Este lunes se llevó a cabo una nueva competencia dentro de Gran Hermano, ya que tras la eliminación de Federico, conocido popularmente como Manzana, los concursantes tuvieron la oportunidad de competir por otro premio: un auto 0 kilómetro y combustible gratis durante un año. Aunque a diferencia de los premios anteriores que se les fue dando a los participantes, en esta oportunidad se realizó una votación para que los propios hermanitos elijan quiénes competirían por el vehículo.
Entonces, en vivo durante el programa del lunes, fueron pasando de a uno al confesionario para votar a dos de sus compañeros, los que no quisieran que participen. Los más votados fueron Martín, Mauro y Darío. Y fue Virginia, la líder de la semana, la que torció el destino de uno de ellos, dándole la oportunidad a Darío de que participe por el premio, dejando a los dos jóvenes deportistas afuera de competencia.
Ya en el juego, el desafío consistía en encontrar la llave correcta de un total de 200 disponibles en el tablero. Los participantes fueron pasando en fila, eligiendo un número de a uno e intentando darle marcha al vehículo. Primero pasó Zoe, siguió Bautista, Juliana, Virginia, Florencia, Emmanuel, Nicolás y Darío.
Así las cosas pasaron casi diez rondas y como ninguno acertó y el programa debía terminar, Santiago del Moro anunció que la decisión final se postergaría para este martes. Será entonces esta noche, en el programa en vivo, que los jugadores volverán a elegir llaves y a competir por el auto.
Uno de los participantes que se encuentran en carrera, entonces, se unirá a los que ya recibieron grandes premios durante esta edición, como Martín Ku que se llevó una casa, Virginia con un viaje a Punta Cana y Federico, una moto.
Mauro se le plantó a Santiago del Moro en Gran Hermano
Paralelamente, la escandalosa pelea de Mauro con Furia desató un encontronazo con Santiago del Moro en plena competencia del auto donde el participante y el conductor se pelearon en vivo. Todo se dio cuando el exrugbier comenzó a llorar y le explicó qué le estaba pasando a sus compañeros. Luego de esquivar las indirectas, el conductor apareció en el monitor, lo confrontó y el clima fue de tensión absoluta.
“Algún día quiero ganar aunque sea una caja de bombones”, lanzó, indignado mientras se sentaba molesto a un costado ya que, tal como se mencionó anteriormente, Mauro no pudo participar de la competencia del auto por el voto de sus compañeros. Durante los minutos siguientes, el participante se encargó de lanzar punzantes frases, mientras el resto elegía llaves y las probaba en el auto esperando que encienda. “Ayer no me dejaron hablar”, soltó. “No me dejan jugar por nada”, continuó cada vez más enojado.
En ese sentido, del Moro apareció y le comentó: “Mauro, tenés las cámaras las 24 horas. Deciles lo que quieras”, sostuvo el conductor. Y todo fue tomando temperatura. “No, no hay problema con eso. Yo me enojo porque ayer no me dejaron hablar. Simplemente”, lanzó, luego de comenzar a llorar. “Pero, ¿qué querés hablar? Pará una cosa porque yo estoy un poco hinchado las pelotas con todo”, arrojó Santiago, picantísimo.
“Chicos, este es un juego y un programa en el que ustedes pueden hablar las 24 horas a cámara. El que quiera. Tienen 200 cámaras. Todos los días se pueden plantar y hablan en vivo. ¿Querés hablar? Andá al confesionario y decí lo que quieras”, siguió el conductor del reality. En tanto, Mauro se justificó: “Ayer lo dije en el confesionario. Yo puedo hablar a la cámara 13 en la pileta a la una de la tarde, pero no es lo mismo en una gala del prime time de Telefe”, se quejó. “Vimos todo, tuviste tu oportunidad de hacerlo”, le recriminó Del Moro.
“Es por una cuestión de quedarme yo tranquilo conmigo mismo. El que está afuera no sabe nada, pero el que tiene que estar acá fuerte con su cabeza soy yo. Y si yo no me puedo defender...”, siguió Mauro. Pero el animador le puso un ultimátum. “Víctima no hay ninguno. Tienen las puertas abiertas los que se quieran ir. Es así el juego y la competencia. Son todas personas mayores de edad”, concluyó, en medio de un clima más caldeado que nunca.