Duki y la canción que lo llevó lejos: de rapear en la plaza a ser el primer argentino en llenar el Santiago Bernabéu

Este sábado 8 de junio el rapero marcará un hito en la historia de la música popular argentina al presentarse en la casa del Real Madrid

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Un fragmento del show de Duki en River, en diciembre de 2023

“¿Escuchás las cotorras? Son las cotorras argentinas, vienen de Argentina. Son una plaga acá en España...”, dice Duki, vestido enteramente de naranja y desde el asiento de acompañante de un camioneta. “Tus pegatinas sí que son una plaga, tío. Están por todos lados”, le responde el conductor que revela un tono bien madrileño. “¿Sabés jugar al truco?”, vuelve a preguntar el rapero. “¿Al qué?”, le devuelven. “Al truco, es un juego de cartas argentino...”, explica el nacido como Mauro Ezequiel Lombardo. “Al mus, de toda la vida...”, le replican. “Buah, no importa, dejalo ahí...”, dice Duki y cierra el diálogo subiendo el volumen del estéreo con su mano izquierda. Ahí, el tema que ya estaba sonando se hace mucho más audible y justo en el momento del estribillo. “Por eso canción llévame lejos, donde nadie se acuerde de mí / Quiero ser el murmullo de alguna ciudad que no sepa quién soy”, se oye la voz de Adrián Dárgelos entonando “El colmo”, canción de Babasónicos, mientras el plano se abre y se ve que toda la acción transcurrió en la cabina de una furgoneta de una marca española de cerveza que está por hacer un reparto en la puerta del estadio Santiago Bernabéu.

La publicidad es una mezcla entre una posible línea de tiempo paralela -un Mauro que en vez de convertirse en uno de los raperos más destacados de la Argentina terminó como repartidor en Madrid- y su actual realidad de consagración intercontinental. Es que, este sábado 8, Duki se presentará con entradas totalmente agotadas en la casa del Real Madrid y se convertirá en el primer argentino en tocar allí. Vaya que la canción lo llevó lejos.

“Cuando era chiquito, mi vieja siempre me retaba porque yo era muy vago. Y me decía: ‘Podrás ser inteligente, podés hacer lo que quieras, pero sin voluntad no vas a llegar a ningún lado, Mauro’. Y cuando empecé a rapear le puse voluntad: de repente, estaba todos los días yéndome re lejos, volviendo re tarde, rapeando en el tren para conseguir plata para viajar. Después, empecé a hacer fechas de freestyle, me pagaban dos pesos y viajaba 20 horas… Cuando te das cuenta de que hay algo que de verdad te motiva y te moviliza, te empezás a mover y empieza toda esa fuerza de voluntad. Y es totalmente así: sin sudor y trabajo no vas a lograr nada, las cosas no llegan solas. Aunque tengas un don nato para algo, aunque hayas nacido con algún tipo de talento, si no lo trabajás ni lo perfeccionás, no va a terminar en un proyecto grande o algo duradero”, le dijo el propio Duki a Teleshow en abril de 2021 para resumir cómo la fuerza de su recorrido se impuso prontamente en el mainstream local.

Para aquel entonces a casi nadie ya le era ajeno el trap, ese hijo díscolo de la cultura hip-hop y que en Argentina tuvo su primer boom entre 2016 y 2019. En el momento de esa charla estaba presentando su segundo disco de estudio, Desde el fin del mundo, y seguía reafirmando el camino que abrió en la música desde “No vendo trap”, su primer tema, lanzado en noviembre de 2016. Había conseguido entrar por primera vez a un estudio grabación con una producción propia luego de haber ganado una de las vueltas en El Quinto Escalón, la competencia de freestyle de plazas más grande del mundo. Fueron justamente las compes el humus de sus rimas: allí se anotaba más para desarrollar las habilidades melódicas de su flow más que para aplastar oponentes y ser el gallo que más cacaree.

Duki posando para el lente
Duki posando para el lente de Infobae en abril de 2021 (Foto: Thomas Khazki)

Hablar de cifras millonarias en reproducciones y de tickets cortados provoca el efecto “manta corta”: son generalidades que no alcanzan para dar cuenta del impacto cultural que tuvo en la música popular argentina la popularización de las rimas. Tampoco fue algo que ocurrió de la noche a la mañana, ya que la cultura hip-hop tiene años de desarrollo underground en el país, ya sea en lo musical, en las batallas, en el graffitti o en la danza. Pero algo de la ansiedad centennial sumado al impacto instantáneo de las redes sociales y a estar sintonizando la onda mundial provocó esta oleada de nuevas estrellas. De todas ellas, Duki es el abanderado por actitud, prepotencia, influencia y, especialmente, su repertorio.

Porque después de ese inicial “No vendo trap”, vinieron algunas colaboraciones burbujeantes con compañeros de camada (Sync, Paulo Londra, NahueMC, Klave, Arse, Midel...), declaraciones de principios (“Hello Cotto”, “Rockstar”) y un hitazo que fue el ariete que permitió que se empezara a hablar de trap argentino (pese a que ya había notables antecedentes en la música de Neo Pistea, Obie Wanshot o Malajunta Malandro) en otros ámbitos: “Loca”, en colaboración con Khea y Cazzu. Un par de meses más tarde, en marzo de 2018, Bad Bunny se subiría al remix y ya la cosa empezaba a perfilarse mundial.

En paralelo, y mientras todo empezaba a acelerarse para él y sus congeneracionales, también formaba parte de Modo Diablo, el super trío efímero de trap que armó con Ysy A y Neo Pistea. Tienen apenas tres tracks editados de manera oficial (”Quavo”, “Trap ‘N Export” y “Vuelta a la luna remix”) pero alcanzaron para generar una pequeña revolución dentro del movimiento. La cosa había surgido después de que Duki abandonara su hogar familiar (donde vivía con su hermano, su hermana y su mamá Sandra) para irse a vivir a una casona alquilada junto a Ysy y otros dos amigos. Ese lugar, entre sesiones maratónicas de grabación y fiestas descontroladas, fue el laboratorio en el que se cocinó todo aquello.

Pero los días en “la mansión” se terminaron y Duki buscó su propia emancipación artística, mientras iba creciendo en los escenarios: desde las presencias fugaces en los boliches a tomar por asalto el Gran Rex y luego, el Luna Park. Y todo eso sin ningún álbum editado, una rareza para la industria en aquel momento. Para eso había que esperar a noviembre de 2019, cuando saldría su primer opus Super Sangre Joven. El álbum, algo desparejo en cuanto al contenido pero todo un ejercicio de estilo para intentar la perfección en cuanto a la canción trap, había sido preanunciado por los adelantos de “Hitboy” (con Khea) y “Goteo”, una canción tan redonda que, hasta el día de hoy, el rapero no pudo superar.

Duki en 2020, ante el
Duki en 2020, ante el lente de Infobae (Lihueel Althabe)

El 2019 lo cerró encabezando la segunda edición del Buenos Aires Trap, festival que reflejó el gran año que llevaba la escena hasta ese momento. El año siguiente, 2020, lo había comenzado tomando por asalto uno de los escenarios principales del Cosquín Rock, y con la noticia de que iba a compartir cartel con Travis Scott -uno de sus ídolos- en Lollapalooza Argentina. Pero la pandemia tenía otros planes para él y para todo el mundo.

Mientras se encerraba en su casa e iniciaba una convivencia con la actriz Brenda Asnicar, su novia de aquel entonces, también terminaba de pulir los bordes de su ep 24. “En Super Sangre Joven quise experimentar lo que era hacer una canción en sí, música fuera del trap. En este trabajo soy yo rapeando: por ahí estoy tirando un freestyle a las 4 de la mañana, knock out, que no podía estar parado, pero salió el tema y quedó. Tiene toda esa esencia rebelde y también como de niño, todavía. Siento que se me está yendo eso”, le dijo a Teleshow sobre este trabajo que pasó desapercibido en cuanto a métricas pero que, visto en perspectiva, es hasta el momento el álbum más redondo y de concepto mejor acabado en la discografía de Duki.

De la pandemia saldría fortalecido y también habiendo pisado los terrenos movedizos de la sonoridad caribeña. Con los dos volúmenes de Temporada de Reggaetón, Duki se posicionaba como el gran exponente local del género que tiene a San Juan, Medellín y Miami como sus capitales mundiales. Y de a poco, Buenos Aires comenzaba a insertarse en ese mapa. “Se viene un poquito de reggaetón, me parece. Voy a cerrar esta etapa, por un tiempo, y me voy a tirar para el lado comerci de la industria”, le anticipó a Teleshow en 2021, no sin cierto cinismo, acerca de cual sería su próximo movimiento.

El cálculo le salió bien, porque creció en métricas y en 2022 vendió más tickets que nunca: primero fue uno de los shows más vistos de Lollapalooza Argentina en aquella edición, luego retomó las giras por Europa y parte de América, y terminó coronando el año con ¡cuatro! funciones en la cancha de Vélez, programadas entre octubre y noviembre. También experimentó cierto subidón mediático al ponerse de novio con Emilia Mernes y, cada salida de la pareja, era carne de paparazzi.

Duki en River, en diciembre
Duki en River, en diciembre de 2023 (RS Fotos)

Como un artista establecido, el año pasado lo tuvo paseando su música (a esta altura, mucho más que trap) por escenarios de fiestas nacionales y festivales del continente. Pero tocaría las manos con el cielo con sus dos funciones en River Plate y el anuncio de que, en 2024, sería el primer argentino en cantar en el Santiago Bernabéu madrileño. En el medio, engrosó el repertorio con el intrascendente Antes de Ameri, álbum que sería el preludio de Ameri, trabajo que verá la luz en lo inmediato.

“Iba a nacer un lunes y finalmente nació un viernes. Yo rompí bolsa como a las 8 y media de la mañana, me acuerdo porque estábamos llevando a Nahuel, mi hijo mayor, al jardín. Lo llevó Guillermo, su papá, al jardín y fuimos a la clínica. Mauro nació en la clínica Santa Isabel, nació por cesárea a las 12 y media del mediodía. Era un bebé sano que pesó 3,550. Era hermoso. Y fue uno de los días más lindos de mi vida, al igual que cuando nacieron Candela y Nahuel, mis otros hijos. Cuando uno tiene un hijo, ese día siente que toca el cielo con las manos. Y también yo siempre sentí, y siempre le dije a Mauro, que lo elegí, al igual que a mis otros dos hijos. Hacía mucho frío ese día. Fue una semana de mucho frío, porque cuando me dieron el alta también me acuerdo perfectamente de eso. Y bueno, Maurito se hizo sentir en todo el embarazo: con el embarazo tuve pérdidas, tuve contracciones, de hecho por eso fui a cesárea. El debió nacer a mediados de julio y nació de 38.5 semanas, un poquito antes de la fecha que yo tenía programada. Y me hizo muy feliz”, le contó Sandra Quiroga, mamá de Duki, a Teleshow cómo fue el parto del rapero, ocurrido el 24 de junio de 1996. Ahora, y a pocas semanas de cumplir 28 años, está por volver a ser el murmullo de alguna ciudad que ya sabe bien quién es él.

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