“No entiendo nada, muchas gracias”, tuiteó Dillom a las 0.25 de este viernes 26 de abril. Apenas 25 minutos después del estreno de Por Cesárea, su muy esperado segundo álbum de estudio, las estadísticas de su cuenta de artista en Spotify marcaban que el trabajo ya contaba con más de dos millones de reproducciones “desde el inicio para este lanzamiento”. Un clásico instantáneo en una época repleta de tic-tacs efímeros que contó con infinidad de comentarios positivos, memes y buenas sensaciones de a montones en las redes sociales durante toda la jornada de hoy.
Pero lo de Dylan León Masa -tal es su nombre real- vuelve a ser conceptual. Al igual que en su notable debut Post Mortem (2021) -especie de álbum póstumo en vida, provocado por la ansiedad que le generaba al autor morirse antes de que su obra vea la luz-, tuvo antes el concepto que las canciones. “Primero escribimos el guión y después empezamos a desarrollar los temas de a poco”, le confió Dillom a Teleshow en una conversación informal ocurrida semanas antes del lanzamiento, en una escucha privada realizada en los Estudios Panda, lugar en el que se grabaron todas las baterías de este nuevo disco, que, sin temor a la exageración, es una de las mejores obras musicales argentinas paridas en este siglo XXI.
Así, la música tuvo un tratamiento de película y la premisa fue contar una historia de principio a fin, con temas sonando en continuado, con el audio y la atmósfera como hilo conductor. De hecho, reforzando esta idea, el álbum no contó con ningún single de adelanto, algo muy habitual en la industria, sino que fue tirado a la parrilla todo de una. Una decisión inteligente de su sello y hogar independiente Bohemian Groove.
El minuto cero del disco apareció en plena vorágine del Post Mortem Tour, gira con la que recorrió buena parte del continente y varias ciudades de España. En Barcelona, y junto con sus productores Fermín Ugarte y Luis Tomás La Madrid, volvieron al estudio con la idea de empezar a trabajar en el álbum sucesor, pero aparecieron las canciones “Ola de suicidios” y las cuatro que componen el ep Ad Honorem Vol. 1. Ahí ya se empieza a advertir un audio más podrido, menos ecléctico, más enfocado en lo percusivo (ineludible influencia de Kanye West, uno de los referentes del artista) y con un grano más analógico, provocando nuevas texturas. Fue una interesante transición hacia lo que hoy se conoce como Por Cesárea (”Yo nací así, me parieron de esa manera”, revela Dillom), que tomó forma después de una serie de retiros que el equipo hizo en las islas del Delta, con base en el estudio Delta Sound Lodge, durante el 2023.
La provincia de Córdoba también fue un buen refugio para terminar de definir la cuestión: puntualmente, el estudio Sonoramica, propiedad de los Bandalos Chinos y ubicado en Mina Clavero, lugar conocido para Dillom, ya que ahí se había grabado parte de Post Mortem. En ese último retiro se definieron las canciones y los invitados: nada más y nada menos que Andrés Calamaro y Lali Espósito. De la música también participa Alejandro Terán y el Cuarteto Divergente, quienes registraron arreglos e intervenciones orquestales de lujo en seis de las doce canciones del disco. También interviene Broke Carrey, de su familia Rip Gang, en el tema “Mentiras piadosas”.
Cuando todo estuvo listo, la última decisión fue darle un toque humano a las canciones, utilizando la menor cantidad posible de tomas, con grabaciones en vivo de las bases y utilizando equipos vintage. Mientras Dillom se cargó casi todas las voces, Fermín grabó bajo, guitarras, sintetizadores y programaciones; La Madrid agregó más programaciones; Ignacio Haye estuvo a cargo de la batería y las percusiones; Giuiliano De Tomatis en guitarras; Franco Dolzani, guitarras, pianos y sintetizadores; e Iván Cetkovich fue con más pianos y sintetizadores. La mezcla a cargo de Santiago De Simone realza todos estos detalles y pone el clima en el punto justo para redondear una experiencia inmersiva.
Exponente díscolo de la ola del trap argentino que sacudió el mainstream local entre 2017 y 2019, Dillom está más allá de ese big bang y es dueño de un audio inclasificable. ¿Es hip-hop, es rock, es punk, es trip-hop, es pop? Definitivamente, no encaja en ninguna batea, como el vinilo deforme de Artaud (Pescado Rabioso), que de algún modo está referido en la portada oscura de este Por Cesárea.
Si el álbum anterior estuvo motivado por la posibilidad de una muerte temprana que le impidiera mostrar todos sus contenidos; en este nuevo, Dillom nos cuenta cómo llegó hasta acá, desde que tomó su primera bocanada hasta estos días. Su vida y su obra como una ópera rock en carne viva, allá el Roger Waters de The Wall o el Charly de La hija de la lágrima. Y pendula entre la ficción y la autorreferencia para exponer escenas traumáticas de la niñez (en la dramática “Últimamente”, que narra el intento de suicidio de una madre), canciones de amor retorcidas (”La novia de mi amigo”, “Cirugía”), convertir el mood simpático con el que inicia “Muñecas” -con una cita al “Hola” de Miranda!- en una película de terror que deriva en un femicidio. O el descenso a los infiernos sin perspectivas de volver a ver la luz en algún momento con la elocuente “Buenos tiempos”, portadora de un ritmo frenético a lo Trainspotting y la frase “El día que muera moriré en mi ley”, que se presta a un juego de palabras con el apellido del presidente argentino. “La verdad que no lo pensamos en ese sentido, pero cuando la grabamos nos dimos cuenta de que podía ser tomada para ese lado y que podía hacer ruido”, se ríe Dillom, que en el último Cosquín Rock reversionó “Sr. Cobranza” con el verso “a Caputo en la plaza lo tienen que matar”.
El aporte de los invitados es clave porque se nota que no son colaboraciones forzadas para mimar al algoritmo, sino que los artistas se entregaron al universo Dillom bajo sus propias reglas. “La vida es una pij... y me está recogiendo”, se lamenta el artista en “Mi peor enemigo”, donde aparece desde la ultratumba un Calamaro deep camboya -su etapa inmediatamente posterior al tour de force que supuso su célebre disco quíntuple El Salmón- para recordarle que “la vida pasa rápido, rápido”. Y Lali, en un registro hasta hoy desconocido, se apropia de una estrofa de “Plegaria desvelada” (María Elena Walsh) y se pone en piel de meretriz para guiar el flow espacial y percusivo (otra vez Kanye haciendo de las suyas) de “La carie”. “Le prometí a mi papá que iba a ser el mejor, pero ya no quiero ser el mejor, quiero ser el peor”, dice él en este tema, queriendo escaparle a su destino.
“Ayer Dillom presentó su disco (en el que tengo la suerte de participar en una pieza) y es quizá de los mejores discos que escuché en los últimos tiempos... ¡En muuuuucho tiempo! ¡Es un relato crudo y profundo! Amigo, te admiro. Aguante vos”, le dedicó la diva pop en Twitter. Sobre ese mismo hilo, Calamaro agregó: “Vamooo. Qué alegría participar juntos en esta obra”.
Después de las colaboraciones, el disco parece partirse en dos en cuanto a lo lírico. Si la primera parte tiene unas letras más desarrolladas desde lo narrativo, la segunda es a puro punchline, algo que caracteriza el estilo de Dillom. “La idea en un principio fue esa, de escribir un poco más, que las historias tengan más cuerpo. Pero después no pude contenerme y caí en la mía”, resume el rapero sobre su estilo.
Así, y después de un interludio instrumental uptempo (”Irreveresible”), en “Coyote”, donde transmutó su fanatismo ramonero por un hardcore rabioso y poguero, Dillom concede: “Ya mis secretos todos los saben / cerré la puerta con cuatro llaves / estoy preparado por si vienen a matarme / soy un boludo como no lo supe antes”. Para “Reiki y yoga” pone en escena la posibilidad de suicidio como liberador de todos sus males (”Voy a hacer lo que creo que soy / Y terminar con este dolor / Ya tome una decisión, es hoy”). Y en la celestial “Ciudad de la Paz”, que cuenta con un solo de guitarra de Iñaki Colombo de Bandalos Chinos, renace de esa sensación para impulsarse en una especie de esperanza. “Por ahora no me duele más / Soy solo otra luz de la ciudad / Tanto que busque perder la noción del espacio y del tiempo / Solo así van a extrañarme / La oscuridad ya no da miedo / Si tuviera otra oportunidad…”, entona y se despide hasta el próximo capítulo. El disco, en tanto, pide un repeat.