Adrián Suar es una persona que está en constante movimiento y pareciera que no tiene un segundo para poder frenar. Se lo puede ver como una tormenta de trabajo, ocupaciones y compromisos, tal vez sin un minuto para disfrutar del ocio, hoy confiesa el actor que si bien tiene una cantidad importante de compromisos, también tiene mucho espacio para él. “Hoy puedo decir que manejo bien lo que es trabajo, lo que es el ocio y la recreación”, aclara el también empresario apenas comienza la conversación en Casino Resort.
Pollo: —¿Eso es un proceso de maduración, porque vos sos una persona claramente, por cómo te va y por todo lo que lograste, que es imposible que no hayas sido un workaholic?
Adrián: —Sí, se aprende con el tiempo a la fuerza. Sí, a la fuerza. La capacidad de reflexión que tengas para separarlo. Lo urgente de lo importante, de entender que todo en su justa medida. Que son frases hechas, pero es cierto. Yo lo aprendí. También es un proceso de sanidad el workaholic. Yo no sé si fui un workaholic. Sigo estando muy apasionado de mi trabajo. “Es un oficio nuestro que nos apasiona,?”. Yo estuve muy relacionado muchos años con lo creativo. Lo creativo tiene un imán que es muy difícil soltarlo porque estás con tu cabeza. Los sueños los cumplís. Es difícil, desde el punto de vista de como una droga, no es lo mismo una droga creativa, una droga de hago esto, invento algo, lo junto, lo armo y se me arma, eso es lindo. Eso es lindo, pero también tiene, como todo en la vida, el adobe, que es meter y meter. Y un momento, yo me no me cansé un poco de escucharme. Yo vivo con ideas, hago y pienso.
Pollo: —¿Vos sos lo que se van a bañar y piensan en un proyecto nuevo?
Adrián: —Antes, pero siempre fue así para mí. Me ha pasado. Me he perdido muchas cosas. No estoy arrepentido de nada. Es la que me tocó, es la que viví, es la que tuve que aprender, pero también el tipo que está totalmente, solamente abocado al trabajo y la libido puesta ahí tiene un problema, tiene un vacío, tiene algo que no le cuesta. A mí me ha costado conectarme con otros espacios que no sean esos y lo reconocí con el tiempo, lo reconocí como una debilidad, no como una fortaleza. Y además a mí me gusta, nadie lo cree, a mí me gusta mucho estar haciendo nada, me gusta mucho. Si nada es nada. Mirando, bueno, yendo a comer con amigos, mirando un partido de fútbol, estando así, así es increíble.
Pollo: —Yo no te veo en esa situación
Adrián: —Eso ahora, hace 15 años atrás no, pero me gusta. Me gusta, me gusta. No, no me angustio un poco cuando estoy. Ahora que tengo un raid de cosas, la obra de teatro más o el canal, o una película que arranco a filmar ahora y a dirigir también. Van a ser todos seis semanas, siete semanas de rodaje. Pero me angustia un poco estar concentrado para hacer las dos cosas. Me cansa el cuerpo, ya estoy más grande, entonces me canso.
Pollo: —¿Vos elegís los elencos?
Adrián: —Sí, generalmente y en Felicidad... yo sabía que para mí era Griselda completo con Benjamín y con Jorgelina cuando pensé y empezamos a armar la historia que yo ya la tenía, dije este es un quinteto que debería ser así y se logró así.
Pollo: —La ví y te vas de la obra reflexivo...
Adrián: —Sí, sí, porque bueno, la obra propone más allá de toda la risa y la comedia y todas las cosas desopilantes que pasan, es estar atrapado en la mentira. Qué consecuencias trae cuando una pareja está atrapada en ciertas mentiras que quieren destrabar, o algunos de los otros personajes. Al final, eso está bien.
Pollo: —¿Sabés la cantidad de películas, obras de teatro y cine que hiciste a lo largo de tu vida?
Adrián: —Hice como actor, creo que 12. Y de programas de televisión, más de 70.
Pollo: —¿Y la magia sigue intacta?
Adrián: —La magia no está intacta. No, no, la magia no está intacta. En algún momento estuvo intacta y ahora no está intacta. La tengo que ir a buscar. Tengo que trabajar. A veces viene. Son procesos. Hay momentos de mi carrera que le pegaba de mitad de la cancha y entraba esa. estuve muchos años que donde agarraba era el más rápido de todos. No tenía gobierno sobre eso. Yo sabía que era el más rápido. Yo miraba y ya miraba antes, mucho más rápido que el resto. Volaba. Pero después lo perdí. No lo perdí. Son épocas. No todos para siempre. A eso me refiero. Volaba y después no volé más.
Pollo: —¿Podés volar mañana?
Adrián: —Sí, porque los hechos creativos aparecen y te acompañan. A mí me acompañó un tiempo largo. A veces tenés y que ir a buscarlo. Y no está, no está, no aparece, no está, no está, y aparece. Viví una época de diez, doce años, de mucha inspiración creativa.
Pollo: —Vos invertís mucho, ¿es muy difícil?
Adrián: —Sí, cuesta invertir. Vos no sabes cómo te va a ir. A priori crees que te va a ir bien. Muchas veces le apostaste a todo decir la voy a romper y no, pero con ese elenco, en ese teatro no, no, a mí no me gusta ir a menos nunca. Cuando apuesto una obra de teatro intuyo que hay mucha gente que va a venir a vernos. Entonces como tengo esa sensación y después algo de eso sucede, tengo que apostar fuerte, le tengo que poner, por respeto a la gente, por respeto a mí, porque primero porque me gusta a mí. Y segundo es cuando se sientan en la platea, en la medida que se pueda. Porque digo bueno, yo voy a tener una mínima cantidad de espectadores, otros no tienen esa posibilidad, entonces les cuesta invertir.
Pollo: —Los tickets se dividen entre menos gente, teniendo en cuenta la situación, digamos hay eligen, hay tres obras que le va bien y el resto la pelea....
Adrián: —Siempre fue así. En los mejores momentos hay cinco que pelean bien a cinco que decís uno que es mucho, cinco que estén en el top five y después hay una lista que la luchan. Eso pasó siempre, pues hay momentos de más abundancia y que la marea desborda y alcanza hasta lo que es, lo que antes estaban con el agua para acá sin pausa. Pero en la calle Corrientes hay de todo. Igualmente ahora con la crisis todavía no, uno no podría decir que el teatro se desmoronó? No porque le va muy bien a a varios. A Nico Vázquez le va muy bien, Martín Bossi la rompe, Esperando la carroza. A Carla Peterson le va muy bien.
Pollo: —¿Se hace una diferencia y se gana plata o es empatemos y llevémonos un poquito cada uno?
Adrián: —Bueno, cuando metes mucha gente se gana plata. Cuando estás por arriba de la media, depende de la producción que tengas, tardas en recuperar. A veces trabajas cuatro o cinco meses para recuperar y te quedan los últimos dos y medio para ganar y entra justo. Depende la gente. Una obra de dos personas es más barata, una obra de un decorado y metiste 2500 personas por semana. Vuelve un poco. No hay tanto gasto de producción. Cuando tenés un un gasto de producción alto y decís si me va bien, pero para que recupere en el caso mío, será a fin de agosto.
Pollo: —¿Te gustaría laburar afuera en algún momento?
Adrián: —Sí, hice una película en España, No puedo vivir sin ti. Una película que estrena seguramente este año acá en una plataforma. Y después se estrena en la pantalla gigante. Y sí, tengo pensado en algún momento hacer una experiencia de estar cuatro o cinco meses, Haciendo tele, cine, produciendo o yendo a hacer una película y volver. Depende. Es una fantasía, no depende de cómo me vaya ahora con esta película me gustaría hacer, pero. Entonces me siento Ricardo Bochini, El Bocha, que no salió nunca del país.
Pollo: —¿Y Hollywood?
Adrián: —Entiendo, pero no, no es para mí. No, no, no. Eso se va a los 20 años, 22. No se va a los 50 a ver qué onda. España, porque hice una película y probaría para estar un tiempo, tres meses y volver y hacer algo. Me divierte, no solo como actor, sino producir Estoy haciendo algo. Tengo proyectos para hacer con el director que hicimos la película. No puedo ver sin ti. Hice la película como director y estamos preparando otra obra de teatro para llevar allá. Entonces me gustaría producir teatro allá es para. Estoy en en el tercer acto de mi vida. No, no estoy diciendo nada por una cuestión de edad de los 50 entras en el tercer acto, en un tercer acto de mucha experiencia, en un tercer acto de estoy más aplomado y estoy para para jugar algunas fichas, para divertirme, solamente para.
Pollo: —Si te agarra un español y te dice cómo está Argentina hoy, ¿qué respondes?
Adrián: —Yo diría que está en un proceso de transformación. La gente pidió un cambio. Mucha gente lo apoyó. Yo todavía no sé cuál es el rumbo. Como ciudadano no veo un diagnóstico. Digo: ¿adónde irá esto? ¿Adónde va? Hay que esperar. Es muy pronto. Soy de los que creo que miro y digo este es un país que hay que bajar la inflación. Lo dije el otro día: no me gusta el Estado ausente. No me gusta el Estado omnipresente, porque eso le hace mal a un país. Para mí y la foto que veo hoy digo cuándo va a venir la inversión, cuándo van a ver en un país, si no hay centro. Un país sale también con orden fiscal, reglas claras para venir a invertir. Es lo que creo.
Pollo: —¿Qué te pasa con el vuelto, con las críticas, con lo que puedan decir? ¿Cómo la llevas?
Adrián: —Me gusta cuando hay debate. Yo puedo decir algo y me debaten con respecto a lo que digo. No me gusta cuando la contestación es a base de una mentira o de algo que no tiene nada que ver con lo que yo dije. La manipulación para contestarme a lo que dije. Me ha pasado cuando yo defendí la cultura, se llegó a decir “vos que vivís del Estado...” y lo decían con firmeza. Yo soy alguien que nunca, nunca, nunca, nunca, nunca vivió del Estado. Y no estoy en contra del Estado ayudando en la cultura, estoy recontra a favor, en los lugares donde el privado no llega. Me gusta vivir en un país donde el Estado ayuda y protege y fomenta la cultura, en su justa medida. Después, siempre digo lo mismo, hay muchas cosas para mejorar. Hay cosas que están pésimamente hechas.
El juego del millón
El Pollo invitó a Adrián a gastar un millón de dólares. La única regla es que el dinero se debe gastar por completo en la cantidad de compras que prefiera, pero sin la posibilidad de donarlo o guardarlo.
Pollo: —¿Qué haría Adrián Suar hoy con 1 millón de dólares? ¿En qué gastamos? ¿Qué haces? Lo que vos quieras.
Adrián: —Seguramente agarraría tres, cuatro pibes que tengan algún proyecto de autogestión fuerte que necesiten para financiar una peli, que tienen su idea, pero no la pueden concretar.
Pollo: —¿Y cuánto? Porque desconozco los números...
Adrián: —Para hacerlo chiquito, pero para ver, 300 mil dólares. Con eso hacemos una peli.
Pollo: —¿Sos de cuidar la guita o sos derrochón?
Adrián: —No, no soy derrochón. Tampoco soy alguien que esté pensando. Me gusta gastarla bien, pero no soy una persona que gasta en boludeces, no tengo hobbies, no tengo la chapa de cinco lucas verdes.
Pollo: —700 lucas nos quedan. ¿Cómo seguimos?
Adrián: —Y tengo gente, amigos que ayudaría
Pollo: —Te vas a quedar con nada.
Adrián: —Yo me quedo con nada, ¿sabés por qué? Porque a mi me dio mucho. Yo no puedo pedir nada. La regalo. Por ahí me quedo con una gamba, para un viaje.
Pollo: —¿A dónde vas?
Adrián: —Me gusta la Costa Amalfitana bien. Se la pasa lindo por ahí. Si la reviento, la reviento. En 15 días lo mato. Me alquilo una casa...
Pollo: —Te quedan ahora 600 lucas.
Adrián: —Sería para gente que la necesita, amigos míos que la están luchando. Tengo tres. Y gente que que ha trabajado conmigo sin decir dónde porque no quiero y le daría más 100 a cada uno. 100 lucas para que hagan lo que quiera, comprarse un monoambiente o estirar la vida, o pagar las expensas o lo que sea, o disfrutar la vida.
Pollo: —Te quedan 300.
Adrián: —100 pondría para pagar un curso a varios políticos para que tengan un curso en humanidad. Podría elegir diez. Para que tengan más empatía, humanidad, que no todos tienen. Serían varios, de todos los partidos políticos. Hay muchos que tienen el alma rota, el alma podrida y eso no se cura lamentablemente. Así como digo: “qué lindo que salgan los pibes las camadas nuevas en la tele”, ¿dónde están los pibes de 28, 35, 40 en la política, para que salgan a hacer un cambio lindo? Esa camada, de los 40 y pico para abajo, tiene otra cabeza.
Pollo: —Te quedan 200 lucas, nos está costando gastar la guita.
Adrián: —No me compro boludeces, y me compré. Ya estoy en otro momento de la vida. Fui un enfermo de querer. Lo que quise lo tuve.
Pollo: —¿No te gusta vivir bien?
Adrián: —Me gusta vivir bien. Sin derrochar. Nunca fui un logi. El logi que va y se gasta todo. Nunca lo fui. Me gusta invertir, por ahí lo haría en el teatro independiente. 200 lucas para que hagan un teatro. Yo creo que está bien gastada.
Números
Suar se sometió al cuestionario y contó todo en relación al sexo, el dinero y los sentimientos. ¿Qué dijo?
Pollo: —¿Hace cuántos días no tenés sexo?
Adrián: —Una semana.
Pollo: —Excelente. Mucha gente acá responde cero. Y a mí me da un poco de bronca. ¿Una semana a priori es mucho o es poco eso en tu vida? ¿No sos tan sexual?
Adrián: —Si, lo soy. Pero también aprendí a no estar. Cuando tenés ganas de tener o cuando se te da el encuentro.
Pollo: —¿Cuál es mejor estadio? ¿Estar en pareja o estar porque dicen que el mercado está bravo?
Adrián: —Cuando estás feliz de estar en pareja, es divino. El día que esté con alguien es porque voy a estar.
Pollo: —¿La convivencia te va, la llevás bien?
Adrián: —Sí, yo he sido fácil. Igual no creo que vuelva a convivir.
Pollo: —¿Cuánto te costó lo más caro que te compraste?
Adrián: —Varias cosas que ahora me he comprado. Una vivienda cara que me compré. Cara.
Pollo: —Está bien. ¿Cuántas veces lloraste en los últimos 30 días?
Adrián: —No lloré en los últimos 30 días.
Pollo: —¿No lloraste?
Adrián: —No, yo no soy mucho de llorar.
Pollo: —¿Cuántos boxer tenés?
Adrián: —Muchos. Soy fanático. Me gusta comprar.
Pollo: —¿Pero no es cierto que hay algunos que ya al cuerpo le gustan algunos boxers que tengas de antes, viste? Tal vez ya más cansaditos...
Adrián: —Tengo cinco preferidos. Este que tengo ahora es nuevo, pero hay cinco preferidos que me calzan perfecto.