Las familias famosas que decidieron mostrar su intimidad en un reality show

El reciente anuncio de Los Tinelli, inspirado en torno al gran conductor de la televisión argentina, puso sobre la mesa experiencias similares alrededor del mundo. Celebridades como las Kardashian, los Osbourne y Gene Simmons fueron los pioneros en Hollywood en esto de sacar los trapitos al sol de sus hogares

El anuncio de la nueva temporada de Las Kardashian (Star )

No se puede negar que desde hace décadas los reality show coparon la televisión aunque sus orígenes no son del todo claros. Wikipedia asegura que, en 1991, fueron los neerlandeses con la serie Nummer 28 los inventores del género. Investigando un poco más, algunos señalan que los creadores fueron los estadounidenses cuando el 11 de enero de 1973 pusieron al aire An American Family que mostraba la vida de Bill, Pat y sus cinco hijos (nacidos entre 1951 y 1957), una familia de desconocidos pero con los rasgos comunes de cualquiera de los espectadores. Lo increíble es que lo que comenzó como un retrato costumbrista culminó en divorcio delante de las cámaras y con 10 millones de espectadores como testigos.

Si el origen del género es incierto, donde no hay dudas es en que se impuso con miles de variantes: mostrar la vida cotidiana de desconocidos, hacerlos sobrevivir en lugares inhóspitos, completar desafíos, exponer situaciones jurídicas o experiencias paranormales, seguir el cambio que experimentan casas, espacios o personas. Entre tanta propuesta, algún productor pensó que si espiar la vida de desconocidos resultaba atractivo mucho más lo sería la de un famoso. Y más aún, la de sus familias.

Keeping up with The Kardashians, o la fama por la fama misma

En el año 2007 el canal E! decidió apostar a una familia muy particular. Así nació Keeping up with The Kardashians. El propósito del reality era documentar el día a día de la familia de Kris Jenner, compuesta por su entonces pareja Caitlyn Jenner, las hijas que tuvo con ella -Kendall y Kylie- y Kourtney, Klohé, Rob y Kim, las que tuvo con el abogado y hombre de negocios Robert Kardashian, famoso por defender a O. J. Simpson en el histórico juicio. En pantalla, se verían todos los detalles del drama familiar y de los buenos momentos. Sin límites entre el espectador y las protagonistas: todo estaría alcance de los curiosos.

Trailer de la última temporada de Keeping Up with The Kardashians

Kris aceptó filmar la vida de su familia sin consultar a sus hijas. Intuyó que la propuesta le traería fama mundial y mucho más dinero del que ya tenía. Consiguió ambas. Las cámaras comenzaron a acompañar a la familia Kardashian-Jenner entre 10 y 12 horas cada día. Además se instalaron cámaras más pequeñas en todos sus coches. La realidad se grababa pero también si era necesario se falseaba. La petición de mano de Kris Humpries se guionó, ensayó y grabó repetidas veces hasta que quedó perfecta. Kim solía llorar con naturalidad pero si las lágrimas no fluían en cantidad, se la ayudaba con algún producto.

Desde el inicio, las Kardashian recibieron cientos de críticas por ser “famosas por ser famosas”, es decir, sin ninguna razón o talento aparente. Y la familia no ponía reparos a la hora de mostrar su vida. Se grabaron los partos de Kourtney, las intervenciones de estética de Kris, las visitas al centro de reproducción asistida de Kim y las conversaciones sobre su cola. Solo una vez decidieron decir “hasta acá llegamos”. Fue en 2015, cuando el basquetbolista Lamar Odom, exmarido de Khloé, sufrió una sobredosis en un hotel en Las Vegas. Sin embargo, él pidió que su hospitalización fuera registrada por las cámaras.

El programa marcó verdaderos hitos. El matrimonio de Kim con Kris Humphries fue tan atractivo que se emitió en dos episodios. Once millones de espectadores vieron como la familia gastaba 2 millones de dólares en flores y Kim lucía joyas por valor de 10 millones. Tanto despliegue no garantizó el amor. La pareja se separó después de 72 días de felicidad conyugal y de embolsar más de 17 millones de dólares con los especiales y la publicidad en torno a la ceremonia.

Kim Kardashian. figura indiscutida del reality familiar (REUTERS/Mario Anzuoni)

Desde la primera emisión el 14 de octubre de 2007, Keeping Up With The Kardashians mostró al clan de compras, casándose, divorciándose, operándose, peleados, reconciliados y protagonizando toda clase de momentos entre disparatados o de esos en los que uno siente vergüenza ajena. Como esa vez que Khloe fue arrestada por la policía, esposada y metida en el calabozo por robar el Range Rover de su madre, mientras Kim no paraba de sacarse selfies y su madre la regañaba con un “Kim, ¿podrías dejar de hacerte fotos? Tu hermana va a la cárcel”. Esa misma madre que en la sesión de fotos de Kim para la revista Playboy, no dejaba de alentarla a los gritos con un “Lo estás haciendo muy bien, cariño” mientras ella misma la retrataba con su cámara digital.

En una de las peleas, Kim cometió la peor venganza que puede cometer un influencer. Enfurecida con Kris le tiró el teléfono desde un segundo piso. Horror, desconsuelo y espanto. ‘Es lo que merece’, afirmaba Kim con una sonrisa siniestra. Otro momento de terrible dramatismo se vivió cuando de vacaciones en Bora Bora -nunca un Las Toninas- Kim perdió uno de sus aretes de diamante en el agua y se puso a llorar desconsoladamente a lo que Kourtney le respondió con un ‘Kim, hay gente que se está muriendo en el mundo’. Kylie encontró el accesorio, lo que terminó con su infelicidad pero no modificó ni un ápice el hambre en el mundo.

Kris Jenner, Kourtney Kardashian, Khloe Kardashian y Kim Kardashian (EFE/Nina Prommer/Archivo)

Algunas situaciones serían la envidia de Alberto Migré. Una de las más impactantes fue cuando luego de 23 años de matrimonio, Kris Jenner solicitó el divorcio de su esposo, Bruce. Un año después, Bruce anunció que era una mujer trans, se cambió el nombre a Caitlyn y dijo que había lidiado con la disforia de género desde la juventud. Otra situación digna de melodrama la protagonizó Khloé que pensó que había encontrado el amor con el padre de su hija True, pero resultó que mientras estaba embarazada la había engañado. Además, besó a la examiga de Kylie Jenner, Jordyn Woods. Además negaron la teoría que aseguraba que Khloé en realidad no era hija de Robert Kardashian, sino de O.J. Simpson, personaje que el abogado defendió.

En 2020 luego de 20 temporadas, 14 años al aire, 10 niños nacidos durante el reality, su propia colección de emojis y un salario de 930 mil dólares por episodio, la familia Kardashian, anunció su despedida. “Nunca imaginamos que llegaríamos a la temporada dos... ahora, estamos en la vigésima y, a veces, necesitas un descanso. En realidad la razón del fin es muy simple: necesitamos recomponernos. No hemos tenido un ‘break’ desde hace catorce años. Hemos grabado las temporadas seguidas, los ‘spin off’... y creo que hemos vivido una gran vida. Y ahora tenemos hijos..., y nos necesitan. Tiene mucho que ver con esto último también, pero bueno, necesitamos descansar, básicamente”, explicó Kim en una entrevista con Grazia UK. Así se despidió la familia “famosa por ser famosa”... hasta nuevo aviso, porque un año y poquito después, ya estaban nuevamente ventilando intimidades en The Kardashians.

The Osbournes, una familia muy normal

The Osbournes, reality de MTV

El 5 de marzo de 2002, la señal MTV no lanzó el último video de una nueva banda, ni anunció un recital unplugged ni una grabación inédita de un grupo histórico, sino un reality. El protagonista era Ozzy Osbourne, cantante de la banda de heavy metal Black Sabbath y lo acompañaban su mujer Sharon, su hija Kelly y su hijo Jack. La única que no era de la partida resultó Aimée, la primogénita, que se abstuvo de participar ya que la idea de estar siendo filmada todo el tiempo le resultaba absurda. “No quería que se la asociara con nosotros, los lunáticos”, explicó su papá entendiendo su decisión.

Desde el principio la propuesta se sabía que tendría poco de La Familia Ingalls pero sí mucho de Locos Adams y Los Simpsons. Como destacaba el periodista Roque Casciero ya era “milagroso el solo hecho de que Ozzy siguiera con vida después de las toneladas de drogas y océanos de alcohol que pasaron por su cuerpo, aunque a eso le agregó detalles, como el de morder un murciélago con rabia durante un concierto”.

The Osbournes pronto atrajo al público. No era para menos. Se podía ver a Kelly y Jack que como adolescentes y hermanos, se peleaban todo el tiempo, se pintaban o se hacían cortes ridículos en el pelo. Pero también le enseñaban al padre con infinita ternura cómo se usaba el control remoto, y en el tiempo libre armaban cajas de mudanzas con rótulos como “cosas muertas”. Esto a Laura Ingalls no le pasaba.

(Shutterstock)

Capítulo a capítulo se sucedían las situaciones desopilantes. Un vecino ponía a todo volumen música folk y la familia Osbourne le contestaba con heavy metal. El vecino no cedía y Sharon comenzaba a arrojarle bagels y hasta un jamón por sobre la medianera. La escena terminaba con la policía interviniendo y con la mujer arrepentida, no por no poder convivir con el vecino, sino por arrojar comida buena.

En un episodio, Ozzy habla con el trasero de uno de sus perros para intentar convencerlo de que “no haga más caca por toda la casa”. Finalmente llama a un entrenador de perros que le dice que la solución es levantarse a las 7 de la mañana y abrir la puerta para que la mascota haga sus necesidades. Hubo episodios menos controversiales, como un accidente de Ozzy o el relato de Sharon de su pelea contra el cáncer, que evidenciaban más la experiencia humana que el comportamiento desarreglado de un rocker con un ejército de aduladores.

Aunque según declaraciones de Ozzy a diferentes medios, estuvo drogado o borracho en la mayor parte de las grabaciones, el programa tuvo cuatro temporadas con 52 capítulos. Cuando a Sharon le preguntaron por qué había aceptado que la televisión se metiera en su vida aseguró: “Simplemente pensé que Estados Unidos necesitaba ver lo que es una familia normal”.

Gene Simmons Family Jewels, el último truco del demonio de Kiss

Sophie, Gene, Shannon y Nick, las joyas de la familia

Este reality fue protagonizado por Gene Simmons, cofundador, bajista y cantante de Kiss, junto Shannon Tweed, una modelo de Playboy con la que estaba “felizmente no casado” hacia 23 años y sus hijos adolescentes: Nick y Sophie. Antes de esta propuesta, Gene ya había incursionado en el formato con Gene Simmons School Of Rock. Allí, el músico hacía el papel de Jack Black en la clásica película, pero con chicos de verdad a los que entrenaba para ser rockeros: “Los niños necesitan aprender a ser egoístas… a ponerse en primer lugar y que no les importe lo que los demás piensen. Les he dado la bienvenida a una dimensión desconocida y ellos nunca han visto algo igual”. Aunque polémico, Gene logró conectar bien con los jovencitos y el programa fue un éxito.

Gene Simmons Family Jewels se estrenó en el año 2006. “Lo único que puedo hacer es ser yo mismo. Lo que se ve en el programa es lo que soy, los niños y Shannon, así somos y esta es nuestra vida”, explicaba el músico sobre su participación. “Estoy muy contento de haber tomado esa decisión y realmente estoy disfrutando de mostrar cómo es mi vida las veinticuatro horas del día”, agregaba. “Por un lado, me gusta mucho el sonido de mi voz; me encanta escucharme; por el otro, tengo una familia genial: mis hijos Nick y Sophie son adorables y mi mujer... bueno... Shannon debería ser un ejemplo para el resto de las mujeres”.

Gene Simmons Family Jewels tuvo más de 160 episodios

En la primera temporada, Gene presentó su último producto para la venta globalizada (una lengua vibradora), realizó “ejercicios sexuales” y participó de la boda de un fan de Kiss. Para promocionar el programa, el músico tuvo ideas que quizá no pasarían el filtro de una carrera de marketing. Rifó una cena con él y su esposa pero además protagonizó una campaña publicitaria que se basó en poner pastillas desinfectantes con su rostro en los urinales. “Si siempre has tenido deseos de orinar en mi cara, ahora puedes hacerlo. Todo lo que tienes que hacer es dirigir tu chorro sobre ella y no te sorprendas si la pastilla habla contigo. Y por favor, déjala en el urinario para que otros puedan disfrutarla”, anunciaba en un spot.

Después de más de 160 episodios, el programa finalizó en 2012. Simmons aseguró que prefería centrarse en la gira de Kiss y otros compromisos comerciales. Su hija y su esposa siguieron con el desarrollo de una línea de ropa para una cadena de televisión y su hijo consiguió trabajo de productor audiovisual. “Entendí que este medio sigue siendo el más poderoso. Que haciendo un programa con mi familia, mis hijos tendrían mayor probabilidad de tener una carrera. Y tuve razón”, reflexionó el músico como balance del programa.