“Quien gana esta vuelta es... ¿lo digo? ¡Vamos a contar!”, anunció Santiago del Moro, invitando a la tribuna y haciendo crecer la expectativa. “10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1...”, contó junto a los presentes en el estudio y con los millones que seguían la final desde sus hogares. Y entonces, lo dijo: “¡¡¡Quien gana esta edición es Marcos!!!”, pronunció el conductor a las 0.07 del 28 de marzo de 2023 para coronar al concursante salteño apellidado Ginocchio. Hace exactamente un año, el 27 de marzo pasado, comenzaba la definición de la décima temporada de Gran Hermano en la Argentina, el reality show que había vuelto al país luego de seis años de ausencia.
Al saberse campeón, Ginocchio se hundió en el sillón, entre lágrimas. Mientras Nacho Castañares, el otro finalista, lo abrazó. Más tarde, al retirarse como subcampeón, cerraría la puerta gritándole: “¡Te lo merecés, te lo recontra merecés!”. Y entonces, por primera vez solo en la casa, el Primo -como se lo apoda a Marcos- se quedó en cuclillas, llorando como un chico, con la pequeña Mora a su lado. Fueron más de cinco meses en el encierro, desde aquel ingreso, el lunes 17 de octubre de 2022, hasta esa madrugada en la que se coronó como el ganador de una de las ediciones más exitosas que se recuerde del reality.
Segundos antes de irse de la casa, con la valija en una mano y sosteniendo a la perrita Mora con la otra, Marcos vio cómo se fueron apagando todas las luces luego de 162 días de actividad. Con un clima de escena cinematográfica, remitiendo a Jim Carrey en The Truman Show, se despidió del dueño de la casa. “Adiós, Grande. Te quiero mucho”, le dijo al Gran Hermano. “Y yo a vos”, se escuchó la célebre voz en off.
En la votación que lo coronó campeón, Ginocchio obtuvo unos 5,5 millones de votos positivos de parte de los televidentes que siguieron con ansiedad cada minuto de aquella final. Además, el Primo se llevó como premio una vivienda propia de parte de un sponsor y 15 millones de pesos. Pero sin dudas, el gran ganador de aquella noche fue el canal que la emitió, habiendo superado los 31 puntos de rating y hegemonizando el prime time de la misma forma en que lo hizo durante todos los meses que duró la competencia.
Para no desentonar con la expectativa y la emoción que tuvieron las galas de eliminación de cada domingo donde un participante abandonaba la casa, para aquella ocasión Telefe preparó una noche inolvidable, en la que cerró con broche de oro -y lluvia de papelitos dorados- el retorno del ciclo a su pantalla, con los 19 participantes que pasaron por el programa unidos en el piso, pese a todo tipo de enfrentamiento.
Aquella celebración había comenzado varias horas antes, cuando aún era de día y pese a que el programa estaba anunciado para las 22.30. Desde muy temprano, los fanáticos de los tres finalistas se juntaron en la intersección de las calles Fleming y Entre Ríos, en el barrio de Martínez, para alentar a sus candidatos y con la esperanza de poder ingresar al estudio o al menos, sacarles una foto desde la tribuna que se armó en la puerta o tan solo tocarles la mano a su paso. Así se pudieron ver desde temprano carteles, banderas y remeras con la cara de Marcos Ginocchio, Julieta Poggio y Nacho Castañares.
Del lado de adentro, las tribunas del estudio lucieron colmadas y el clima era el de un estadio de fútbol: familiares, amigos y seguidores alentaban por uno o por otro. “¡Ay ay ay ay, no tengas miedo, podés cantar!”, provocaban los amigos de Nacho al resto, hasta que de pronto obtenían respuesta y se armaba un ida y vuelta de gritos y cantos entre familiares.
Con el correr de los minutos y las horas, la intensidad fue creciendo y todo explotó por los aires al saberse el ganador. Y más aun, un rato después, cuando Marcos hizo su ingreso al estudio: fue recibido por una estruendosa ovación y papelitos dorados que dificultaron la visión, pero no opacaron el reencuentro del salteño con sus padres, su hermana Valentina y con una misteriosa muchacha a la que muchos señalaron como su novia oculta. Tal vez, el gran secreto que lo perturbaba en la casa. “No lo puedo creer. Para mí es un sueño, no creo que sea real”, alcanzó a balbucear, aún sorprendido.
En el camino de aquella final también había quedado atrás Julieta Poggio, con quien hasta el día de hoy se la sigue vinculando a Marcos. Es que la química que se generó entre ellos adentro de la casa trascendió la pantalla y fueron muchos quienes los shippearon. Una vez que finalizó el reality, se rumoreó que finalmente habían concretado su amor en privado, pero ellos siempre lo desmintieron con sonrisas cómplices.
Antes de ingresar al reality más famoso del mundo, Ginocchio tenía otra vida y distintas pasiones que fue comunicando a lo largo de su estadía en el certamen más visto del país, con más de 20 puntos de rating diarios. Además, tenía el deseo de ayudar a su familia, por eso buscaba la manera de ganar dinero para aportar en su casa y pagar su universidad. Para llevar a cabo el cometido, trabajaba por su cuenta para comprar los libros de estudio y poder abonar la cuota de la facultad. Uno de esos ingresos los logró al desempeñarse como modelo de diferentes marcas en Salta, generando distintos ingresos económicos. Esa actividad la complementaba con su otra pasión: estudiar abogacía. Antes de ingresar a GH, el Primo estaba cursando el cuarto año de la carrera.
Con la victoria ya en sus manos, y otros proyectos encaminados que incluyeron algunas campañas de modelaje, el jugador retomó aquel sueño. Luego de hacer una pausa, el ganador del reality decidió volver a ponerse las pilas con sus exámenes para obtener su título lo antes posible. “No sé qué me gustaría hacer. También tengo mi carrera, que la tengo que terminar”, dijo en Cortá por Lozano (Telefe).
“Me quedan tres materias para recibirme de abogado. Me gusta mucho el derecho de familia”, agregó luego para dar más detalles al respecto. En este sentido, el ex GH fue visto nuevamente en las instalaciones de la facultad preparándose para un nuevo final. “Marcos hoy en la facu antes de entrar a rendir otra materia”, informó Pochi de Gossipeame.