Con 29 años, Stefano De Gregorio, más conocido como “Yeyo”, parece haber vivido mil vidas. Producto genuino del semillero Cris Morena, su cara se hizo conocida a sus siete años en Rincón de Luz, pero para ese momento ya había hecho unas cuantas cosas en la pantalla. Su desembarco definitivo en la tele tuvo que ver directamente con su infancia carente de lujos. Por entonces, en VideoMatch los nenes iban a contar un chiste a cambio de un muñeco de los Power Rangers, esos que sus padres no le podían comprar. Cuando logró hacerse con el juguete, y se vio practicando travesuras en el programa más visto de la Argentina, aquel niño sintió que su camino era por ahí.
“Mi primer trabajo fue en Rincón de Luz. Año 2002. El proceso fue muy cruel. Asistí durante tres meses a un taller sin saber si me habían confirmado el papel. Íbamos tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes. Al final del último día llegaba el planillero-productor y, cuando terminábamos, ‘limpiaba’ a una tanda. No me preguntes por qué, pero nunca me quedé parado a escuchar esa lista. Me iba directo al auto. La que iba a escuchar era mi mamá. Al final, me dijeron: ‘Sos Mateo’ y me dieron el libreto. Fui el segundo o tercer caso en el país de monotributista a los 7 años. Era un juego para mí. A la salida del colegio mis amigos se iban a jugar a la pelota y, yo, a grabar. Me encantaba. Recién a los 10 empecé a entender que era un trabajo”, contó.
Después fue Tomás, en Floricienta; Petardo en Chiquititas; y Lleca, en Casi ángeles, papel por el que todavía hoy lo reconocen por la calle. “Con el elenco de Floricienta hice más de 620 Gran Rex. Llenábamos todas las funciones”, recordó.
En la última década, protagonizó Somos Familia, Esperanza Mía y Golpe al Corazón. También hizo teatro: fue parte de 100 metros cuadrados en calle Corrientes e hizo temporadas en Carlos Paz con Sé infiel y no mires con quién. Stefano es un personaje multifacético y, por si fuera poco, fue panelista en Polémica en el Bar; y conductor de Biri biri, programa emitido por el canal de streaming República Zeta. Actualmente, también es jugador profesional de Counter-Strike.
Acerca de su profesión
Yeyo: — Yo me voy reinventando. Con base en mi experiencia de trabajo, por ejemplo, hoy puedo ser conductor. Conduzco. Nuestro trabajo “main” (principal) murió. Entonces corre por cuenta nuestra. Si nosotros no nos despertamos y nos movemos y nos reinventamos, nadie nos va a venir a tocar la puerta y decir: “Che, ¿querés actuar en Netflix?”. No existe. Mi autoestima siempre va a estar muy alta, pero porque yo confío mucho en mí y en que yo puedo hacer todo. Fui muy esponja desde los siete años, de todo lo que se me acerca, algo bueno saco. Lo chupo y después lo uso. Obviamente, me falta un montón de experiencia, pero puedo aprender. En estos años pasaron muchas cosas, porque vos podés hacer una obra de teatro, una novela, conducir un programa, conducir un Stream. Si te lo proponés, digamos, podés ser versátil y hacer otras cosas. Por eso ahora me está pasando esto de conducir, que me encanta. Guiar, llevar, hacer preguntas: me copa.
Rulo: — ¿Te hubiese gustado ser un futbolista profesional?
Yeyo: — Sí, obvio. Intenté en la pandemia, de hecho, jugué seis meses allá en la Tercera RFEF de España y fue la experiencia más linda de mi vida.
Rulo: — Sentís que con esa experiencia en España cubriste un poco esa, no quiero decir frustración porque tampoco sos un frustrado. Sos un pibe feliz que te va bien, pero ¿cubriste esa asignatura pendiente?
Yeyo: — Sí. 100%. Fue toda la vida. El hecho de decir cómo sería o cómo hubiese sido mi vida si a los siete años no conocía a Cris Morena, por ejemplo, porque si no la conocía a Cris Morena, yo creo que iba por ese lado. Iba a jugar al fútbol toda mi vida.
Su paso por el Bailando
Yeyo: — Disfrutaba de la competencia. Me gustaba el hecho de entrenarnos para que cada vez saliera mejor. Pero no sé, yo no soy una persona mediática. Jamás fui mediático, nunca tuve un problema con nadie y, lamentablemente, no volvería. Me encanta bailar, disfruté un montón del Bailando, pero no me gusta...
Rulo: — ¿Pero había pica con (Marcelo) Tinelli y el Chato (Prada)?
Yeyo: — No, para nada. Terminé bárbaro. Pero no me gusta... Pensamos muy distinto muchas cosas.
Rulo: — ¿Con quién? ¿Con Marcelo o con la producción?
Yeyo: — Yo casi siempre hablaba con el Chato y (teníamos) la mejor. Me parece un tipo divino y entiendo que es su negocio y entiendo que sea así. Entonces yo no puedo cambiar nada. Estar todo el tiempo atajándose y con miedo de que te estén a punto de hacer la cama. Eso es. Yo no entraba a mi camarín, Rulo. No entraba. Tenía miedo de que me inventen algo todo el tiempo. Entonces, por las dudas, me quedaba quietito, en el lugar, tomando mate con los de maquillaje y peinado. Entonces ahí nadie podía inventar nada; pero, a su vez, no les servía. Y yo, donde no estoy cómodo, no vuelvo. No vuelvo ni por plata ni por nada. No vuelvo.
Un día “de canje”
Rulo: — Por sí o por no, Yeyo. ¿Vivir de canje?
Yeyo: — ¿Se le puede poner uno más grande? Una pancarta así atrás, que diga todo un “Sí” gigante. Poneme un croma con un “Sí”.
Rulo: — Quiero ir haciendo mentalmente una lista. Un día de Yeyo viviendo de canje. Se levanta a la mañana en el hotel. Vive en un hotel, Yeyo.
Yeyo: — Pero pará, ahí desayuno. Igual está pago el hotel. El desayuno de ahí lo tengo pago. No tengo que subir historias, digamos. Pasa que ahora estoy con el ayuno intermitente. Estoy aflojando los canjes un poco.
Rulo: — Podés vivir con menos.
Yeyo: — Puedo vivir con menos porque, claro...
Rulo: — Porque ayuna el tipo. No porque no lo consiga. Le sobran los canjes.
Yeyo: — Ponele que salgo del hotel y me voy a almorzar a una parrilla. Entraña siempre prolija, historia. A la tarde, por ahí, me voy a la estética. Ojo con esa.
Rulo: — Estética que es caro.
Yeyo: — La maquinita de los abdominales. Acá estamos haciendo abdominales, ojo. Después llego a casa y ahí justo levanto una bolsa de una marca que me mandó unas barritas de cereales. Ya tengo la merienda resuelta y, bueno, a la noche ya está reservado un lugar para ir con los pibes o con mi novia.
Rulo: — Que ya tenemos canje también.
Yeyo: — ¿Vos sabías que la primera cita con mi novia fue de canje? Para que sepa lo que se le venía.
Rulo: — Para qué te voy a mentir. “Mirá, la verdad que la billetera la dejé en casa hace un año”.