En la entrada, un vinilo de Alma, el disco que produjo junto a Nicki Nicole, da la bienvenida sobre la mesa. Mientras sube la escalera, discute detalles de un próximo tema con la rosarina por teléfono. La luz de la mañana invade el estudio de Tatool, al tiempo que él busca inspiración en sonidos del foclore. En el piso descansa una pizarra. Con la tinta algo borrosa se lee una lista de temas de un próximo material a lanzar. Con ese marco, él se sienta en su silla y agarra su mate más especial. De un lado se lee “Milo J” y del otro “111″, el nombre del álbum que trabajaron juntos. “Yo tomo mate por él”, dice Santiago Ruiz sobre la amistad que los une más allá de la música.
Con 27 años, Tatool es uno de los productores de la escena urbana. El joven formó parte de las canciones de grandes artistas como Duki, Tiago PZK, Trueno, María Becerra, Wos y Bizarrap. Además, llegó a los Premios Gardel con 14 nominaciones. Pero lejos de dejarse seducir por el éxito o las millones de reproducciones de sus canciones, no se olvida del camino que recorrió. Tras recibirse como licenciado en economía empresarial, Ruiz pasó a trabajar en una reconocida marca de gaseosas y luego vendió muebles.
“Me esforcé un montón. Eso ni se discute. Empecé a hacer música como hobbie, para distraerme de la vida en general. Solamente tenía ganas de llegar a mi casa y agarrar la computadora. Todo cambió en 2019, cuando me pagaron el primer tema. Ahí dije, si me pagan por uno me pueden pagar por cinco. Yo ya había renunciado a todo, pero hacía changas, vendía muebles y me las iba arreglando”, afirma mientras convida un mate, se acomoda los lentes y empieza la charla con Teleshow.
Mientras continuaba con sus estudios en la universidad Torcuato Di Tella, el joven experimentaba sonidos en su habitación con la computadora que le robaba a su mamá: “Ella tenía una compu, se la agarraba y le bajaba todos los programas y me ponía ahí nerd. Los primeros temas los hice en esa computadora, fueron los de Atrevido, el primer disco de Trueno. Se la robé por dos años. Me acuerdo que me logueaba en el usuario de ella, abría la compu y decía Fanny Ruiz”.
- ¿Qué te decía tu mamá?
- No lo entendía mucho al principio, pero me bancaban. Yo estudiaba economía y me iba muy bien, siempre me fue muy bien en el colegio. Soy muy adicto a la música, pero siempre cumplí con mis responsabilidades.
- ¿Por qué estudiaste economía? Parece un gran contraste con la música...
- Me encanta. Para mí es casi lo mismo, porque los números y la música son dos conceptos muy abstractos. Son cosas que uno puede pensar, pero que no puede tocar. Están, pero no lo podes ver. Siento que mi cabeza funciona de la misma manera en ambas. Con Trueno tenemos tatuado en el mismo lugar nuestra fórmula de Excel preferida.
- ¿Qué te atrajo de la materia?
- Sentía que la economía era una muy buena forma de aplicar los números a la vida. O al instrumento financiero también. Y me gusta eso, poder aplicar los números y la lógica matemática y numérica a la vida. Y creo que en la vida, la economía me ayudaba a plasmar esa lógica en mi vida financiera.
- ¿Cómo hacías para llevar la facultad y la música en paralelo?
- Iba a la universidad desde la mañana hasta las 19. Y de ahí le metía a la música de 20 a 1. Después me levantaba a las nueve, iba a la universidad y así. Estaba 24/7 enchufado. Cuando terminé la universidad empecé a trabajar en una compañía de gaseosas. Estuve un año y después renuncié. Armé una productora de eventos con un amigo. Vendía muebles, siempre tenía un laburo paralelo que me daba de comer.
- Trueno fue uno de los primeros artistas con los que trabajaste. ¿Cómo lo conociste?
- Haciendo eventos conocí a la gente de un sello discográfico y ellos querían que yo haga sus eventos. Pero yo quería hacer música. Entonces terminamos armando un circuito en donde yo hacía los eventos para ellos y, a cambio, me prestaban el estudio cuando estaba desocupado. Así trabajaba con gente que quería grabar. Y uno de los que cayó al estudio fue Trueno. A los seis meses que empecé me di cuenta que ese pibe era especial. Dejé todos los trabajos paralelos que tenía y dijimos: ‘vamos a hacer un disco’. La música nos conoció.
- Trabajaste con él en su nuevo álbum: El último baile. ¿Cómo surgió?
- Es un disco que venimos laburando hace ya un par de años. Lo arrancamos con varias canciones en el 2022. Este fue un disco donde nos permitimos experimentar y nació de permitirnos volar. Quizás los discos anteriores siempre arrancábamos por un concepto. Y en este hicimos las canciones y después descubrimos el concepto a través de las canciones. Fue interesante hacer el proceso al revés.
- ¿Cómo empezó el vínculo con otros artistas?
- A mi me gusta conocer a la persona antes de hacer música. Para mí es clave. Sin ese vínculo, no me gusta. No me divierte. Y si no me divierto, lo hago mal. A Tiago (PZK) lo conocí en 2019. Yo trabajaba en un estudio que era una casa y él fue a grabarlo lo de “Sola”, dormimos en la misma pieza. Y él me decía: “¿Decís que la voy a romper en la música?”. Yo le decía: “Flaco, sos un superdotado, obvio que sí”. Y recién en 2023 empezamos a trabajar.
- Ahora, ¿con qué soñás?
- Tengo ganas de hacer música solo para mí. Ver a dónde me lleva eso. Siento que la música no es algo que tiene un fin, sino que es el proceso. El objetivo es el estilo de vida. No es un objetivo numérico o una luz al final del túnel. El objetivo es estar en un estado creativo y mantenerlo.