“Murió Fructuoso Álvarez González, el asesino de la masacre de Flores”. La noticia conocida el 30 de abril del año último puso un punto final a una de las historias más impactantes del último tiempo, y del que solo un sobreviviente, Matías Bagnato, se mantiene en pie, pese a los golpes que la vida le dio, y a los que ahora terminó de enfrentar con una de las últimas cuentas pendientes en pos de mantener a resguardo su salud física.
El 17 de febrero de 1994, Fructuoso Álvarez González incendió la casa de los Bagnato con toda la familia adentro, incluso Nicolás Borda, un amigo de Alejandro, el menor de los hermanos que se había quedado a dormir. Matías contó que esa madrugada se despertó con la sensación de tener “una madera atravesada en la garganta”. Se asomó por la ventana y descubrió que sobre la calle estaba Norberto, un vecino, que le ordenaba que saltara. “¡Prendieron fuego la casa!”, le gritaba. Era un caos, una pesadilla real. Se le había presentado en su habitación y en su casa. Matías le pidió a su vecino que esperara, que antes iba a avisarle a sus papás. Se sacó la remera para cubrirse la boca. Abrió la puerta de su cuarto, pero no pudo avanzar. El fuego lo amenazaba desde el pasillo. Antes de escapar por la ventana, gritó que no se preocuparan por él. Tal vez alguien lo escucharía.
“Cuando miré para abajo, vi que había fuego hasta la mitad de la calle”, relató Matías, años después. No recuerda cómo llegó a la vereda de su casa del barrio de Flores, ubicada sobre Baldomero Fernández Moreno, casi esquina Pumacahua. Lo que supo fue a través de la reconstrucción de los testigos. Desde la vereda, escuchó el grito desesperado de su hermano Fernando: “¡Me quemo, me quemo!”.
Fernando, de 14 años, murió. Sus padres, José, de 42 años, y Alicia, de 40, también. Su hermanito Alejandro, de 9, y el amiguito que dormía ahí, Nicolás Borda, de 11, también. Solo Matías, de 16 años, sobrevivió a esa madrugada que fue bautizada por los medios como la masacre de Flores.
Álvarez González fue condenado a prisión perpetua en noviembre de 1995 por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 12. Nueve años más tarde, en marzo de 2004, consiguió ser extraditado a España para terminar de cumplir allí su condena, ya que tenía la ciudadanía de dicho país.
El 22 de noviembre de 2008, el autor de la “Masacre de Flores” fue liberado en España, pero en 2011 volvió a ser recapturado en Argentina, luego de amenazar de muerte a Matías Bagnato y a su abuela. Desde entonces, permanecía preso en el Complejo Penitenciario Federal N°1 en la localidad bonaerense de Ezeiza.
A poco menos de un mes de cumplirse los 30 años de aquel fatídico suceso y con el caso cerrado, Matías se siente orgullosos de haber podido superar otro de sus grandes temas pendientes, como el es el cuidado de la salud, por lo cual se sometió a un bypass gástrico hace poco menos de cuatro meses. Los resultados ya saltan a la vista con 34 kg menos.
En charla exclusiva con Teleshow, el también exparticipante de Gran Hermano ofreció detalles sobre este presente: “La decisión ciento por ciento la tomé después de que falleciera el asesino de mi familia. La obesidad es un tema que a mí me acompañó desde chico, pero siempre en niveles controlados, digamos, siempre tenía un sobrepeso dentro de todo lo normal, pero estos últimos 12, 13 años desde que empecé a pasar todo todo este calvario que tuve que vivir, obviamente que se agudizó. Empecé a canalizar también por ahí y llegué a engordar casi 40 kilos, lo cual más allá de un tema obviamente estético lo preocupante era un tema de salud: me dolían mucho las rodillas, la espalda, los valores ya me habían empezado a dar bastante mal, ya estaba con una prediabetes y me diagnosticaron hígado graso avanzado”.
“A fines de abril, cuando muere el asesino de mi familia, fue el empujoncito que me faltaba para tomar la decisión, sentí que eso era lo que necesitaba para un cambio de vida total”, contó sobre lo que estaba viviendo. Fue así que en medio de ese panorama, tras tomar conocimiento de la intervención y charlarlo mucho con Costa, la humorista que también había realizado ese cambio en su vida. además de unos amigos, y pese a reconocerse “muy cagón” para lo que refiere a cirugías y quirófanos, entendió que este era otro miedo a vencer. “Igual debo reconocer que tenía una visión equivocada del proceso, porque no es la solución esta cirugía, es solo una herramienta, si vos no cambiás, no sirve para nada. No es el camino más fácil”, explicaría.
En ese entonces fue a ver a su médico, quien le aseguró que era “una gran herramienta”. Y ahí su cabeza entendió que nuevamente había contra lo que enfrentarse: “Superé tanto en esta vida, que tengo que enfrentar el tema del miedo a entrar el quirófano y sobre todo, hacer un cambio de hábito”, se repetía internamente.
Fue en ese momento en que inició el procedimiento, cubierto por la Ley de obesidad: “Es un proceso de seis meses donde tenés que ir una consulta, evalúan el sobrepeso que tenés, cómo estás vos clínicamente y ahí ves si entrás o no en los parámetros para poder operarte”. Así, comenzaron la consultas con el equipo interdisciplinario que estaría encargado de su salud, ante lo cual debió ser visto por nutricionistas y médicos clínicos, entre otros: ”Te estudian absolutamente todo y después que tenés todos los resultados te dan una una evaluación final para ver si estás apto o no para la cirugía. Cuando se confirma, las tres semanas previas a la cirugía tenés que hacer una dieta líquida porque tienes que limpiar absolutamente el organismo y que creo que fue la parte más complicada de todo porque estás solamente ingiriendo líquido con un estómago normal, y la verdad que es muy, muy duro. Ahí, ya bajé casi 10 kilos”.
“El 29 de septiembre tomé la decisión de entrar al quirófano, la verdad que no fue nada fácil, y desde ahí hasta el día de hoy que estoy enfocado en estar bien, la verdad que me arrepiento de no haberlo hecho antes. Creo que también va acompañado de lo que comentaba, mi cabeza tampoco estaba muy bien como para enfrentar y ocuparme de mí. Durante todos estos años me descuidé, era mucho lo que estaba viviendo. Pero ahora decidí que tengo ganas de ser feliz, de estar bien y fue por eso que tomé la decisión, pero sin olvidar que es una herramienta, porque la cabeza no te la operan, así que tenés que aprender a comer de otra manera, hacer actividad física, todas cosas que yo no hacía”. detallaría.
Para finalizar, Bagnato destacó: “Me siento súper bien, los análisis me salieron excelente y aparte me siento bien conmigo mismo, y es lo que quería, estar bien, estar sano. Yo lo tomo como que me saqué toda la mierda que tuve que vivir durante todos estos años y por primera vez pensar en mí y tratar de ser feliz, que es lo que lo que vengo buscando desde hace 30 años. Como siempre, digo que se haya muerto el asesino de mi familia no hace que mis viejos vuelvan, mi hermano vuelva, pero sí, por supuesto el vivir en paz, el no vivir con esa maldita palabra ‘miedo’ que me acompañó durante tantos años”.
Por su parte, en charla exclusiva con Teleshow, el doctor Alberto Cormillot detalló que en este tipo de intervenciones “lo importante es el seguimiento, porque después posibles desajustes pueden aparecer”, es que todo se debe a que “el cambio es tan brusco en el cuerpo, y de la misma forma que ocurre en un desajuste social, ahí es donde se necesita un apoyo”.
Tras la intervención, explicó el profesional: “Es importante el seguimiento clínico de un nutricionista para ver cómo se alimenta, para ver si falta hierro, zinc o alguna vitamina o alguna de las carencias que pueden ocurrir en estos casos”. Sin embargo, dejó en claro una información clave: “El riesgo es inferior al de muchas operaciones que se hacen habitualmente. Los pasos que se dan no dependen de la maestría del colega, ya que están muy especificados”, cerró.