Por si algo le faltaba, este año, Ángel de Brito se subió a la carrera del streaming con Bondi Live, el canal de Mandarina Contenidos que debutó el pasado 29 de abril, y ya se instaló dentro del Top 5 de vistas en vivo. Como si fuera poco, su programa, #ÁngelResponde ocupa el tercer puesto durante la franja del mediodía detrás de Olga y Luzu. “El streaming tiene un poco de mezcla de la tele y la radio. Es un mundo muy dinámico, se va modificando todo el tiempo. Me gusta porque puedo mostrar otra faceta que no tiene que ver con la de la televisión. No hago algo parecido a LAM”, dice el conductor desde la terraza del estudio montado en el cuarto piso de la productora, ubicada en el barrio porteño de Palermo.
Es un viernes fresco pero soleado de agosto y Ángel acaba de despedir a la audiencia de su programa por el que pasaron desde Romina Manguel hasta Nelson Castro para hablar del tema del momento: las fotos y los chats de la denuncia por violencia de género de Fabiola Yáñez contra el expresidente Alberto Fernández. “Anoche se dio a conocer todo esto, así que hoy estamos en un día muy particular en el que todos los medios hablan de lo mismo. Lógicamente, cada uno con su impronta”, dice a Teleshow.
En esa búsqueda por diferenciarse, el conductor tiene muy claro la credibilidad que logró construir frente a la audiencia y en base a su carrera como Comunicador. “Desde que arranqué a trabajar en periodismo, yo busco la certeza, o sea, si voy a contar algo, un dato, un embarazo, una pelea, o que alguien que se va de un canal, quiero hacerlo con el dato concreto. No me siento a inventar historias de nadie. Así surgió el #AngelResponde. Me preguntan y contesto lo que sé o lo que opino de algún tema en particular. Sé que la gente me ve como el referente del espectáculo o del chimento”, asegura y reivindica este último término.
“El chimento es la base de la información. Lo que pasó con el expresidente arrancó como algo que se decía, como un chimento, y hoy estamos viendo las pruebas de todo esto”, agrega Ángel y se prepara para dar comienzo a una entrevista en la que hablará de todo: desde su nueva faceta al frente del canal de streaming, pasando por su vida fuera de cámara hasta las primicias que se guarda.
—Tu programa #ÁngelResponde (Lunes a viernes de 12 a 14) es el más visto de la grilla de Bondi Live.
—Paradójicamente, se llama #ÁngelResponde, pero es #ÁngelPregunta. Yo creo que mi pregunta arrastra. Nos divertimos mucho. También me ven en otra faceta que no tiene que ver con la de la televisión. No hago algo parecido a LAM. A veces los programas se tocan porque el tema del día es el espectáculo, pero en general trato de hacer un producto distinto. Las entrevistas son diferentes, son más biográficas o de anécdotas y no tan de la coyuntura. Un día hablamos de un deporte, otro día hablamos de alguna anécdota de alguien de la mesa… es muy variante y dinámico el mundo del streaming. Es como más parecido a la radio que a la tele, que la tele va siempre por un camino más cuadrado.
—¿El ciclo ya tiene una identidad o todavía la está consolidando?
—Creo que ahora la tiene. Al principio fue prueba, error, prueba, error y, después, el tiempo nos fue dando un camino. Obviamente que se va a ir modificando, como pasa con cualquier tipo de programa; pero estoy muy contento con los números: en tres meses y medio de streaming, de cero, alcanzamos números excelentes. Estamos marcando algunos récords muy importantes. Tenemos más de 100.000 suscriptores y más de 20 millones de vistas, que es un montón. Así que estamos felices.
—Cuando arrancaron los primeros streamings, se banalizó un poco el formato. Después de poner en marcha Bondi Live, ¿qué dirías respecto a ese prejuicio?
—Los medios parecen sencillos hasta que los tenés que hacer. Hasta que armás un portal y necesitás que la gente entre a clickear. Lo mismo con la radio, lo mismo con la tele. Me parece que... Obviamente, Nico (Occhiato) fue precursor. Fue el primero que dio el golpe, digamos, porque la vio con respecto a YouTube e hizo lo que él quería hacer y lo que le marcaban sus seguidores, su comunidad, son todos nichos. Hoy hay 200 streamings, cada uno hace una cosa distinta y me parece que es un lugar muy amplio para trabajar.
—Dentro del mundo del espectáculo tu palabra es, podemos decir, sagrada. ¿Sentís esa responsabilidad a la hora de informar?
—Desde que arranqué a trabajar en periodismo, yo busco la certeza, o sea, si voy a contar algo, un dato, un embarazo, una pelea, o que alguien que se va de un canal, quiero hacerlo con el dato concreto. No me siento a inventar historias de nadie. Cuento lo que sé, lo que me contaron de primera mano y eso construye credibilidad, a lo largo del tiempo, en cualquier tipo de carrera, sea en el deporte, en la política, en el espectáculo. Por eso la gente me pregunta y yo contesto cuando sé. Si no sé, prefiero pasar de tema. Así surgió el #AngelResponde, en las redes ¿no? Me preguntan y contesto lo que sé o lo que opino de algún tema en particular. Sé que la gente me ve como el referente del espectáculo o del chimento. En las redes me buscan por lo picante. También sé que estoy en ese lugar y bueno, me divierto con eso.
—¿Creés que en algún momento tendrás un sucesor?
—No me siento sucesor de nadie porque soy muy distinto a los periodistas de espectáculos anteriores a mí. Yo creo que cada uno va buscando su lugar en el medio, cada uno lo hace y lo arma a su manera. Y siempre hay una época en donde se destaca más uno que otro y después ese uno se cansa de hacer eso y se va para otro rumbo. Son modas y son tendencias. Y es muy personal también. A veces te aburrís de lo que estás haciendo y querés cambiar.
—Hablando de cambios, este año incorporaste hombres (Pepe Ochoa y Fefe Bongiorno) a LAM.
—Sí. Igual, me divierte más trabajar con mujeres: son más inteligentes. Con las bondades y las maldades que eso implica.
—¿Cuál es tu secreto para elegir a las “Angelitas”?
—Poca gente lo sabe, pero yo trabajé en Canal 9 como jefe de casting, cuando Daniel Hadad era el dueño del canal. Fueron tres años en los que se me entrenó mucho el ojo: elegía desde actores para ficciones hasta cronistas para móviles y panelistas. Cuando se dio la posibilidad de conducir LAM, al principio no pude elegir a las “Angelitas” y se armó como se armó. Después sí pude elegirlas y la idea era que todas fueran distintas. Hoy, de hecho, son mitad mediáticas, mitad periodistas y no todas recibidas formalmente en una carrera, sino que muchas hicieron oficio, al aire, como Yanina (Latorre). Y tenemos un poco de primicia, un poco de reality, un poco de talkshow... . En LAM hacemos streaming antes de que haya streaming, porque las chicas siempre compartieron su vida. Siempre ha sido algo muy del debate genuino. A veces termina mal, a veces termina mejor. Pero me parece que la gracia es esa: que somos genuinos, nos vamos al pasto, decimos las cosas mal, decimos las cosas bien. Un poco de todo.
—Las peleas, ¿son de verdad o las exageran un poco?
—Siempre son de verdad. Lo que yo trato es que después haya buen clima. A veces no se puede. Con algunos elencos me salió mejor; con otros, peor. En este estamos muy bien. O sea, vamos a comer y a veces seguimos discutiendo en la comida, pero todas se hablan, todas se tratan bien. Se matan al aire porque todas tienen mucha personalidad y muchos años en el medio. Pero trato de que, los cumpleaños, por ejemplo, los vayamos a festejar todos juntos. Hay paz. En este elenco hay paz.
—¿Te sentís un “intocable”?
—No. Cero. Me tocan todo el tiempo, pero no me interesa mucho igual tampoco. No le doy mucha importancia. Me pasaba en el Bailando por un sueño, todo el tiempo había algún conflicto o me señalaban por algo. Y con LAM también, porque es un género que genera mucho morbo, mucha atracción, mucha opinión, mucha bajada de línea de otros, de qué está bien, qué está mal o hasta dónde. Pero en general, sí hablan de mí. Yo no les doy importancia: no trabajo de famoso. Siempre lo aclaro. No es que yo voy a generar un contenido para que se hable de mí o de mí vida personal. Sí, de las cuestiones laborales: de la competencia con otros conductores, con otros programas o de las internas de los canales, en esas cosas sí me prendo. Después, la vida personal la dejo donde tiene que estar, que es en el ámbito de lo privado.
—Un poco te reprochan que mantenés tu vida privada oculta...
—En el streaming están acostumbrados a que ellos tienen que hablar de su vida privada, porque si no, no le importan a nadie. Y por ahí son cholulos, porque por ejemplo, el otro día fui a Sería increíble (Olga) y me sacaron el tema de la Selección, que había muchas internas y que también se hablaba de infidelidades de los jugadores. En cuanto dije: “Sí, hubo infidelidades de los jugadores”, todos saltaron. “¿Quién, Quién? ¿Quién? ¿Quién?”. Y después que terminó el programa siguieron: “¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?”. O sea, el chimento siempre importa. Es la base de la información y a veces termina en escándalos tremendos.
—Sabemos que hacés cuatro horas de aire diarias. Ahora, ¿qué hacés en tu tiempo libre?
—Cuando estoy en mi casa casa, miro mucha televisión: me gusta ver de todo, lo que te imagines. Por lo general “el vivo” me tira más sobre todo para informarme de distintas situaciones. A la noche voy a la ficción, pero a los documentales. También entreno, hago mucho deporte, trato de meterlo a la mañana, y si no, cuando me voy de Bondi, entre un programa y otro. Y después tengo una vida normal, con familia, con amigos, con pareja. La vida que tiene cualquiera. Pero tengo cuatro horas diarias de “tuki tuki” al aire. Los fines de semana, descanso.
—Así como la gente cree en tu palabra, ¿hay alguien en quien vos creas indudablemente?
—Sí, un montón. Jorge Lanata, Nelson Castro, Mariana Fabbiani, Verónica Lozano… Sé que son personas que no van a mentir o que dicen lo que piensan. Gente genuina y que respeto. Susana Giménez, Mirtha Legrand, Marcelo Tinelli. Todos son referentes.
—Contaste varias veces que te tocó dar al aire la noticia de la muerte de Jorge Ibáñez y fue algo que te impactó. ¿Hay algún otro episodio que recuerdes, quizás más reciente, que también te haya impactado?
—Quizás no son las que conté, sino las que no pude contar, no quise o elegí no hacerlo, y que tienen que ver más que nada con las enfermedades de mucha gente que yo conocía, con la que trabajé, y que ya no está, como Juan Alberto Badía, Guinzburg o Gerardo Rozín. Después, de las noticias, me voy olvidando todos los días. Me pasa con los embarazos. Me dicen: “¿Te acordás que vos contaste mi primer embarazo?”. Y la verdad es que no me acuerdo porque en 20 años conté de todo.
—Cuando alguien te dice: “Estoy embarazada y quiero que lo cuentes vos”. ¿Qué te genera eso?
—Bueno, primero, agradecimiento porque es confianza. Quieren que lo digas vos. Qué sé yo. La última fue... Los últimos fueron Lizy Tagliani y Marley, que me escribieron especialmente -yo no les había preguntado- para que lo cuente. Son relaciones de años. Entonces tiene que ver con eso, con el vínculo, con la confianza. Obviamente, me gusta dar primicias. ¿Qué periodista no le gusta dar la primicia? Está buenísimo que eso pase.
—Falta muy poco para que se entreguen los Martín Fierro de la Televisión Abierta. Si tuvieras que hacer un diagnóstico de la tele hoy, ¿qué dirías?
—Yo soy pro tele, me encanta. Me parece que está yendo justamente a eso: al evento en vivo. Que en la televisión abierta van a quedar el entretenimiento, los realities, los grandes eventos deportivos o de espectáculos, como los Martín Fierro, los Juegos Olímpicos o la vuelta de grandes figuras, tipo Susana Giménez. Veo muy dificultosa la vuelta de la ficción. Con respecto al cable, diría que las señales de noticias están en su mejor momento, con mucho requerimiento de información pero, sobre todo, de opinión: los que solamente informan, no importan tanto; importan más lo que informan, opinan y bajan línea. Hay una búsqueda de consumir a quien opina como votaron.
Fotos y video: Alejandro Beltrame.