicio de la comedia. Yo me muero de risa con Mario, es de las pocas personas que no puedo mirar mucho a los ojos porque me tiento”.

Mario Pasik y Carlos Rottemeberg, dos vidas al servicio del teatro
Mario Pasik y Carlos Rottemeberg, dos vidas al servicio del teatro

El mano a mano con Infobae se produce en medio de los festejos por el éxito de la comedia, que seguirá en cartel al menos hasta finales de septiembre. Mario recibe los saludos y las felicitaciones que son por esta obra naturalmente, pero también por esa trayectoria y oficio que destacan desde la protagonista hasta cada integrante del staff. Y también es una sensación de alivio por el susto de junio pasado, cuando vivió un delicado episodio de salud. “Estuve 15 días internado pero una vez que pasó fue bienvenido, porque seguramente detonó algo que se venía gestando de un tiempo antes. Ahora me siento cada vez mejor”, dice con la media sonrisa marca registrada, la misma con la que saluda después de cada función para bañarse en esos aplausos que siempre resuenan como los de la primera vez.

—¿Cómo tomás el fenómeno de la obra?

—Se produce, por un lado, porque hay una enorme necesidad de la gente de vernos, una necesidad de acudir a espacios de reflexión profunda, pero también hay otra necesidad de pasarla bien, de entretenerse. Lo puedo advertir a la salida de la obra, cuando hablo con el público y me cuentan que se encuentran con mucho más de lo que esperaban. Pese a que el boca a boca es muy eufórico, la realidad lo supera. Cada noche me lleno de aplausos, que es una de las cosas que más extrañé durante la pandemia, cuando veo a la gente entusiasmada, agradecida. Hicimos un esfuerzo y se van encantados de la vida. Eso me hace bien y no es poca cosa.

—Hay un boom con el teatro musical, sobre todo entre el público más joven.

—Es muy gracioso lo que me pasa en la obra, porque yo estoy componiendo un hombre mayor y le llevo un amplio margen de edad a todos. Y que de pronto cuando hablan conmigo se les transforma la mirada. Es público de Verano del 98, de Son amores y esa charla los traslada a la niñez, me cuentan que me veían con sus padres o sus hermanos. Algo se transforma ahí y es una sensación muy placentera. Yo me les metí en el living cada noche, cené con ellos, es una complicidad que solo se genera desde el lugar que te abren la puerta de su casa. Y yo soy muy sensible a eso y me doy cuenta sobre todo en aquel momento en el que la ficción tenía otro registro en nuestra realidad creativa. Lamentablemente esos tiempos pasaron y se fueron transformando en otra cosa.

Mario Pasik empezó a actuar de adolescente y le contagió la pasión por el oficio a su hermano mayor, Salo
Mario Pasik empezó a actuar de adolescente y le contagió la pasión por el oficio a su hermano mayor, Salo

—¿Cómo te llevás con ese reconocimiento?

—Es parte de nuestra vida. Nunca fui de los que se tenían que escapar en la calle porque se le venían encima. Sí tuve mucho reconocimiento y mucha complicidad, porque por mi tipo de carrera, podían llegar a odiarme por los papeles que me tocaban, pero también se han cagado de risa. En la época de Verano o Son amores, cuando iba a un shopping con mis hijos era impresionante la cantidad de público que se nos venía. Y yo le decía a los chicos “esto pasa, ya va a pasar, no crean que es siempre así. Son rachas”. Soy consciente de que esta profesión es un constante transitar por distintos momentos y no es mi objetivo permanecer en ese lugar de alta exposición. Yo me defino como un laburante de todo esto, pero cuando llega, es bienvenido.

El escenario que Pasik añora marcaba la familia en torno al televisor, promedios de 30 puntos de rating y una permanencia en pantalla de, al menos, un año. La charla en el colegio o en el trabajo y la continuidad en el día a día, casi como una extensión de la vida misma. Lo contrario a lo que ocurre en la actualidad, donde los fenómenos son quizás más intensos pero seguramente más efímeros. “Es una realidad que nos acompaña a nivel mundial. Me acuerdo hace no demasiados años que en la premiación del Oscar estaban contra las plataformas, y ahora son parte del universo creativo”, analiza el actor, y se dispone a hablar puntualmente del fenómeno argentino.

—¿Cómo ves la situación de la ficción?

—A diferencia de lo que pasa en Hollywood, acá tenemos muchos problemas con la producción. Estamos en un momento dificilísimo, y yo lo lamento, porque talento hay de sobra, en lo actoral, en lo técnico, en las facturas, en los libros, en las ideas. Y creo que por eso se ha volcado toda la franja actoral hacia el teatro. Hay unos 200 espectáculos en cartelera, venís un domingo a las 5 de la tarde y está todo lleno. El público joven quiere ver teatro. Mientras tanto, esperemos que esto mejore que podamos reflexionar y que puedan reflexionar también las autoridades como para darse cuenta de que es una manera de plantar las semillas de una identidad.

Con el profesor Callahan, Mario Pasik suma un nuevo villano a su galería
Con el profesor Callahan, Mario Pasik suma un nuevo villano a su galería

—¿Creés que el artista debe comprometerse con el tiempo en el que vive?

—Yo creo que sí, al menos en mi caso puedo atender a distintos colores de la paleta. Cuando empecé a estudiar esto, de muy pibe, desde las escuelas de teatro estaba mal visto que apareciéramos en televisión, y yo realmente no me hice ningún conflicto. En ese momento trabajaba en un taxi, y siempre andaba con una carpetita con mis fotos, y las repartía en los canales. Así fue mi comienzo, y así fue como empujé esta historia con toda la energía de la convicción.

—¿En tu casa apoyaron esa decisión?

—No tuvieron otra (risas). Al principio un poco se resistían, ya habían insistido con que haga comercial y fue un desastre. Pero al muy poco tiempo de empezar tuve muy buena recepción y cuando hice Un mundo de 20 asientos que tenía un rating casi como Rolando Rivas, ya les apareció el orgullo.

—¿Ahí te recibiste de actor?

—Qué se yo... Esta es una carrera que intento correr cada vez menos, pero estoy siempre preparado para estar bien. Me fui dando cuenta que era actor a medida que empezaban a suceder cosas y me llamaban cada vez de más lugares. Pero tampoco es que hice un plan, simplemente fue sucediendo.

Complicidad arriba y abajo de las tablas: "Me muero de risa con Mario, es de las pocas personas que no puedo mirar mucho a los ojos porque me tiento", dice Laurita Fernández sobre Pasik
Complicidad arriba y abajo de las tablas: "Me muero de risa con Mario, es de las pocas personas que no puedo mirar mucho a los ojos porque me tiento", dice Laurita Fernández sobre Pasik

Fotos / RS Fotos - Gentileza Legalmente Rubia

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