“Soy un fan cumpliendo su sueño”, le dice Alejandro Marley Wiebe a Teleshow pocas horas antes de que salga al aire el primer episodio de Survivor Expedición Robinson (Telefe), la nueva temporada del reality de supervivencia más impactante del mundo. El formato nació en Suecia en 1997 como Robinson y se distribuyó a otros países con el título de Survivor. En Argentina tuvo dos ciclos, entre el 2000 y el 2001, con la conducción de Julián Weich y bajo el nombre de Expedición Robinson. Así, 23 años después, vuelve recargado.
“Es una novedad para mi, pero también es un sueño. Yo siempre fui súper súper fanático de Survivor. Miré las dos temporadas que hizo Julián y también las 46 que se hicieron Estados Unidos. Mis dos realities favoritos del mundo son La Voz y Survivor”, dice Marley como preludio a un paralelo que traza entre ambos formatos y cómo se cruzaron en su trayectoria.
“Con La Voz tuve la suerte de que lo vi en Estados Unidos cuando debutó, llamé al canal, estaba Tomás Yankelevich y le dije: ‘Me encanta este formato’. Y él me dijo: ‘Sí, yo también lo vi y lo estábamos pensando para vos’. Con Survivor estuve esperando durante muchísimo tiempo para hacerlo. Nunca se daba porque es una mega súper producción, con 200 personas trabajando, construyendo los juegos en los distintos lugares, en los campamentos de los participantes; más toda la gente en Buenos Aires, en Colombia... Es una locura y es, obviamente, costosísimo. Durante años quisimos hacerlo y nunca se pudo dar. Hasta que ahora sí. Se dio esta oportunidad y estoy súper contento”, cuenta el conductor.
Divididos en dos tribus, los 25 participantes del reality estarán expuestos a pruebas físicas y mentales junto con desafíos de supervivencia extrema, todo en el escenario paradisíaco, selvático e inhóspito del Tapón del Darién, ubicado en el norte de Colombia y una de las zonas más inaccesibles del mundo. Lejos de la civilización, sin comunicación con el resto del mundo, sin comodidades ni el confort al que están acostumbrados, deberán convivir con la naturaleza, con ellos mismos y sobrevivir por sus propios medios.
“El reality fue una sensación cuando apareció acá y ahora volverá a serlo porque es muy interesante de ver esa supervivencia, rodeados de arañas, serpientes, monos, todo tipo de animales. Y a su vez, ese ejercicio de formar una nueva sociedad. Yo creo que es un experimento increíble, porque vos estás en una situación extrema, en un lugar extremo, con lluvias, donde no estás en tu casa, no tenés comodidades, no hay baño, no hay comida... Son dos tribus y la que pierde cada juego tiene que eliminar a una persona. Y ves que se están formando complots y que están decidiendo algo, entonces hace que la competencia sea mucho más intensa”, desarrolla acerca del devenir del reality.
Y sigue: “Es un juego de mucha inteligencia. Es una especie de ajedrez humano en el que uno tiene que tener habilidades para sobrevivir, pero también una gran inteligencia para avanzar. Y eso me produce una admiración por el formato, que a su vez tiene otra cosa muy buena que es cuando dejan de ser dos tribus y pasa a haber una unificación. A partir de ese momento cada persona que es eliminada se va del juego, pero vuelve a cada ‘Concejo tribal’ para participar como observador y ser parte del jurado. Eso me parece fascinante porque las personas con las que trabajaste mucho para que se fueran del juego y quedar vos, son las que después, en el último programa, tienen que votar quién es el que gana. En la final quedan dos personas y los que se fueron del juego son los que después tienen que votar en positivo para determinar al ganador. Eso te lleva a ser aun más inteligente en la forma en que hacés que cada persona se vaya del juego, sin que te odien, para que después te voten en positivo. Para mí, sinceramente, es el juego más inteligente que hay en la televisión”.
Acerca del destino colombiano en el que se grabó esta temporada, Marley destaca las playas. “Es un punto que está muy incomunicado: la única forma que tenés de llegar es por agua. Y no solo eso, solamente podés llegar en algún momento del año, porque después el agua está muy picada y tampoco podés hacerlo en bote. O sino en una avioneta muy chiquita, que es por donde llegamos nosotros. Vos venís atravesando la selva, el Tapón del Darién, y de repente baja con todo para aterrizar en una pista que es también una cancha de fútbol donde hay niños jugando, que se corren para que aterrice el avión”, describe.
“Calles de tierra, no hay autos, hay motos que te trasladan de un lado para el otro... Fue una vida muy distinta durante los más de dos meses que estuvimos ahí. Pero el lugar donde vivían los participantes, los campamentos, eran realmente paradisíacos. Es un lugar que no está trabajado por el hombre, donde podés encontrar recursos naturales: estás sentado y de repente viene una tortuga marina gigante a poner su huevo. Y todo sigue el ritmo de la naturaleza. Estábamos grabando y en la selva aparecían monos que venían a ver qué estábamos haciendo. Todo eso le daba algo extra e hizo que la imagen sea increíble. Tener esa agua transparente, esas arenas blancas y 50 metros atrás, una selva muy tupida que por momentos se pone medio impenetrable. Es una combinación increíble”, agrega.
En cuanto a su experiencia como host de este reality, Marley dice que vivió en una casa que daba a la playa y que llevó una vida muy natural y austera. “Cuando tenía momentos libres, tenía mi hamaca paraguaya y me tiraba a leer un libro. También vino Mirko a visitarme y la pasamos genial, a él le encantó esa vida selvática y de playa tan virgen. Todos los días yo me levantaba 6, 6 y media de la mañana. Desayunaba algo natural: muchos mangos, frutas, verduras, pescado... Después nos íbamos en una lancha, durante 45 minutos. Llegábamos hasta un punto donde se podía llegar con la lancha, y después teníamos que hacer unos 50 minutos de caminata por la selva hasta llegar al lugar del juego”, recuerda.
En su vida personal, tan viajada, Marley también se expuso de manera extrema a la naturaleza. Dice que cuando era más joven hizo distintos viajes en carpa, junto con su hermano y amigos. “A esta edad, no soy mucho de la carpa, pero sí hemos vivido experiencias interesantes. Una vez hicimos una expedición por el Amazonas. Me acuerdo que una tarde fuimos al río, que metías un pedazo de carne y venían 50 pirañas. Y ya te daba una cosa rara porque si se daba vuelta el bote, nos caíamos y estaban las pirañas ahí. También atravesamos una selva en busca de un tribu, estuvimos horas caminando por la selva y estaba lleno de bichos. Me metí un pantalón en la media porque decían que se te podían meter bichos por abajo del pantalón”, recuerda entre risas.
¿Se imagina Marley como participante del show? “Y es difícil decirlo, porque yo soy tan fanático y he visto tantas cosas que pasaron, que yo creo que estoy preparado para estar ahí. Hay uno de los participantes que es fanático como yo, vio todas las temporadas y fue con otra visión al programa. Pero veía que a él le costaba porque una cosa es ser un fanático y otra es saber el juego de ajedrez, de ver cómo se mueven las fichas para que suceda tal cosa. El tema es que hay inclemencias, como que llueva todas las noches y te mojes y no puedas dormir, no tengas comida y te aparezcan todos los mosquitos, todas las hormigas, que por más que te pongas todo el repelente posible... Los chicos estaban llenos de heridas en todo el cuerpo y también era muy difícil para ellos ver como el cuerpo les iba cambiando. Esa parte es la que yo no sé si podría sobrevivir, aunque no me vendría mal una dieta de selva y bajar de peso (se ríe). Es más, bajé un poco allá porque comía mucha fruta, mucho pescado y verduras. Pero ellos ni siquiera tenían esos platos de comida, la supervivencia de ellos es totalmente real. Y a todo eso le agregás la exigencia mental para ver cómo hacés para sobrevivir en el juego... Es realmente agotador. No sé si lo hubiese llegado a ganar, pero sí me hubiera anotado para participar. Es más, un par de veces lo pensé antes de ser conductor. Pero bueno, ahora tengo un hijo, ya es más difícil”, cierra Marley.