“¡Congelados!”, exclamó el Gran Hermano después de que sonara la chicharra en esta lluviosa noche de jueves. Así, los participantes del célebre reality show que se emite por Telefe se quedaron donde estaban, estáticos y expectantes, sin poder moverse ni hablar ni nada que se parezca a una expresión. Casi todos estaban en el living, como esperando a que esto ocurriera de un momento a otro. Sin embargo, la emoción embargó a Florencia Regidor en cuanto vio que quien entraba a la casa era Fernanda, su mamá.
“Permisooo”, dijo Fernanda con una bolsa en la mano, como regalo para su hija. “Guauuu, qué bueno el gimnasio. Amo, amo”, dijo la mujer al traspasar el pasillo del patio. Finalmente, abrió la puerta que daba acceso al living y saludó a todos. “¿Cómo están? ¡Hola! Ay, no puedo creer que esté acá adentro. Qué hermoso”, dijo sorprendida. Luego, sobre la mesa, dejó un paquete para Arturo, el perro de la casa y luego se adentró en el sillón para llegar al encuentro con su hija. “¡Qué hermosos todos!”, elogió a los participantes.
En tanto, Florencia estaba sentada en el sillón y de espaldas a la puerta. Si bien no pareció reconocer la voz de su mamá, en cuanto escuchó que la mujer dijo “Florcita” y dio la vuelta para poder tenerla frente a frente, el rostro se le transformó y se mordió los labios para contener el llanto y las palabras que seguramente le estaban por brotar de la boca. “Mami, quedate quieta, no te muevas, no te muevas, no te muevas”, le advirtió Fernanda, regla fundamental del “Congelados”. Así, se le sentó al lado mientras la joven modelo lloraba y lloraba.
“No te muevas, no te muevas. Estás hermosa, hermosa como siempre, tan hermosa. Disfrutá mucho, divertite. Esta es una experiencia única, irrepetible. No te muevas, no te muevas. Te amo mucho, sabés. Estoy muy orgullosa de vos. Justo te encontré sentada, yo quería encontrarte parada para abrazarte mucho”, le decía Fernanda a su hija mientras la acariciaba los hombros y la contenía.
“Te amo, te amo mucho”, le repetía mientras la llenaba de besos. “Estas hermosa, hermosa, con esos ojos hermosos, ese maquillaje. Voy a chusmear la casa. Vos no te muevas”, remarcó Fernanda a Flor, justo antes de empezar a moverse por el hogar transitorio de su hija y conocerlo. Lo primero que hizo fue dirigirse al cuarto de las mujeres y dejó el paquete que había traído para la participante encima de su cama. “Está hermoso todo, acomodadito, limpito, todo lindo. ¡Qué buena habitación!”, exclamó.
En la recorrida, se maravilló con el espejo redondo que corona el pasillo (”Qué lindo lugar este para maquillarse y peinarse”), echó un vistazo al otro cuarto y también al baño. Al pasar por la cocina, destacó la mesada. “Amo esta mesada, es ideal para hacer mucha pasta frola y pan, me encanta”, dijo y tanto su hija Flor como sus compañeros se rieron de la ocurrencia.
Luego Fernanda volvió al sillón donde estaba su hija para abrazarla nuevamente, antes de despedirse. “Chiqui, no te muevas, te voy a hacer muchos mimos. Divertite, disfrutá, que este momento es único. Relajá, pasala lindo. Te amo mucho, estoy re orgullosa. Mucho, en serio. Es re difícil abrazarte sentada, así”, le dijo y en ese preciso momento el Gran Hermano volvió a tomar la palabra. “10, 9, 8...”, comenzó con la cuenta regresiva para que la mujer abandonara la casa. El tiempo para la visita había terminado.
“Te amo mucho, pasala lindo. ¡Chau a todos! Disfruten, chicos, disfruten mucho”, fue lo último que dijo y al salir de nuevo al patio, notó que la lluvia caía con mucha más intensidad que con la que había entrado. Así, salió corriendo con cautela, tratando de no resbalarse pero con prisa para alcanzar la puerta y volver al “exterior”.
Un minuto más tarde, el Big descongeló a todos. Con el maquillaje corrido por las lágrimas, Flor recibió el abrazo de sus compañeros, aun muy conmovida por el encuentro. “No le reconocí la voz, chicos, les juro. Cuando la escuché, dije: ‘¿Quién es?’. Y cuando la vi acá, dije: ‘Naaaa’”, exclamó la participante, todavía sorprendida con la visita de su mamá.