Cuando contaba con tan solo 9 años, Eva de Dominici tenía un sueño particular: integrar el elenco de Chiquititas. Gracias a su determinación no sólo alcanzó dicho objetivo de manera exitosa, sino que fue el impulso inicial que sirvió para aspirar a metas aún más ambiciosas. Así, pudo consolidar una trayectoria que actualmente la encuentra codeándose con las figuras de Hollywood.
La niña que conmovía con su actuación en la ficción ideada por Cris Morena experimentó un notable crecimiento, tanto a nivel personal como profesional. Su evolución la condujo a vincularse con las luminarias más destacadas de la meca del cine estadounidense, marcando un hito significativo en su carrera.
En el año 2018, Eva experimentó un cambio trascendental en su vida al enamorarse de Eduardo Cruz, hermano de la célebre y aclamada Penélope. Esto no solo alteró su panorama afectivo, sino que también dejó una huella imborrable en su existencia, consolidándose como un punto de inflexión crucial en su narrativa personal.
Establecida en la ciudad de Los Ángeles desde ese año, junto a su pareja y su hijo Cairo, la intérprete nunca se olvidó de sus orígenes: “Estoy muy agradecida porque sé que estoy viviendo un privilegio”, expresó consciente de que cada elección en su carrera la trajo hasta aquí.
“Yo nunca me imaginé que iba a vivir en otro país. Creo un poco en el destino porque fue tan... estaba ahí, esperando. Me abrieron una puerta, entré, y vi que podía desarrollar mi talento, crecer en esta profesión, nuevos desafíos. Vengo trabajando desde los nueve años sin parar y a los 10 empecé en la televisión, en Chiquititas, que era mi sueño. Luego me di cuenta de que quería seguir trabajando y desarrollar esta profesión, vivir de esto”, sintetizó en una charla con Teleshow.
En las últimas horas Eva compartió una serie de fotografías que remiten a su infancia en Villa Fiorito, recorriendo los rincones e imaginando los aromas de su niñez, con las que conmovió a sus casi tres millones de seguidores en Instagram.
“La casa de Villa Fiorito, una de las casas que marcó mi infancia. Estoy lejos, pero en mi mente la visito todo el tiempo”, reza el texto que acompaña las imágenes, en las que además de la fachada del inmueble también es posible ver una fotografía de ella en esas épocas, además de la verdulería de sus abuelos e incluso un carnet de de natación del club al que iba, en el que se puede ver la dirección de su casa de entonces. Un escenario lejano en tiempo y en espacio, pero siempre presente en su corazón.
De Villa Fiorito a Los Ángeles
Cuando Eva profundizó en su mudanza a los Estados Unidos, reconoció que tuvo que ver con su familia y el proyecto de vida que había encarado con Eduardo, pero para ese arribo al país, otra vez el destino jugó a su favor.
“La primera vez que llegué a Los Ángeles habíamos alquilado un departamento con mi hermana, de vacaciones. El dueño del departamento me preguntó si era modelo o qué hacía. Con el poquito inglés que tenía le expliqué que actuaba en Argentina. Y él me dice: ‘Tengo un manager que me encantaría que te contacte’. Insólito”, rememora sobre es emomento.
Tras ello, el primer llamado: “Este manager me llama, venía de una agencia muy grande y quería encontrar gente nueva. Fue el que me convenció para ir a Los Ángeles mucho tiempo después. Me acuerdo que no estaba trabajando y dije: ‘Bueno, voy’. Esto ya en 2017. Hice un primer casting y quedé. Era un proyecto chiquito con un director muy conocido y la película se filmaba en muy poquito tiempo; yo no tenía la visa, así es que me volví para la Argentina. Regresé en 2018 por el tema de la visa pero me quedé unos días más; ahí lo conocí a Edu. Meses después reconectamos cuando volví para hacer una campaña de ropa interior y me salió una película. Me terminé quedando, y en 2019 me enteré que estaba embarazada”.