Desfiles, ropa, viajes, la vida de Naomi Preizler parecía ser el sueño de cualquier chica. Con solo 15 años, su imagen estaba en las principales revistas de moda del mundo y trabajaba para marcas como: Chanel, Givenchy, Jean-Paul Gaultier y Marc Jacobs. Pero lejos de los flashes, esa vida tenía oscuridad. Cansada de las frivolidades, los maltratos y la falta de libertad dejó todo y encontró refugio en la música. Así, creó su banda y se convirtió en Muñeki77a.
Desde los problemas de salud por alcanzar los estándares de las marcas hasta soportar los caprichos de los directores, cada situación la fue convenciendo de que no era la vida que quería y así, en 2016, dijo basta. “En esa época estaba re sola, no tenía amigos, estaba sola en el mundo, lloraba, me refugiaba mucho en el arte, iba a museos. De chica siempre estuve en contacto con ese mundo y con gente que no llevaba una vida normal. Eran top models”, recuerda la joven sobre aquellos años.
Tan grande era la herida que ese mundo había generado que muchas veces se replanteó el haber invertido tantos años en la moda. Y cuando todo parecía desvanecerse un destino lo cambió todo: Japón. Fue ahí donde descubrió los sonidos que la sedujeron a hacer música por primera vez. “Ese país me cambió la cabeza. Yo vivía en Nueva York y cuando fui dije ‘todo lo que viví era una mentira’. Los japoneses valoran las cosas que nosotros le tenemos miedo, como la oscuridad o las sombras. La belleza es muy distinta allá”, asegura la cantante.
Con la mentalidad cambiada lo único que necesitó fue una oportunidad. En uno de los tantos desfiles conoció a un productor y DJ y este la ayudó a transformar lo que sentía en letras y sonidos. Desde su incursión en la música, la artista se abrió paso con letras originales, convirtiéndose en la voz de mucha gente. Así logró telonear a Dua Lipa en su primera visita a Argentina y destacarse con su tema ‘Fama de puta’, el cual fue nominado en los Premios Gardel 2020.
Esa búsqueda de representación, inspirada en su carrera como modelo, la llevó por sonidos como el new metal, punk, hardcore, los cuales se tradujeron en su álbum El Terror solo es amor. “El no tener voz es bastante privador de libertad, porque capaz yo cuando tenía voz si decía algo la cagaba y me cancelaban de ese trabajo. En el punk es todo lo opuesto. Cuanto más bardo hagas, más critiques, todo es mejor. En la música tu público es la gente y te consumen, en el modelaje tu público es el dueño de la marca, el casting director, el diseñador”, resalta la autora de ‘Dementores’.
Su piel también habla y refleja la dualidad en su persona, desde lo terrorífico de sus shows hasta la dulzura de su voz. Una serie de tatuajes tenebrosos, pero a la vez tiernos, dejan ver la Naomi interior. En su brazo, una escoba de bruja resalta rodeada de murciélagos; en el otro aparece una versión de Merlina–la hija de los locos Adams–; su hombro izquierdo muestra su amor por My Chemical Romance con un esqueleto de Black Parade, y hasta un oso de dos cabezas, triste y feliz a la vez. “De hecho Muñeki77a es bastante de tener una voz dulce y aguda y una voz súper podrida. Me gustan los contrastes”, afirma.
A través de este alter ego que construyó ella pudo expresar su dolor, vencer sus miedos y darle voz a todos aquellos que se sentían alejados de la sociedad: “Muñeki77a hoy en día la siento como una voz, de los excluidos o la gente que no encaja en la norma o lo hegemónico. Me siento muy identificada con los personajes o con ciertos villanos, como el Guasón o Frankenstein. Son siempre los antihéroes, las personas que han sufrido algún trauma o bullying, o excluidos de la sociedad”.
A través de esa búsqueda Naomi supo adentrarse en la oscuridad, en los miedos que comparten miles de personas y así darles una voz y un sostén. Con la experiencia de haber caminado en esas sombras, ella logró que más gente se sienta comprendida y apoyada.