Con menos de tres años (los cumple en julio), Ana García Moritán sigue los pasos de su madre. La hija de Carolina Pampita Ardohain y Roberto García Moritán comenzó clases de mini ballet y según las imágenes que la modelo compartió en sus redes sociales, se la vio disfrutando junto a sus compañeras.
La conductora y el actual Ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no quisieron perderse el debut de su hija en el mundo de la danza y la acompañaron en su primera clase. Además, jugaron con ella, quien se entretuvo mientras copiaba los pasos y ejercicios que le enseñó su profesora.
“Ana en su clase de mini ballet”, compartió un video con un resumen la exjurado del Bailando en su Instagram, red social en la que tiene casi ocho millones de seguidores. Mientras que la cuenta oficial de la escuela baile a la que asiste la pequeña también publicó imágenes de Anita dando sus primeros pasos, y acompañada por sus padres, quienes retrataron el momento con distintas fotos y videos.
“Cuando papá y mamá, que es una eximia bailarina, te acompañan a tus primeras clases de danza. Muchas gracias, Pampita, estamos felices de acompañar a Anita en sus primeros pasos. Bellísima esta futura bailarina”, escribieron las autoridades del salón al que asiste la hija menor del matrimonio.
Los pasos de mamá
Pampita comenzó a bailar cuando todavía era Carolina y vivía en General Acha, en la provincia de La Pampa. Por caso, su apodo recién lo tuvo de más grande, cuando inició una carrera en los medios, y ya como modelo.
Tenía cinco años cuando sus padres la anotaron en clases de piano, con el objetivo de que compartiera una actividad con su papá -que murió al año siguiente-. Pero era tan inquieta y al ver que no lograban que se quedara sentada y concentrada frente al instrumento, le propusieron hacer danza. “Me iba en colectivo con el rodete. Toda mi infancia era el ballet, mi sueño era estar en las tablas como bailarina del Colón”, le contó tiempo atrás a Ángel de Brito en una entrevista íntima.
Nueve años más tarde, a sus 16, viajó a la Ciudad de Buenos Aires para darle forma a su sueño. Ya había participado de algunos cursos de belleza en su localidad, pero ella quería trabajar en mítico teatro porteño. Alquiló un monoambiente con una amiga, con quien compartió los gastos, y un ingreso de dinero que la ayudara a solventarse lejos de casa. Trabajó en un bowling, fue promotora y atendió comercios de indumentaria. Por caso, Pancho Dotto la encontró en un local y le propuso hacer una campaña fotográfica.
Con el tiempo, sus objetivos fueron mutando y su sueño de bailar en el Colón quedó atrás, para dedicarse al modelaje, que ya le había abierto muchas puertas. “Vine a rendir y la idea de venir a Buenos Aires era para ese lado pero era muy sacrificado”, contó Carolina en alguna oportunidad.
Sin embargo, jamás dejó de lado a la bailarina. Aunque no pudo dedicar su carrera al arte, lo supo transformar y se la vio mostrando sus dotes en cuanta oportunidad tuvo: brilló en la pista del Bailando, luego fue jurado y cumpliendo ese rol también realizó coreografías especiales para distintas aperturas del programa por un lado, así como también las de cada ritmo.
Ahora, disfruta de acompañar a su hija en sus primeros pasos en el mundo de la danza. A Anita, que en julio cumple tres años, se la vio feliz en su clase de mini ballet, sin saber -por ahora- que está haciendo el mismo camino de su madre, aunque unos años antes.