Otra noche de altas emociones en Gran Hermano (Telefe) y nuevamente propiciadas por el desafío llamado “Congelados”. En este lunes quien ingresó fue Morena, hija de Agostina Spinelli, la mujer policía de 34 años. Cuando sonó la chicharra y el dueño de la casa le pidió a los participantes que se quedaran en sus lugares, hubo casi un minuto de expectativa hasta que la adolescente hizo su ingreso a la casa.
“Por favor, quedate súper quieta, ma”, le dijo Morena a Agostina, quien inmediatamente la cara se le hizo un llanto. “Hola, ¿cómo andan, todo bien? Ay, que lindo verlos a todos, qué emoción”, dijo la joven, alucinada por estar en la casa. Al llegar hasta donde estaba su madre, quien quedó congelada cerca de la cocina, le reiteró: “Quedate quieta, por favor, super quieta, yo te voy a abrazar, quedate quieta”.
Las dos lloraron mientras Morena la abrazaba a su madre. Y le abrió su corazón. “Quiero que sepas que estoy muy bien, estoy muy feliz, no te das una idea de lo feliz que estoy por vos, me llenás el corazón de orgullo de una manera que no te podés imaginar. Te admiro de una manera increíble. Sos la mejor del mundo, en muchos sentidos. Y ojalá todos pudieran ver lo increíble que es esta mujer como mamá, porque es una parte de ella que todavía no conocen”, dijo como dirigiéndose al resto de los “hermanitos”. “Sos maravillosa, sos la mejor del mundo y estoy muy contenta de la persona que sos. Te admiro y, cuando crezca, anhelo ser como vos en todos los aspectos. Estoy muy bien, estoy muy contenta. Te extraño, obviamente y te amo. Y te miro todos los días, todos los días. Estoy muy contenta. Muy, muy feliz, te juro, no te das una idea”, seguía la adolescente.
“No sé qué más decirte pero espero que sepas lo contenta que estoy por vos y lo mucho que amo. Y lo contenta que estoy de ver a todos. Esto es una locura, estoy acá adentro... Permiso, voy a mirar un poco”, dijo Morena y se pudo a recorrer la casa, muy emocionada de ver a su madre y de estar viviendo la experiencia de estar por un rato adentro del juego. “El famoso espejo, guau”, dijo y se miró en el espejo circular que está instalado al final del pasillo.
De vuelta al encuentro con su madre, volvió a abrazarla. Agostina seguía llorando y, a esa altura, el rimmel corrido se había fundido con sus lágrimas, lo que le cruzaba el rostro. “Estoy muy orgullosa y te lo juro, estoy muy feliz. Te voy a abrazar, pero no te muevas”, insistía Morena. “Sos la mejor del mundo. No existe otra como vos, jamás, con tu valentía. Sos una mujer super valiente y te lo voy a repetir siempre”, siguió y en ese punto se quebró, lloró junto a su madre, y se puso en un tono más confesional. “Yo sé que soy fría con vos muchas veces, pero ahora al tenerte tan lejos me hace querer decirte todas estas cosas que nunca te dije y estoy muy contenta de tener la oportunidad de verte”, le dijo.
“Te admiro de una forma increíble, espero que puedas estar mucho mejor porque te merecés todo lo lindo del mundo. Sos una buena persona, una persona con muchos valores. Vos sabés que sos una buena persona”, le decía a su madre, quien no podía creer lo que estaba escuchando. “El hecho de que no te estés moviendo ahora me hace muy feliz”, remarcó Morena. “Estoy muy, muy, muy contenta de que estés acá, esto es único... ¿Vos te das cuenta donde estás? Es una oportunidad que pocos tienen, aprovechala al máximo, porque sos una buena persona. Y espero que te quede adentro de la cabeza, te merecés puras cosas lindas en esta vida. No te merecés nada feo, no te merecés malos tratos, jamás, de nadie. Me llenás el corazón de orgullo”, agregó después. En ese punto, comenzó a sonar la cuenta regresiva para su retirada y apretó fuerte a su madre en un abrazo final.
“Chau, chicos, qué lindo verlos y espero poder conocerlos a todos afuera”, fue lo último que dijo Morena antes de abandonar la casa. Un minuto después, el Gran Hermano descongeló a los participantes y casi todos fueron a abrazar a Agostina, quien estaba hecha un llanto. Ella se tapó la cara con las manos y largó lo que le quedaba de lágrimas. “Ay, no lo puedo creer, no la pude abrazar. Qué pena no poder decirle: ‘Yo también te amo’”, dijo la policía. “No la esperaba y entró con una actitud increíble. Aparte me miraba a los ojos... Ella es re vergonzosa, pero estaba tranquila y entró con toda”, cerró mientras recibía el consuelo de sus compañeros.