Su talento es inmenso, tiene una voz inconfundible, su belleza es deslumbrante y es la actriz argentina por excelencia: Graciela Borges, la última gran diva del cine argentino, que este lunes 10 de junio cumplirá 83 años en medio de una mudanza: dejará su casa de Pilar que habita hace años para instalarse en un nuevo hogar y pasar el resto de sus días.
Sobre este día tan especial, en un breve diálogo con Teleshow, Graciela manifestó: “No creo en los números y en las edades, y no lo voy a festejar. Siempre que llegan estas fechas no sé qué decir. Mudarme me produce mucho estrés. Después de 52 años viviendo en este lugar que está lleno de recuerdos, me voy a un departamento mucho más chico, frente a la Embajada de Brasil, porque donde estoy es muy grande para mí”.
En su documento figura con el nombre de Graciela Noemí Zabala. Nació un 10 de junio de 1942 en Dolores, provincia de Buenos Aires. Vivió con sus padres y asistió a un colegio de monjas irlandesas donde tuvo muchas dificultades con sus compañeras porque se reían de su voz. Era muy flaquita, muy pálida y tenía el pelo oscuro. “Tuve la infancia más triste del mundo. Eso prescribió, no sé por qué estoy contando esto. Tuve una infancia muy sola. Me crie en una soledad absoluta. Por eso es que los libros fueron maravillosos para mí”, recordó en abril del 2013, cuando se animó a contar parte de su infancia.
Reconocida tanto por su talento actoral como por su personalidad única, Borges ha sido homenajeada y galardonada durante su carrera, consolidándose como un verdadero ícono del séptimo arte. Desde su infancia, demostró una pasión por el arte escénico que la llevó a explorar el mundo del cine y el teatro. A los 15 años, tuvo su primera gran oportunidad en la película Una cita con la vida, dirigida por Hugo del Carril, marcando el inicio de una prolífica carrera en la industria cinematográfica.
A lo largo de los años, Borges participó en una amplia gama de producciones cinematográficas, trabajando con reconocidos directores y destacándose por su talento y versatilidad en cada papel que interpretó. Su asociación con Leopoldo Torre Nilson la convirtió en su musa inspiradora, colaborando en películas que dejaron una huella imborrable en la historia del cine argentino.
Además de su destacada carrera en el cine, Borges incursionó en la televisión y el teatro, dejando su marca en cada proyecto en el que participó. Obtuvo numerosos premios y distinciones, destacándose la Concha de Plata en 1971 por su actuación en Crónica de una señora y su premio Martín Fierro por su contribución a la industria televisiva. Fue protagonista de La Ciénaga (2001), un filme rodado íntegramente en la provincia de Salta, dirigida por Lucrecia Martel que logró una decena de premios y fue elegida como la mejor película nacional de todos los tiempos.
En el año 2006, la prestigiosa revista Vogue de Francia la distinguió con el título de “la gran actriz del cine argentino”, un reconocimiento que resalta su excepcional contribución al mundo del cine. Además, fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y ha recibido numerosas distinciones en todo el mundo por su trayectoria y legado en la industria cinematográfica.
Pero la vida de Graciela Borges trasciende las pantallas, con episodios que han marcado la memoria colectiva. Uno de los capítulos más recordados es su affaire con Paul McCartney durante su estadía en Inglaterra, una historia que deslumbró al mundo y que reflejó su fascinante estilo de vida. Aunque sorprendió a muchos, Borges no se limitó en materia de amor, viviendo plenamente cada experiencia que la vida le ofrecía.
Entre viaje y viaje de los que solía hacer a México en el año 1998, se hablaba en ese momento de la pasión que la unía al joven futbolista Marcos Gutiérrez, exarquero del club Huracán de Parque Patricios, quien se había radicado en el país azteca al aceptar la oferta primero del Toros Neza (1997-1998) y luego el Necaxa (1999). Fue un vínculo que causó sorpresa en la prensa del corazón porque él tenía un año menos que Juan Cruz Bordeu, hijo de la actriz.
Graciela había comenzado un romance que no cuadraba con su status de aristócrata del mundo del cine, y tras estar casada con Juan Manuel Bordeu, el estanciero con quien contrajo nupcias en México, precisamente en diciembre de 1966, para separarse en el invierno de 1972.
“Marcos es una persona entrañable. Con su manera de ser me impactó. Juan Cruz, mi hijo, lo aprecia mucho. Sí, mi propio hijo, dio la aprobación sobre la gente que es Marcos”, se animó a contar a su entorno la artista por aquellos años. Sin embargo, tiempo después, y tras el final de la relación, hizo un análisis de su noviazgo con el ahora exjugador. “Aquí en la Argentina, tengo un hijo, una madre, una casa, una carrera. No puedo dejar todo para correr en busca de algo que se llama sentimiento. Con Marcos me sentí muy a gusto, vivimos el momento… Pero no pudimos tener proyección. No teníamos futuro. Mientras duró fue una relación muy hermosa, muy válida. Eso mientras duró…”.
Por su parte, Gutiérrez también guardó un grato recuerdo sobre ese tiempo que duró el amor. “Seguimos teniendo una relación porque nos han pasado cosas personales muy fuertes a los dos en esos momentos que estuvimos juntos. Ella estuvo muy cercana a mi familia en algunos problemas de salud, yo también estuve muy cercano a la familia de ella. Eso fortaleció la parte humana. Más allá de que la relación se cortó, siempre tuvimos ese contacto de decir estuvimos en buenos y malos momentos”, señaló el deportista en declaraciones hace unos años a Infobae Deportes.
“Nunca lo había medido, no pensé la trascendencia que iba a tener, lo tomé como un vínculo más. No podía salir a ningún lado, era imposible. Esos seis meses previos a irme al exterior eran desbordantes, porque me iba de mi casa a entrenar y tenía guardia de fotógrafos, querían ver la primicia. Tuve que hablar con el director de una revista para pedirle que levantaran todo”, recordó Marcos sobre que vivió aquellos días junto a la artista.
“Los Gutiérrez son una familia que adoro, soy madrina de uno de sus sobrinos, la madre duerme en casa cuando viene para hacerse ver por el médico; soy más amiga de la familia que de él ahora. Pero siempre la historia es la sensualidad… y él me mandaba flores y champagne”, contó alguna vez Grace.
Graciela no fue afortunada en el amor. Lloró mucho cuando cortó con Bordeu. “Él está comiendo en la esquina. Y yo aquí, sin saber qué hacer…”, decía. Lo suyo con Juan Manuel había sido como el sueño de la Cenicienta. Su madre vivía con ella en un departamento de la calle Virrey Ceballos. Fue entonces cuando comenzó a filmar en 1957. Sus padres ya estaban divorciados. Zavala, el progenitor, se había vuelto a casar y un día, en 1986, Graciela presentó a su medio hermano, el cual pocas veces se lo vio después.
“Yo he tenido grandes compañeros, muchos repetidos. Por ejemplo, Lautaro Murúa, de quien me enamoré cuando yo tenía 15 años, en Fin de fiesta. Era estupendo, con aquella cabeza, un hombre extraordinario. Alfredo (Alcón) fue glorioso. Cuando se enojaba era terrible”, dijo cuando participó del ciclo Confesiones de Infobae.
Cuando tuvo un largo romance con el director Raúl de la Torre, no podían ponerlo al descubierto. Él tenía una familia y Graciela tenía la suya. Pero, al menos públicamente, pasaba por separada del hombre de su vida, con el que perdió la virginidad a los 21 años, según su propia confesión.
Mientras duró su amor con Raúl, y entre película y película, muchas de ellas gestadas con capitalistas buscados por la propia actriz, Graciela tuvo varios romances. Uno de ellos con un señor de pelo canoso, llamado Jorge Busso. También se la vinculó con Raúl Lastiri cuando éste había sido presidente provisional, lo cual Gra desmintió. También con un futbolista campeón del Mundial 78: Leopoldo Jacinto Luque. “Cuando me enteré que no estaba divorciado, terminé de frecuentarlo”, confesó alguna vez.
Borges recuerda también cómo fue que se convirtió en mamá luego de transitar varios obstáculos que la llevaron a perder tres embarazos. “Juan era muy esperado porque antes había perdido tres chicos, dos muy feos y el tercero fue el más terrible porque empecé a perder sangre cuando estaba en el Festival de Berlín, sola. Digo ‘sola’ porque estaba acompañada de hombres y nadie sabía cómo proceder, era muy difícil que los alemanes te ayudaran. Tenía que volverme en un avión, fue un embarazo intrauterino que casi me provoca la muerte. Después hice un tratamiento feroz y a la vez maravilloso en el cual nació Juan. Dejé todo y me dediqué a ese proceso”.
Hoy, Juan Cruz, reconocido por su talento en la literatura y la fotografía, ha dejado huella en diversos ámbitos de su vida. En 2015, lanzó un libro de fotografías, una obra dedicada con amor a su hija María Jesús y a Ileana González, su expareja. Esta publicación no solo demostró su destreza artística, sino también su profundo vínculo con su familia. Este interés por la lectura se remonta a su infancia, donde su madre, le inculcó el amor por la literatura y la importancia de la lectura.
A pesar de su prominente presencia en el ámbito literario y artístico, Juan Cruz prefiere mantener un perfil bajo en cuanto a su vida personal. Alejado de las redes sociales y los medios de comunicación, busca resguardar su intimidad y evitar la exposición mediática. Su enfoque discreto refleja su deseo de mantenerse fiel a sí mismo y centrarse en lo que realmente importa: su familia y su pasión por la literatura.
En febrero del 2023, Graciela Borges anunció oficialmente su retiro de la actuación en la pantalla grande. La intérprete explicó que sus dos últimas películas -junto a Juan José Campanella (El cuento de las comadrejas, en 2019) y Pablo Trapero (La quietud, en 2018)- le gustaron pero que le trajeron “muchísimo cansancio” y por eso no volvería a participar de ninguna filmación más. “Sufro de burnout, como Sandra Bullock y Brad Pitt. Que significa algo así como ‘estar quemado’”, afirmó.
De todos modos, su pasión por el teatro sigue intacta. En los últimos meses, la actriz se reencontró con su público para compartir historias y anécdotas que retratan diferentes momentos de su vida. Acompañada por la voz y la guitarra de Adriana Barcia, presentó la pieza Alquimia, donde el público pudo disfrutar a pleno de un encuentro intimista con la estrella querida por todos.
Tras una extensa y exitosa carrera que la convirtió en una referente indiscutible, el legado de Graciela Borges perdurará en la memoria de quienes la admiraron y en la historia del cine argentino, donde su nombre brillará por siempre como uno de los más grandes exponentes del séptimo arte.