Ni en el más osado de sus sueños, Paulo Dybala hubiera imaginado este presente. O quizás sí, porque cuando la imaginación pone primera, no conoce de límites, y mucho más en las vidas sacrificadas, donde todo cuesta el doble. El futbolista de la Roma de Italia, campeón de América y del Mundo con la Selección Argentina, se casó con Oriana Sabatini. Un amor bien de estos tiempos, que nació en las redes y a la distancia, pero con los ingredientes propios de un culebrón clásico. De un lado, el chico del interior que se aferra al fútbol para construir su destino. Del otro, una joven con prosapia deportiva por parte de padre -hija de Ova Sabatini, sobrina de Gaby- y artística del lado materno -Catherine Fulop, leyenda de las telenovelas en el continente-, dispuesta a escribir su propia historia. Dos mundos que en cuestión de horas se unirán para siempre. La excusa perfecta para repasar la vida del Paulo que no todos conocen, pero del que hoy todos hablan.
La Joya, como se lo conoce en el mundo del fútbol, nació el 15 de noviembre de 1993, en Laguna Larga, un pueblo de 8 mil habitantes ubicado a 55 kilómetros de la capital cordobesa. Sus padres, Alicia Suárez y Adolfo Dybala, al igual que sus hermanos mayores, Gustavo y Mariano, se empeñaron en que siguiera sus sueños desde pequeño, en especial su progenitor, quien administraba un local de quiniela, pero tuvo un breve paso por el fútbol.
Adolfo fue quien se encargó de llevar al futbolista a probarse en divisiones inferiores, y lo acompañó hasta sus últimos tiempos. Su muerte, cuando Paulo tenía 15 años, dejó una huella imborrable en la vida del adolescente que ya no volvió a ser el mismo. “Estuve a punto de renunciar a todo. Puede que algún día me encuentre con él, o puede que no, pero yo le dedico todo lo que consigo”, le confió a Vanity Fair en 2017. Por entonces no era campeón del mundo ni había conocido al amor de su vida.
De Córdoba al mundo
Con tan solo 10 años, el deportista demostró su valía y logró abrirse paso en las inferiores de Instituto de Córdoba. En este mismo equipo debutó en la Primera B Nacional, en un partido contra Huracán, el 12 de agosto de 2011 en el estadio de Alta Córdoba. Una semana después, llegó su primer gol como profesional, frente a Aldosivi en Mar del Plata, quedando en la historia como el goleador más joven de La Gloria, superando al histórico Mario Kempes. Doce años más tarde, el destino lo volvería a unir con el Matador en la mayor gesta futbolera posible.
Su desempeño detrás de la pelota logró llamar la atención de clubes del exterior, siendo uno de los primeros el USC Palermo, que lo compró por una cifra millonaria y bajo un contrato de cuatro años. Su paso en la Serie A vistiendo la camiseta del equipo italiano fue recordado por muchos y, una vez más, captó la atención de uno de los gigantes del planeta fútbol: la Juventus de Turín, donde no tardó en convertirse en uno de los ídolos de la hinchada. Allí se codeó con figuras de renombre, ganó 12 títulos y llegó a ser el jugador argentino más caro en ese entonces.
Luego de siete temporadas luciendo los colores de La Vecchia Signora, Paulo debió rescindir el contrato ante la falta de pago de su sueldo. “No recuerdo cuándo me pagó la Juventus mi último sueldo, pero sé muy bien que todavía me deben dinero”, señaló en febrero del año pasado. A raíz de esto, tomó la decisión de dejar el club y escuchar ofertas hasta que se decidió por la de la Roma. Firmó contrato con el club capitalino hasta mediados de 2025 y allí comparte equipo con Leandro Paredes, uno de sus grandes amigos dentro del fútbol.
La muerte de su padre
Cuando Paulo tenía 15 años recibió un golpe de esos que hacen mella. Adolfo, su papá y su gran sostén en sus sueños de ser futbolista profesional, murió a raíz de un cáncer. “No fue fácil alejarse de casa y superar la pérdida de mi papá. El fútbol me ayudó a seguir adelante. Lo hice más por mi papá, que tenía el sueño de que yo fuera futbolista, que por mí, porque muchas fuerzas no me quedaban. Nunca imaginé estar donde estoy hoy, me dio una mano muy grande”, señaló en una entrevista que dio a El País en 2017.
Unos años más tarde volvió a hacer alusión a Adolfo, y a las enseñanzas que le dejó y que siempre tiene a mano: “Me enseñó que con sacrificio, trabajo, ambición y respeto, todo llega. No digo que era perfeccionista, pero quería que las cosas se hicieran bien. Los valores que me transmitió fueron un arma fundamental para poder llegar”.
“Tuve la suerte de tener condiciones técnicas que me ayudaron mucho, pero siempre digo que si a eso no le sumas todo lo demás, tampoco te ayuda. Todo lo que me transmitió él con mi vieja hizo que yo tomara esas cosas hasta hoy,” continuó el futbolista, quien vivió hace un tiempo un emotivo momento con su pareja, la cual contó en una entrevista en el programa Llave a la Eternidad (TV Pública).
Otro de los puntos importantes en el vínculo con su padre fue su amor por Juan Román Riquelme. Respecto al actual presidente de Boca Juniors, el futbolista comentó a Diario Marca: “Yo siempre lo dije: admiro mucho a Román porque fue alguien que me marcó en mi infancia, lo miraba mucho con mi padre”.
“Cuando yo jugaba de chico, trataba de ser él aunque soy zurdo y él derecho. La verdad que es el que más admiré, el que más imité”, mencionó al recordar cómo intentó recrear las jugadas del ídolo xeneize.
La Selección Argentina
Si bien tuvo su paso en el combinado nacional en la categoría Sub-20, su primer encuentro en la selección mayor lo tuvo en 2015, gracias a una convocatoria de Gerardo Tata Martino, quien lo llamó para formar parte en octubre de 2015, ante Paraguay por Eliminatorias Sudamericanas. Entró en reemplazo de Carlos Tévez en un encuentro que terminó 0 a 0. Su estreno como titular fue al año siguiente, en otro choque camino al Mundial de Rusia 2018 y con un sabor amargo: fue expulsado por doble amarilla al finalizar el primer tiempo.
Los primeros años vistiendo la camiseta albiceleste fueron inconsistentes para el jugador, quien en ocasiones no era llamado para formar parte de los convocados. El primer gran evento le llegó de la mano de Jorge Sampaoli, quien lo llamó para jugar la Copa del Mundo en Rusia, lo que resignificó su status como integrante del seleccionado nacional, aunque solo disputó un partido.
Su primer gol llegó a finales de 2018, en un choque amistoso contra México. Al año siguiente, formó parte del equipo que participó de la Copa América 2019, ya bajo el mando de Lionel Scaloni, donde convirtió uno de los goles con los que el combinado nacional se impuso a Chile para quedarse con el tercer puesto. Fue el trampolín para su máxima alegría como futbolista.
Si bien Paulo no formó parte en 2021 del equipo que ganó la Copa América en el Maracaná, cortando una sequía a nivel mayores de 28 años, fue convocado al año siguiente para la Finalíssima contra Italia. El título que enfrentó a los campeones vigentes, justo ante el país que lo adoptó como futbolista y que lo sedujo más de una vez para que luciera su camiseta azzurra. Pero el cordobés fue fiel a su patria y al final tuvo recompensa.
La Joya ingresó en tiempo de descuento por Ángel Di María y selló el 3 a 0 con el que obtuvo su primer título con la Selección Argentina. El 11 de noviembre, se confirmó su presencia entre los 26 que iban a disputar el Mundial en Qatar 2022. Si bien recién vio minutos en la semifinal contra Croacia, el destino le tenía guardadas dos intervenciones claves en la final ante Francia: un rechazo a la tribuna para cortar una peligrosa jugada de Kyliaan Mbappe y un penal ejecutado con jerarquía durante la tanda que le bordeó a la Argentina la tercera estrella en el escudo.
Son amores
Si bien su corazón lo tiene el fútbol, y siempre intentó mantener a salvo su vida privada, Paulo tuvo algunos romances famosos. Una de sus novias conocidas públicamente fue Antonella Cavalieri, con quien estuvo por cuatro años. Entre 2014 y 2017, la pareja construyó su vida en Italia, lejos de su tierra natal, donde la muchacha se tuvo que despedir de todos sus planes.
“La popularidad y las chicas que se le insinuaban arruinaron nuestra historia. Él siempre negó que tuviera otras historias, pero en un cierto punto dejé de creerle, me saqué la venda de los ojos, armé mi valija y me fui”, señaló Antonella luego de su abrupta ruptura.
Una vez que la herida de la ruptura quedó cicatrizada, la expareja de Dybala salió adelante y se reinventó. “Decidí quedarme en Italia de todos modos y jugar acá mis cartas: me gustaría trabajar en la televisión. Este país le trajo buena suerte a mis compatriotas Belén Rodríguez y Wanda Nara. Tal vez me pase a mí también”, indicó en ese entonces a la revista italiana Chi.
Al poco tiempo, el entonces futbolista de la Juventus se vio atraído por los encantos de Sabatini, a quien ya conocía por las redes sociales. No fue hasta que él dio el primer paso y le pidió su número de teléfono y comenzaron a charlar que empezaron a aflorar los sentimientos, pese a que ella en un comienzo no sabía a qué deporte se dedicaba. Ese primer contacto bastó para que le dieran pie a una historia de amor de ensueño, con vuelta olímpica en el estadio Lusail de Doha, una propuesta de casamiento en la Fontana di Trevi y una boda que resultó inolvidable.