“A medida que pasa el tiempo, los cumpleaños caen más pesados. Es que mientras más se va agrandando y nutriendo el pasado con cosas, se hace más pesado cumplir años”, dice Jairo y se ríe. La gran voz argentina acaba de cumplir 75 años y en diálogo con Teleshow reflexiona sobre el paso del tiempo a la vez en que cuenta cómo disfruta de su presente. “Estoy muy contento porque lo paso bien, estoy muy bien físicamente. Y eso es clave”, dice y cuenta que va dos veces por semana al gimnasio y que lo complementa con una rutina similar de yoga.
“¿Viste que te dicen hay que moverse? Bueno, yo lo agarré con todo, me muevo mucho. Empecé hace un año con yoga. Y el gimnasio, hace relativamente poco. Y salgo bastante bien parado. El otro día un instructor me preguntó: ‘Jairo, ¿cuántos años tenés?’. ‘Voy a cumplir 75′. ‘Me estás jodiendo’”, recuerda y suelta una carcajada. “Pero lo más importante es que estoy bien de la voz: Salgo a cantar y los espectáculos siguen rindiendo mucho. La gira marcha bien, tuvimos muchas funciones agotadas. Todo funciona muy bien, la perspectiva es muy buena. Me agarra en un buen momento”, agrega.
—Se te nota entusiasmado y sorprendido, como si recién arrancaras.
—Sí, el entusiasmo es clave, es un elemento fundamental en lo que hacemos nosotros. Si no tenés eso, te caés a pedazos: no componés, no tocás la guitarra, no salís. Pero al contrario, yo tengo mucho entusiasmo por seguir haciendo cosas. La pandemia me afectó bastante en ese sentido. Fue un golpe muy grande para todos, pero a mí me tiró un poco para abajo. No me podía concentrar en las cosas que hacía. Yo solía ser un lector empedernido, y perdí un poco el entusiasmo con la lectura, pero estoy intentando y haciendo todo recuperarlo. Lo logré a medias, estoy ahí... Fue todo para abajo, un bache muy grande. Pero lo llevé bastante bien y ahora me siento muy contento, feliz. 75 es una cifra bonita, además.
—En la pandemia también enviudaste. ¿Cómo saliste de ese bache?
—El fallecimiento de mi mujer fue una cosa anunciada, ya veníamos de muchos años que sabíamos que era irreversible. Fue una agonía tremenda. Ella estaba consciente, muy bien de la cabeza, y eso permitió sobrellevarlo de una manera más o menos... No diría que confortable, pero fue diferente a que si hubiera estado inconsciente. Fue casi una década de sufrimiento. Fue muy triste y muy doloroso, pero no fue inesperado, no fue una sorpresa. Por un lado, lo único que más o menos te deja más tranquilo, es que dejó de sufrir. El sufrimiento de una persona enferma es muy grande, y las personas que acompañan a alguien que está enfermo, también es muy doloroso. Fue un peso grande. La casa giró durante muchos años en torno a lo que le pasaba a ella. Pero de a poco pude salir de eso.
—Sí, hace poco contaste públicamente que estás de novio. ¿Cómo es el amor a tu edad?
—Soy una persona que probablemente no puede o no sé estar solo. Y bueno, ahora estoy con una mujer, estamos juntos, en pareja, aunque a distancia. Se llama Laura Bonfante. Estamos muy unidos, muy bien. Nos conocemos desde hace muchos años, pero hemos decidido tener una relación más íntima. Ella vive en Villa María, Córdoba, pero nos vemos mucho. Por ahí voy y me quedo un mes, 20 días. Depende del trabajo, porque ella también trabaja. Y respetamos muy bien el sitio de cada uno, porque cada uno hace lo que le gusta. Ella es abogada y tiene sus ocupaciones. Yo la paso muy bien con sus hijos y ella con los míos. Y todo funciona muy bien. Yo me llevo muy bien con sus hijos.
—Qué bueno cómo ensamblaron la familia.
—Sí, sí, fue extraordinario, fue muy natural. No hubo resistencia o que alguien no quisiera. Yo lo hubiera entendido, también, si pasaba. Porque eso depende de la forma de ser de cada uno. Pero no, tuvimos apoyo de todos lados, incondicional. Yo creo que, en mi caso, también me veían mucho mejor. Porque había pasado muchos años de sufrimiento y creo que eso se notó, se notó el cambio. Se notó hasta en el punto de vista físico, también. Y esto que estoy haciendo ahora, yendo al gimnasio, en realidad tiene que ver un poco con eso. Estaba pendiente de otras cosas que eran lo esencial y lo importante. Ahora lo esencial y lo importante es otra cosa, pero sin olvidar lo otro. Imaginate que con mi mujer llevábamos 49 años de casados, toda una vida.
—¿Cómo repercuten todos estos cambios en tu oficio como cantante?
—Y ahora creo que estoy teniendo una vida plena desde el punto de vista personal, humano y no podría disociarlo totalmente de lo profesional. Están muy ligadas una cosa y la otra. Mis estados de ánimo en lo personal pasan también por lo profesional. Y en mi carrera ha funcionado bien siempre: estoy muy mal acostumbrado o muy bien acostumbrado, depende de cómo lo mire (risas). Cuando te acompaña el éxito, cuando la gente es tan generosa con vos, tenés que corresponder a eso. Y la mejor manera es hacer lo que hacés, pero cada vez mejor. Eso es esencial para mi vida.
—Hablando de estar muy mal o muy bien acostumbrado a los elogios, Mercedes Sosa alguna vez dijo que sos “la mejor voz de la Argentina”. ¿Cómo te resultan ese tipo de flores?
—Lo que le da valor a la cosa es que lo dijo ella. Y me lo dijo varias veces, lo que significa que realmente lo pensaba así. Lo que le gustaba a ella es el timbre de mi voz, la coloratura, que es una voz muy clara. Bueno. (Jorge Luis) Borges también me dijo que tenía una voz muy argentina, desde el punto de vista de la plata, muy sonora, muy brillante. Son elogios que hay que tomar con alegría porque vienen de gente pensante y, en el caso de Mercedes, de parte de una colega incomporable, extraordinaria, maravillosa. Luego es responsabilidad tuya corresponder o no. Una cosa es que te lo digan y otra cosa es que te lo creas. Hay que valorarlo, por supuesto, pero hay que seguir trabajando. La voz responde muy bien y sigo cantando igual los temas que grabé cuando tenía 20 años. Por lo general, hay una tendencia lógica con el paso del tiempo a que caiga la tesitura de la voz. Si tenés una tesitura de tenor, bajás un poco a tonalidades más abaritonadas. Pero yo no he tenido ese problema, quizás sí lo noto al hablar. Cuando canto, no sufro con las canciones porque canto cosas que yo mismo he compuesto y que he acomodado a mis posibilidades en cuanto a lo musical. Entonces no tengo que cambiar de tono.
—Eso también habla de tu disciplina.
—Sí. La voz es muy frágil. Hay que cuidarla mucho, tenés que prestar atención a los excesos, a no tomar cosas muy frías o muy calientes... Pero tengo muy incorporados esos cuidados, para mi no significa ningún sacrificio. Mientras el físico me lo permita y la voz responda, voy a seguir cantando hasta... (Charles) Aznavour me decía: ‘Jairo, cuando muera, ya tengo el epitafio, que va a decir: ‘Aquí yace el hombre más viejo del cementerio’. Y pienso cantar hasta el día que me muera’ (se ríe). Y efectivamente lo consiguió. No sé si llegaré a tanto como él, pero me gustaría llegar hasta muy lejos cantando. No imagino cómo será mi vida cuando no pueda cantar.
—No te voy a preguntar por tu epitafio, pero sí por cuál es tu deseo en este cumpleaños.
—(se ríe) En lo individual, seguir cantando, seguir manteniendo las ganas de cantar, de salir al escenario, salir de gira, subir al micro y ponerme a charlar con los músicos, contarnos chistes, divertirme haciendo lo que hago y ser feliz haciendo lo que hago. Y quiero lo mismo para la gente que me rodea, la familia, los amigos, la gente que quiero. Y por supuesto, en lo colectivo, como todos los argentinos, deseamos que la Argentina salga del pozo del que no termina de salir nunca. Esperemos que alguna vez se nos dé y tengamos una vida más tranquila, más confortable y más previsible, sobre todo.