Diego Romay vuelve a la calle Corrientes: “El teatro es un fenómeno vivo y mi refugio de creación puramente artesanal”

El propietario y director del Teatro Nacional de Buenos Aires y del nuevo Teatro Alcalá de Madrid regresa al país con “Fitz Roy, secretos de montaña”. En una entrevista con Teleshow, habla de la elección de la obra de texto del dramaturgo Jordi Galceran, de la pasión que le inculcó su padre, Alejandro Romay, y de su mirada sobre la televisión actual

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Diego Romay estrena "Fitz Roy, secretos de montaña", la pieza teatral de Jordi Galceran (Fotos/Gentileza Diego Romay Producciones)
Diego Romay estrena "Fitz Roy, secretos de montaña", la pieza teatral de Jordi Galceran (Fotos/Gentileza Diego Romay Producciones)

Diego Romay está ansioso por volver a sentir esa adrenalina que lo mantiene en un estado de creación y producción absoluta. Este jueves 8 de agosto estrena Fitz Roy, secretos de montaña, la pieza teatral del dramaturgo Jordi Galceran, en el Teatro Metropolitan, en la calle Corrientes. Después de dos años, es su regreso a los escenarios porteños con una obra de texto, en la que se cuenta una historia atrapante, que oscila entre el drama y la comedia, en un juego de complicidad entre los actores y el público.

“Fitz Roy me atrapó desde que la vi por primera vez en el Teatro Borras, en España”, dice el director y propietario del Teatro Nacional y del nuevo Teatro Alcalá, de Madrid. Su voz se ilumina al hablar de su nuevo trabajo, que le llevó casi ocho meses, a solo dos días del estreno en Argentina. “En aquel momento, mis socios españoles me dijeron: ‘Es muy interesante esta última obra de Galceran’. Cuando entré y la vi me estimuló porque es un autor muy particular. Él tiene la capacidad maravillosa de poner a los personajes en situaciones límites de altísimo riesgo”, describe en charla con Teleshow.

Así fue como decidió poner en marcha todo el mecanismo que conoce y le apasiona. Con la dirección de Mariana Chaud y la actuación de un cuarteto de actrices consagradas —Romina Richi, Laura Novoa, Leonora Balcarce y Mara Bestelli— la obra cuenta la historia de cuatro amigas que escalan la montaña Fitz Roy, situada en el sur entre Argentina y Chile, y se enfrentan al mayor desafío de sus vidas y a su propio récord. Cada una con un secreto que terminará revelándose frente a un sinfín de verdades y mentiras. “Vuelve la voz, vuelve la palabra”, decía el querido Alejandro Romay, padre de Diego, considerado el “zar de la televisión argentina”. Y él repite la frase, aprendida amorosamente desde su infancia. Y la pone en práctica.

"Vuelve la voz, vuelve la palabra", el regreso de Diego Romay a la calle Corrientes con la obra de texto, Fitz Roy, secretos de montaña
"Vuelve la voz, vuelve la palabra", el regreso de Diego Romay a la calle Corrientes con la obra de texto, Fitz Roy, secretos de montaña

—¿Cómo te preparás para el estreno?

—Bien, tratando de controlar la ansiedad, el estrés y las ganas. Todo junto. Falta poquito, ya en la recta final.

—Después de dos años desde tu última producción en Argentina, con Grandes Valores del Tango, ¿qué te entusiasmó particularmente de Fitz Roy?

—Cuando descubrí la obra, me di cuenta de que es la pieza más paradigmática en términos de la expresión de este autor. En una dramaturgia tan compleja, el cuarteto de mujeres tiene una característica muy particular y se exacerban muchísimo las conductas de ellas. Quizás en esta obra es donde más se expresa esa idea de inestabilidad. Porque son cuatro alpinistas que están a 1.700 metros de altura, en una especie de refugio de alta montaña y a punto de hacer ascenso, mientras esperan que mejoren las condiciones del clima. Yo le pregunté a Galceran: ‘¿Por qué un autor catalán se inspira en una montaña del sur de América teniendo tantas en Europa?’. Lo que me dijo es que particularmente esta montaña, aunque no es de las más altas, representa un desafío enorme para los escaladores, porque es como una pared recta. Entonces los personajes están atravesados por esa situación de completa inestabilidad que les provoca estar en un pequeño cordón de un lateral de “la silla de los franceses”, el último tramo de la ascensión hasta la cumbre. Resulta que a esa altura ocurre un fenómeno que se llama “mal agudo de montaña”, que se produce cuando el oxígeno en sangre es muy poco, porque a medida que se va escalando las condiciones hacen que la mente empiece a desvariar. Entonces comienzan a generarse condiciones muy anodinas en las personas y ahí se pone en riesgo lo peor de cada una de ellas. El desafío de subir juntas se convierte en algo realmente exacerbado, deseado y, por momentos, catastrófico. Todo eso a mí me fascinó. Todo el universo de un equipo de mujeres, que podrían ser hombres, con confesiones, con secretos que esconden. Todo eso empieza a confluir en una suerte de acertijo para ver cómo hacen para subir esa montaña y recuperar la confianza. Abrirse a la honestidad brutal es necesaria para que se pueda realizar. Cuando la vi me apasionó, y me generó una adrenalina absoluta a la hora de producirla.

Diego Romay cuando era pequeño con sus padres, Alejandro Romay y Leonor "Lita" Rosio
Diego Romay cuando era pequeño con sus padres, Alejandro Romay y Leonor "Lita" Rosio

—Volver con una obra de texto es algo muy diferente a lo que venías haciendo...

—Volver al teatro de texto es maravilloso, porque me apasiona mucho. Mi última obra fue El Precio, de Arthur Miller, que hice con Pepe Soriano. También me apasionan mucho los musicales. En este caso, me produce una satisfacción enorme.

—¿Cómo fue la selección de las actrices?

—En general, como productor, hago un listado de actrices deseadas para trabajar. Después, tanto mis colegas como yo, nos encontramos con la realidad: por diferentes situaciones, algunas no pueden o ya están comprometidas con otro proyecto. En una obra de estas características, que es una obra coral, donde las cuatro tienen igual peso dramático porque no hay un protagónico, es una obra de equipo. Realmente la metáfora de la vida de la montaña está muy planteada adentro y afuera del escenario. Entonces hubo que buscar y armar un “grupete” que no solamente tuviera buena sintonía entre cada una, que es fundamental por lo que representa la obra, sino que, además, actoralmente tuviera esa química para complementarse bien. Fue un desafío brutal.

—¿Cuánto tiempo te llevó producirla?

—Siendo honesto, me llevó un trabajo de casi ocho meses. Fue una adaptación, había mucho trabajo en equipo. Con Dani (Cuparo) empezamos a tejer también algunos nombres y así se fue armando.

—¿Qué representa para vos el teatro que no tiene otro formato como la televisión, por ejemplo?

—El teatro es un fenómeno vivo. Lo más maravilloso que tiene la actividad teatral es que es un templo espectacular, que ocurre casi en una ceremonia de enorme complicidad entre el público y los actores. Ahí se teje todo. Los otros son formatos artificiales. Digo artificial desde el punto de vista de que existe un artificio, una estructura, un mecanismo. Una cámara los pone en escena, hay un artilugio técnico y, en cambio, en el teatro el medio es el mismo actor, es la fuente de creación, de producción, todo es un laburo muy artesanal. Desde que se hacen los ensayos, donde los actores construyen la obra con las primeras lecturas del libro de texto, hasta que este va tomando forma y va cambiando. Es un proceso hermoso.

(Desde la izquierda) Romina Richi, Mara Bestelli, Laura Novoa y Leonora Balcarce: las protagonistas de la obra
(Desde la izquierda) Romina Richi, Mara Bestelli, Laura Novoa y Leonora Balcarce: las protagonistas de la obra

—¿Te gustaría hacer alguna producción en televisión?

—Por ahora no. La verdad es que yo amo el teatro. A mí me gusta mucho. Soy muy del formato de teatro en la tele, que es como mi viejo hacía televisión. A mí me apasiona la televisión, pero siento que hoy ya no es la misma. La verdad es que es muy difícil el regreso a la televisión por cómo se dan las cosas, las condiciones a través de la tecnología. El medio se ha transformado y ya, lamentablemente, no es como cuando mi viejo dejó la televisión en el año 1997. Ese momento fue muy doloroso, porque más allá de lo familiar, nosotros sabíamos que era un adiós. Una despedida. Y también sabíamos que no se iba a volver a recuperar esa televisión, la de las ficciones, la de la cantidad de horas de producción nacional. Es muy duro, y muy triste. Esa televisión ya no es la misma. No va a volver. Hoy tenemos la suerte de ver algunas miniseries y episodios nacionales. Pero añorar con este regreso sería del orden de lo fantasioso. Entonces, yo encuentro el refugio creativo en el teatro, que es lo que a mí me hace vibrar, el placer de estar en contacto con el actor, con la creación más genuina, más real.

—¿Cómo ves las producciones nacionales hoy en día?

—Es increíble lo que está sucediendo: no hay ficción y eso despierta el apetito del público por descubrir el teatro y ver a los actores en vivo. Eso me pone muy contento. Sentir que la gente está regresando al teatro, que está descubriendo ahí una fuente expresiva, espectacular, donde encuentra a los actores de entonces.

Diego Romay atesora de su padre, Alejandro, la pasión por las producciones nacionales y el trabajo artesanal en la televisión y en el teatro
Diego Romay atesora de su padre, Alejandro, la pasión por las producciones nacionales y el trabajo artesanal en la televisión y en el teatro

—¿Qué legado te dejó tu padre?

—En lo personal, lo que más atesoro de él es la defensa de lo cultural por nuestros contenidos, de nuestros actores argentinos, de nuestros directores. Él tenía una mirada muy pasional de toda su producción, de toda su historia creativa, como hacedor. Eso es algo que a mí me ha marcado muy a fuego. Y a toda mi familia, para ser continuadores de lo nuestro, de hacer, de generar este espacio y dar trabajo a nuestros actores. Eso para mí es muy importante, porque en un mundo donde se está perdiendo la identidad, y se está fisurando también, formamos parte de un universo tan complejo, con un entrecruzamiento ideológico con el mundo. Tan distinto el hecho de respetar, de hacer eco y de apoyarnos en lo nuestro, en nuestra aldea. Eso es tan importante, que creo que es el mensaje más grande que siempre atesoro y que trato de defender de mi papá.

Fotos/Gentileza Diego Romay Producciones.

Fitz Roy, secretos de montaña: ficha técnica

Elenco: Leonora Balcarce, Mara Bestelli, Laura Novoa y Romina Richi.

Autor: Jordi Galceran.

Adaptación: Daniel Cuparo.

Diseño de luces: Matías Sendon.

Diseño escenográfico: Rodrigo González Garillo.

Dirección de vestuario: Micaela Sleigh.

Asesoría de producción, imagen y comunicación: Alejandro Veroutis.

Dirección: Mariana Chaud.

Producción General y Dirección Artística: Diego Romay.

Teatro Metropolitan, Avda. Corrientes 1343, CABA., de jueves a domingos.

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