Hubo un tiempo que las pantallas argentinas estaban copadas no por novelas turcas sino argentinas y venezolanas. Entre las historias que venían del país caribeño, un galán “mataba”: Carlos Mata, el protagonista de Cristal, La dama de rosa y Señora. Mientras el actor enamoraba audiencias, una compatriota suya magnetizaba con su belleza y energía: Catherine Fulop, la protagonista de Abigail. El furor por estos venezolanos era tan evidente que el productor Raúl Lecouna decidió que la dupla sería ideal para protagonizar un éxito en la Argentina. Así nació Déjate querer, la novela donde la actriz conoció y se enamoró de Osvaldo Sabatini.
Cuando a Carlos Mata le llegó la propuesta de Lecouna, ya había tenido contacto con el país que inventó el dulce de leche. “Cuando estudiaba arquitectura y hacia teatro musical, vivía en un departamento muy grande que rentaba y le di albergue a dos hermanos argentinos. A los seis meses éramos once entre mendocinos, correntinos, porteños. Llegó un momento que tenía que pedir permiso para entrar a mi casa. Ahí conocí la música de Sui Generis, de Almendra, de los grandes del rock argentino. Cuando llegué al país, ya tomaba mate”, recordó en el programa Informados de todo.
La figura de Mata comenzó a ser conocida en 1987 cuando Canal 11 emitió Cristal por primera vez. Muchas adolescentes suspiraban por ese galán no muy alto pero con aspecto de caballero, tanto que en 1992 Cris Morena lo llevó a Jugate Conmigo como invitado donde cantó “Déjame intentar”, con la efervescente tribuna a sus pies.
Poco a poco se supo un poco más de ese actor que llegó a la actuación casi por casualidad. “Un día, un compañero de facultad me pidió que lo acompañara a un casting para un musical de rock. Él hizo su prueba y yo estaba sentado al final del teatro. Cuando el director me vio, me dijo: ‘Eh tú, el de pelo largo. Baja’. Esas cosas que no las piensas y bajé. Me hizo cantar una canción, me pidió un ejercicio de improvisación (que fue desastroso) y quedé porque, según él, tenía talento”, contó acerca de sus comienzos.
Debutó en la pantalla chica en 1985, con la telenovela Adriana. Lo increíble es que durante muchos años se negó a hacer televisión. “Me llamaban y yo no quería. Aquello de hacer telenovelas se veía con mucha desconfianza. Yo era del palo del teatro y había mucho prejuicio. La primera vez que acepté hacer una novela fue en un canal del Estado. Lo hice porque iba a perder mi departamento. Yo vivía del teatro y estaba haciendo la tesis de la facultad”, contó.
Un año después de su debut en televisión, una caraqueña de 21 años obtenía el tercer puesto como Miss Venezuela y al año siguiente iniciaba su carrera como actriz, Catherine Amanda Fulop. El éxito no tardó en llegar, en 1988 protagonizó Abigail y dos años después se casó con su coprotagonista: Fernando Carrillo. La actriz triunfaba en su país, Estados Unidos y México, pero ella secretamente quería seguir el camino de Grecia Colmenares y ser una celebridad en la Argentina.
Si Mata y Colmenares brillaban en pantalla, detrás de cámara Raúl Lecouna ya era el productor de las novelas más exitosas. Comenzó con Amo y Señor y siguió con El infiel, El vidente, Celeste, Perla Negra. Sus propuestas eran tan atractivas que Univisión, la cadena de televisión estadounidense dedicada a los hispanohablantes, se aseguró de contar con ellas en su programación. Atento a las dos grandes figuras del momento, y a la repercusión que lograban en todo el continente, decidió convocar a los venezolanos para Déjate querer.
A Mata la propuesta de instalarse en la Argentina le resultó atractiva a nivel profesional, pero no lo convencía desde lo familiar. Su esposa, Marlene, y Carlos Javier, el hijo de ambos, se quedaron en Venezuela. La decisión la tomó el matrimonio pensando que el pequeño no se adaptaría a la mudanza. Para no extrañarlos tanto, el actor puso una cláusula en su contrato que especificaba que cada quince días podría viajar a ver a su familia. Una vez aceptada, firmó y se instaló en nuestro país por diez meses.
Para escribir la historia, Lecouna convocó a Daniel Delbene y Alberto Barrera. “Este trabajo para mí tuvo un condimento muy especial, y es que por primera vez, y única hasta ahora, trabajé con un autor extranjero. Alberto Barrera es venezolano. Lecouna, nos reunió en su oficina una mañana y salimos a almorzar para conocernos. Después del almuerzo Alberto y yo nos pusimos a trabajar como si hubiésemos escrito juntos durante años. La telenovela era un lenguaje común entre nosotros y no había diferencias que zanjar”, narró Delbene en el portal de Argentores.
Ellos pensaron (alerta spoiler) a Andrés Machado (Mata), un arquitecto de familia millonaria y con un noviazgo formal. Pero conoce a Bárbara (Fulop) que mientras trabaja de modelo, estudia Derecho para liberar a su padre encarcelado injustamente ya que el verdadero asesino es un tío de Andrés. Esta historia de amor y venganza se desarrollará durante 200 capítulos.
Para acompañar a los protagonistas se convocó a un elenco mix entre argentinos y venezolanos. De la patria de Bolívar llegaron Henry Zakka -ex marido de Grecia Colmenares- y Fredy Carrillo que además era cuñado de Fulop. Entre los argentinos estaban Mabel Landó, Alejandra Gavilanes, Ivo Cutzarida y Osvaldo Sabatini. Con el hermano de Gaby, la Fulop protagonizaría su propia novela dentro de la novela.
Compartir elenco con la venezolana pronto encantó a todos. “Es una compañera maravillosa. Una muy buena actriz, un ser humano muy bonito de una alegría natural que le sale del corazón. Es muy transparente como persona”, la describió Mata. Fulop contagiaba a todos con su alegría y simpatía chévere, que disimulaba la fuerte crisis que atravesaba con su marido.
En una de las reuniones previas, Fulop quedó impactada por la belleza de un morocho argentino, Osvaldo Sabatini. “Toda la novela yo lo miraba, pero nunca pasó nada porque yo estaba terminado una relación y él también tenía sus cositas. Más allá de que mi relación estaba muerta, faltaba enterrarla. ¿Viste cuándo velas a un muerto?”, le contaría muchos años después la actriz a Teleshow.
Volviendo al set de filmación, había miradas, alguna sonrisa, pero ningún avance. “La novela ya terminaba, faltaban pocos capítulos, y yo digo: ‘Hay Dios mío, ¡ese tipo!’. Al final de un día me lo cruzo en un pasillo con mi amiga, Alejandra Gavilanes, y entonces le digo: ‘¡Ay, qué bello eres!’, y mi amiga agregó: ‘Ella te quiere dar un beso’, ‘Bueno, yo también’, dijo él…y bueno, me dio un beso”, contó la actriz. Al final de la novela, él solía llevarla en su auto porque el de ella estaba roto y Cathy pensaba: “¡Qué bello tener hijos con este hombre!”. Divertida, contó que una de las cosas que la enamoró de Ova fue “su manera de plegar la ropa a medida que nos desvestíamos. Pero fue recién cuando lo vi lavar su ropa interior cuando me enamoró definitivamente”.
Así de enamorada, Cathy llamó a su mamá en Venezuela y le anunció “¿Tú conoces una tenista que se llama Gabriela Sabatini? Tiene un hermano, que es el padre de tu futuro nieto”. Antes de formalizar, cada uno arregló su situación. Se casaron en 1998 después de que ella firmara su divorcio con Carrillo. Antes, el 11 de marzo de 1995, el argentino le regaló un anillo de diamantes de compromiso.
Cuando la novela terminó, Mata volvió a su país donde siguió protagonizando novelas que se vendían a todo el mundo, tanto que llegó a ser considerado el tercer producto de exportación venezolano. Hasta que en 1995 se convirtió en protagonista de su propia novela. Su matrimonio con Marlene Maseda atravesó una profunda crisis y decidió dejarlo todo por un tiempo, para reflotar la relación. Según contó el diario El Mundo, “Ella me pidió que lo dejara todo por amor... Y si hoy considero que fue absolutamente egoísta. Pero entonces yo subía a los aviones escondido en las lágrimas porque sabía que durante un mes y medio podría no ver a mi hijo. Entonces nos fuimos a Nueva York a no hacer nada... Y la gente se preguntaba ‘¿dónde está?, ¿lo secuestraron?’. Pero era necesario que yo desapareciera”.
Dos años después volvió a la actividad artística. Trabajó en cine, teatro y televisión. Editó más de una docena de álbumes, condujo programas de radio, talks shows. Instalado en Miami fundó una escuela de actuación, danza y modelaje, llamada La academia, y compartió escenarios con artistas bien diversos, y de la talla de Lola Flores, Celia Cruz, Joaquín Sabina, Julio Iglesias, Miguel Bosé, Reo Speedwagon, Paco de Lucía, Plácido Domingo, Verónica Castro, Jon Secada y Shakira, entre otros. En 2002 se divorció de Marlene y desde 2004 está en pareja con Maigualida Torres.
Hasta el día de hoy Fulop asegura que “hacer la novela con Mata fue de las cosas más lindas que me han pasado. Llegar a un país nuevo y protagonizar con él fue lo más, la pasamos súper lindo”. Al terminar, se instaló para siempre en Buenos Aires, nacieron sus dos hijas, Oriana y Tiziana y siguió protagonizando programas de televisión, portadas de revistas, conduciendo ciclos, participando en radio, desparramando su alegría caribeña y sobre todo, dejándose querer por el público argentino.