¿Es 1993 o 2023? Este año, Fito Páez pareció apropiarse del concepto “burbuja en el tiempo” que acuñó Gustavo Cerati para justificar, en 2007, la efímera y exitosa vuelta de Soda Stereo luego de diez años separados. A decir verdad, ya en 2022 el rosarino había decidido celebrar los 30 años de El amor después del amor, su disco más escuchado y, además, el más vendido hasta el momento en la historia del rock argentino. Fue a través de una serie récord de shows en el Movistar Arena y una gira internacional que le renovó la popularidad
Ahora, en el año en que el chico que nació en el 63 cumplió 60, estiró el efecto nostalgia al llevar el tour hacia otras ciudades e, incluso, volviendo a tocar en estadios de fútbol, algo que no hacía desde mediados de los 90s. La parada principal fue en la cancha de Vélez, con dos funciones realizadas en el mes de abril y en el mismo escenario en el que en 1993 Fito había consagrado el éxito de aquel disco aun inoxidable.
Lejos de quedarse allí, terminó redondeando un recorrido que abarcó 60 ciudades entre Argentina, las Américas y España. El cierre está ocurriendo este mismo fin de semana: ayer se presentó en el Estadio Uno de la Ciudad de La Plata y hoy volverá a presentarse ahí: en total, más de 600 mil personas habrán disfrutado de su música en vivo este año.
Pero lo que sin dudas puso en boca de todos una vez más la historia del célebre rosarino fue el estreno de su serie biográfica llamada, como no podía ser de otra manera, El amor después del amor. Lanzada a través de Netflix a fines de abril, en ocho episodios resume la historia de sus primeros 30 años de vida, desde el nacimiento en un cálido hogar clase media y huérfano de madre hasta su primera presentación en Vélez. En el medio, la influencia onmipresente de Charly García (interpretado magistralmente por Andy Chango), su ingreso a la música profesional a partir de Juan Carlos Baglietto y la Trova Rosarina, el romance tortuoso e inspirador con Fabi Cantilo (por Mica Riera, la absoluta revelación del audiovisual), el asesinato de sus abuelas en 1986, la llegada salvavidas de Luis Alberto Spinetta, el desaire que recibió de parte de los sellos discográficos a finales de los años 80 tras una caída en la popularidad, la redención durante un aventurero viaje por Europa y el flechazo con Cecilia Roth, que terminaría de darle motivos para hacer el disco que cambiaría su vida (y la de todos sus oyentes) para siempre.
Durante semanas, la serie -basada en Infancia y Juventud, el libro de memorias que escribió el propio Páez- monopolizó las conversaciones reales y virtuales por aquí y por allá, trascendiendo las fronteras de la Argentina y revalidando, una vez más, la popularidad del artista mientras seguía conquistando estadios por el mundo. Ríos digitales de caracteres y algunos otros tantos de tinta corrieron por aquellos días con distintos ángulos y focos para traer al presente, no sin nostalgia, algo del perfume de esa época representada en el audiovisual. Por otra parte, también acercó a la música de Fito a las nuevas generaciones, algo que quedó reflejado en las métricas de las distintas plataformas de streaming de música.
A fines de mayo, Páez lanzó EADDA9223, una reversión de su disco icónico; la segunda, en rigor de verdad, ya que en 2012 y por motivo del 20° aniversario, había editado un registro en vivo de un show celebratorio que había dado en el Planetario porteño. Esta vez, las 14 canciones se vieron refrescadas con el aporte de distintos invitados de todas las épocas, lo que le dio un carácter transgeneracional al álbum. Lali Espósito, Elvis Costello, Wos, Mon Laferte, Chico Buarque, Marisa Monte, Ca7riel, Nathy Peluso, Conociendo Rusia, Ángela Aguilar, David Lebón, Leiva, Nicky Nicole, María Castillo de Lima, Ángela Aguilar, Antonio Carmona y Estela Morente fueron quienes aportaron sus voces junto a la de Fito. También participó Andrés Calamaro, el único invitado “repetido” entre la versión original de 1992 y esta nueva.
“Hacer esto fue muy hermoso porque me permitió colaborar con un montón de artistas en muchos lados del mundo y conectar a través de la música. Y eso parece un dato menor, pero no lo es, en definitiva. Jamás. Porque la música es uno de los instrumentos hoy en el mundo que permite conectar los corazones y generar algo salido un poco de la real politik o de los movimientos ligados a la cooptación de votos... Como si ese fuese el único motivo de existencia en el mundo. Bueno, no: existen las humanidades, las artes, la ciencia. Y a nosotros nos tocó una parte muy hermosa que es estar metidos adentro de este lenguaje”, dijo el rosarino cuando presentó el álbum. “Esto es una obra política, porque todos los proyectos son colectivos. Y cuando los colectivos se ponen a funcionar con una buena orden... Puede aparecer algo muy hermoso”, definió.
El trabajo fue reconocido en distintas encuestas-balances de diversas publicaciones e incluso le valió una nominación a Álbum del año en los Latin Grammy 2023 (premio que terminaría alzando la colombiana Karol G por su Mañana será bonito) y otra para los Grammy (Mejor Álbum de Rock Latino o Rock Alternativo), ceremonia que se celebrará el próximo 4 de febrero.
A mediados de octubre, y un poco al costado del camino del maremágnum provocado por EADDA, Fito volvió a presentarse en el Teatro Colón para homenajear a Gerardo Gandini, uno de sus mayores maestros musicales. Junto al Ensamble Mágico de Buenos Aires y Mariano Otero, Ernesto Jodos y Fabiana Cantilo como invitados, Páez montó un show titulado Desde el alma e hizo base en el repertorio de Moda y pueblo, álbum que grabó en 2005 en colaboración con el célebre compositor fallecido en marzo de 2013. Pero también intervino clásicos propios como “Carabelas nada”, “Ámbar violeta” y “Mariposa tecknicolor”, entre homenajes que develaron influencias, como Charly García (”Canción para mi muerte”, “Desarma y sangra”), Spinetta (”Muchacha, ojos de papel”), Litto Nebbia (”El otro cambio, los que se fueron”), el tango (”Los mareados”, “La casita de mis viejos”) y hasta la bossa (”Retrato en blanco y negro”).
“Esto no es un concierto de ninguna trayectoria. Esto es adonde llegó una parte de la música popular argentina, en busca de calidad y en busca de contar el tiempo que nos toca vivir. Con amor, precisión, artesanía, estudio y sala de ensayo. Y mucha calle, por cierto. Así que esto no es la consagración de nadie, esto es de todos. Literal”, había dicho Fito sobre el final de su segundo recital en Vélez Sarsfield. Algo que de alguna manera conecta con su espíritu de ir siempre para adelante en busca de nuevos desafíos. Para el 2024 habrá cerrado esta burbuja en el tiempo y ya comenzará embarcarse en un nuevo trabajo, con canciones nuevas que engrosarán su dorado repertorio. “Los veo el año que viene con álbum nuevo”, prometió semanas atrás al finalizar un recital en su Rosario natal. Que así sea.