El sábado 10 de agosto a la tarde, durante la emisión de Pasión (América TV), Marcela Baños dio a conocer que Belén Fernández (30), la última ganadora de Pasión Canta, murió luego de varios meses de atravesar una enfermedad. “Le enviamos un cariño más que grande a toda su familia”, dijo la conductora. Doce días después, Teleshow se puso en contacto con la madre de la joven, María Fernanda Fernández, quien contó detalles de la vida de la cantante: desde los comienzos de su carrera al dolor de las últimas semanas.
Belén nació en la localidad bonaerense de Monte Grande, partido de Esteban Echeverría, donde dio los primeros pasos en la vida y en su carrera musical. “Era una nena muy tranquila. Yo siempre digo que no sé en qué momento creció porque jamás me dio trabajo. Ella era muy amiguera: los amigos del barrio son los que tenía de chiquita y los que la acompañaron en el último tiempo”, contó la mujer.
Según el relato de su madre, Belén comenzó a cantar desde muy pequeña. “Lo heredó de su abuelo, es decir, de mi papá. Su talento lo descubrió un pastor de la iglesia en la que congregábamos y, durante muchos años, cantó en los coros. Después dirigió la adoración y la alabanza hasta que cumplió 20. A partir de esa edad, comenzó a cantar en karaokes y participó de algunos concursos. Aunque cantaba de todo, lo que más le gustaba era lo melódico, también hacía algunas cumbias románticas. Todo le quedaba bien”, aseguró María Fernanda.
El salto lo dio en 2019, luego de que se consagró ganadora de Pasión Canta. Si bien el reality la volvió más conocida, su carrera no logró despegar del todo debido a la llegada de la pandemia. Pero una vez pasado el período de aislamiento, la joven se convirtió en miembro de una banda llamada La B y La C, con la que grabó dos canciones y un videoclip.
—¿Cómo surgió la idea de presentarse en el casting?
—Ella se mandó. Fue así nomás y, después de que llegó, se quería volver porque la gente estaba muy producida y ella ni siquiera se había maquillado. Le contó a una amiga mía, a quien le decía ‘Tía’, y le pidió que no fuera a verla porque iba a volverse. Pero mi amiga fue hasta el lugar y se quedó esperándola. Lo que recuerdo, según me contó, es que entraban de a diez personas y a todas les hacían cantar un pedacito de una canción. Entonces arrancaban y les decían: ‘Muchas gracias’. Belén cantó un tema de Thalía, con el que ganó el programa, y lo cantó entero: la dejaron cantarlo completo. Días después, la llamaron.
—Y después de esa primera audición, ¿cómo llegó a consagrarse ganadora de Pasión Canta?
—Primero pasó a la etapa de la tele, creo que fue dos veces. Después, cuando llegaron a los 29 finalistas, pasó a la radio, donde iban a cantar en vivo una vez a la semana. Luego de ese tramo los agarró la pandemia y todo se acotó a los videos. Me acuerdo que cuando salía para la radio desde casa, había que hacer silencio, alumbrarla mientras cantaba y conseguir las pistas. Finalmente ganó, firmó el contrato y, más o menos cinco meses después, grabó algunos videos, unas canciones y ensayó. Pero como todavía no había fecha para debutar en la tele, quedó todo ahí. En el medio se enfermó. Yo hablé con la producción y pedí suspender todo porque en un viaje a Olavarría se descompensó y no la pasó bien.
—¿Cuándo le diagnosticaron la enfermedad?
—Todo comenzó el 29 de agosto de 2023. Ella estaba con algunos problemas hormonales, tenía un poco de sobrepeso, entonces todo se lo atribuían a eso. Si el período menstrual no llegaba o, por el contrario, le duraba más días, no lo consideraban grave o fuera de lo común. Más adelante, tuvo una hemorragia, así que la llevé a la guardia y el médico que la atendió dijo que tenía que quedarse. ‘Ese útero no está bien’, le comentó. Al otro día le hicieron una biopsia y, un mes después, el 4 de octubre nos llamaron para que fuéramos a una reunión con los médicos. Ahí nos dijeron que tenía un cáncer de útero desde hacía ocho meses y que ya estaba en un grado 3.
—Una vez recibido el diagnóstico, ¿cómo siguió el proceso?
—Enseguida la interné en el Marie Curie y empezó el tratamiento. Arrancó quimio y radioterapia, pero el tumor era mucho más fuerte y empezó a manifestarse. En enero estuvo internada 23 días; en febrero, 25. Salió y el 27 cayó internada otra vez. Volvió a salir un mes después, el 27 de marzo, pero ya no se recuperó más. Estuvo dos meses sin poder levantarse de la cama. El 6 de agosto cumplió 30 años y, ese mismo día a la mañana, convulsionó en casa y tuvimos que llevarla al hospital de urgencia en una ambulancia. Cuando llegamos nos dijeron que tal vez no pasaba las 24 horas, pero la peleó cuatro días más.
—¿Qué hizo Belén cuando le dijeron que tenía cáncer?
—Lo primero que me dijo fue: “Le vamos a dar batalla”. Nuestra vida siempre fue así, una vida de lucha, una vida difícil y siempre dándole pelea a todo. Cuando la situación se complicó y me dijeron que no iba a haber tratamiento, yo decidí pasarle menos información porque tampoco quería que ella se deprimiera y la pasara peor. El 16 de julio nos citaron y nos dijeron que le quedaba un mes o menos de vida. Nos dijeron que cambiáramos el día del festejo de su cumpleaños, una fiesta organizada con mucho sacrificio entre toda la familia y amigos; pero no llegó a disfrutar ese día porque, si bien nos dejaron llevar una torta mientras estaba internada, ella no se acordaba de nada.
—¿Cómo fue la despedida?
—Sabíamos que iba a llegar el momento, pero una cosa es saberlo y otra vivirlo. Cada día cuesta más. Sé que el día del velatorio estuvieron las chicas del club de fans en la puerta y no quisieron entrar para no molestar, pero estuvieron acompañando. Belén tenía muchas seguidoras. Hubo gente que se acercó a darme el pésame y que no sabía ni de dónde la conocían, pero me decían lo mucho que la querían. El jueves, un grupo de personas que la acompañó en los karaokes y en los concursos locales se juntó para hacerle un homenaje y estuvo muy lindo. Saber que la gente la quería, me da la pauta de que hicimos las cosas bien.
—¿De qué manera se sigue adelante?
—Tratando de reinventarnos, de aprender a vivir de nuevo, porque desde el 10 de agosto es una vida nueva. Antes éramos cuatro, ahora somos tres. ¿Viste que a veces uno dice: ‘No se lo deseo ni a mi peor enemigo’? Y no. La verdad es que esto no es deseable para nadie. Hoy volví al cementerio: fui el día que la dejamos y recién hoy pude volver después de diez días. Y mientras estaba ahí le dije: “Yo soñaba con ir a verte a los escenarios y mira a dónde te vengo a visitar”. Es muy triste. Lo único que pido es que aquella persona que la conoció o que compartió el escenario con ella, no la olvide. Me gustaría que la mantengan viva a través de su música, en una canción, eso ya sería un montón.
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Como María Fernanda tuvo que dejar de trabajar para acompañar a su hija en el tratamiento, se inició una colecta para que la familia peda solventar los gastos que tuvieron que enfrentar en los últimos meses. “La colecta es para ayudarnos a nosotros, lo del sepelio ya está, pero esta enfermedad no solo se lleva a tu ser amado, sino que en mi caso me dejó con deudas, sin trabajo y sin algunas cosas que tuve que vender para sustentarnos. Por eso es que la gente que me conoce está armando algo como para ayudarnos”, concluyó.