En noviembre del año pasado, Juana Repetto vivió junto a su familia un momento de mucho estrés cuando la dueña de la propiedad que alquilaba le informó que no le renovaría el contrato de alquiler. Así fue como la actriz tuvo que ponerse a buscar un lugar a donde vivir junto a sus hijos, Belisario y Toribio, y su pareja Sebastián Graviotto, papá de su nene más chico.
Ella misma había relatado la situación a través de sus redes sociales. “Nos mudamos porque no nos renuevan el alquiler porque viene a vivir la dueña de la casa. Baldazo de agua fría. Fui a pagarle el alquiler a principios de noviembre y le dije: ‘¿Podríamos hablar ya de la renovación del contrato del año que viene?’. Y ella me dice: ‘No’”, relató con un gesto de consternación. “Dije: ‘¿Y cuándo me pensabas avisar?’. Así que un fin de año movidito”, dijo mientras recibió el apoyo de toda la comunidad que la sigue. Así fue como ella decidió donar a sus seguidores algunas de las pertenencias de las que se tenía que deshacer porque le resultaba imposible llevar todo a su nuevo hogar.
Así las cosas, la hija de Reina Reech y Nicolás Repetto se mudó a una casa en forma temporal, mientras esperaba que le aprobaran los planos para construir su propio hogar. “La idea es alquilar una casa grande acá en Zona Norte, después de vender el ph (en referencia a la casa que habitaba en momentos en que se encontraba soltera), y mientras usamos esa plata para comprar un terreno y empezar la construcción de nuestra vivienda propia”, explicó por entonces a sus seguidores.
Por estos días, la actriz compartió cómo iban los avances de la obra, y hubo un detalle que provocó su enojo. Juana contó que la habían estafado en la compra del terreno donde se asentará su propiedad. “Después de un mes de atraso por problemas que les cuento en esta historia, arrancamos la obra. Básicamente, el terreno tiene menos metros de lo que figuran en la escritura, o sea, de los que garpamos. El problema no está resuelto”, comenzó contando en una de sus historias de Instagram.
Acto seguido, explicó que tuvo que disminuir los metros a construir debido a que las dimensiones no eran las mismas que las que se indicaban en el recibo de compraventa. “Tuvimos que achicar la casa para poder empezar y no seguir perdiendo tiempo y guita. Hubo un agrimensor que informó que el terreno tiene las medidas que figuran en el plano de la escritura. Pero firmó sin medir porque, según él, como es un terreno baldío y no se construyó después de la última mensura, no hacía falta ir a medir”, afirmó visiblemente disgustada.
También señaló que ella aun no sabía quién había sido el culpable de la situación. “¿De quién es la responsabilidad? No sabemos aún. No hablé con los exdueños que son un amor. Me terminé haciendo casi amiga de la mujer del exdueño”, relató. “Los dueños anteriores contrataron un agrimensor para que vaya a medir el terreno y diga ‘sí, ustedes están vendiendo un terreno que tiene la misma cantidad de metros que figuran en la escritura’. Los dueños le pagaron al tipo y listo. No fueron a medir ellos, no tienen ningún tipo de responsabilidad”, explicó.
Luego, Juana dio un detalle de los pasos a seguir. “Mi agrimensor va mañana y ahí me va a decir dónde está el problema. Ahí veremos si le reclamo a alguien que me pague los metros que me corresponden, si le pido a alguien que mueva una red y me devuelva los metros. No sé qué va a pasar. Pero para empezar tenía que achicar la casa porque si no, hasta que revelemos de dónde viene, andá a saber cuándo empezaba”, cerró con énfasis.