Surgidos al calor del under y el indie reinante en la década pasada, Los Espíritus consolidaron su lugar en la escena a fuerza de su blues espacial, psicodélico y rítmico en el que mezclan viajes interiores con descarnadas postales urbanas. “No detenga su motor e investigue su interior”, parecen parafrasear al Pappo de Riff en cada uno de sus movimientos. Y aunque el guitar hero criollo no es referencia específica en lo que hacen, tienen un mismo punto de partida: el barrio porteño de La Paternal.
Desde ahí comenzó el viaje de Los Espíritus, que los llevó por distintos puntos del país, también por giras internacionales con paradas en México, Colombia, Chile, Perú, Costa Rica, Estados Unidos, España y más allá. Y siempre con novedades bajo el brazo: ahora su quinto disco de estudio, titulado La Montaña y editado en septiembre pasado, ya los sacó nuevamente del país y este viernes 1ro de diciembre recalarán con un show de presentación en el Microestadio de Ferrocarril Oeste.
“La Montaña es un disco desde el inicio, nunca estuvo pensado como una colección de singles. Pero cayó la pandemia y lo abandonamos, entonces empezamos con ese proyecto de colaboraciones en el que íbamos subiendo de a dos o tres canciones, y terminó siendo Sancocho Stereo, en donde tenemos temas con Daniel Melingo, Carca, Gustavo Santaolalla... Cuando terminó esa gira y ya liberados de la pandemia, retomamos esto”, desarrolla Maxi Prietto en diálogo con Teleshow. El guitarrista, cantante y compositor del grupo (que completan Miguel Mactas en guitarra, Martín Ferbat en bajo, Pipe Correa en batería y percusión, y Luciano Scalera en percusiones) cuenta que ya tenían apalabrado al histórico ingeniero de sonido Mario Breuer para trabajar con él esta grabación en el mítico estudio ION.
“Fue un disco muy pensado en el sentido que hicimos varias reuniones con él, le mostramos música que estábamos escuchando, influencias o sonidos que nos llamaban la atención y con él lo produjimos desde el día uno. Entonces ahí decidimos ir a grabar a ION para retratar el sonido del grupo tal cual es, tocando en vivo. Él se enfocó mucho en escuchar la toma que más le gustaba, no necesariamente la más prolija, sino la que él le parecía que era la toma con la expresión necesaria. Teníamos reservados cinco días, pero en tres ya habíamos metido las diez canciones. En los restantes nos dedicamos a procesar voces y distintos instrumentos pasados por sampler, pero también me dediqué a crear todas las atmósferas”, explica.
Una vez que eso estuvo listo, quedaron “huecos” para que ingresaran los invitados estelares: el guitarrista Marc Ribot, colaborador histórico de Tom Waits; el saxofonista de Morphine, Dana Colley; Melingo, que lo viene invitando a Prietto tanto a sus “encuentros maximalistas” como a sus shows de tango (”Su disco Tangos Bajos es uno de los que más me influyeron en la vida”); y el ratón paranoico Juanse. La fase siguiente del trabajo fue la mezcla y para eso fue convocado Joe Blaney, histórico productor e ingeniero neoyorquino que ya contaba con experiencia de trabajo con artistas argentinos, como Charly García y Andrés Calamaro. Un asterisco válido a propósito de El Salmón, quien en 2018 colaboró con Prietto y Poli en el álbum Boleros y canciones: tanto en los créditos de este La Montaña como en los del laureado Alta Suciedad, se repiten los apellidos de Blaney y Ribot.
El contacto entre Los Espíritus y Blaney fue completamente a distancia pero eso no impidió que llegaran a un óptimo entendimiento. “Hicimos una charla telefónica con ciertas indicaciones que le dimos y, a partir de ahí, cada canción que nos mandaba ya estaba muy cerca de estar lista. El primer tema que nos mandó fue ‘Funeral’ y ya nos encantó cómo estaba. Nos entendimos muy rápidamente. También, como no domino demasiado el inglés, nos manejamos mucho por mail, escuchando las canciones y haciéndole devoluciones por escrito. Además pidió las letras de todos los temas, porque quería saber bien de qué hablaban antes de ponerse a trabajar”, dice Maxi.
Por otro lado, este buen vínculo con Blaney propició la aparición de Ribot en el álbum. “Le pregunté a Joe si tenía manera de contactarlo para que participara en algunas canciones y me dijo que sí. Justo él estaba llegando de una gira, así que estaba libre. Nosotros estábamos en Quito, yendo a tocar una fecha, y ellos se encontraron en un estudio. Y yendo a la prueba de sonido, nos mandó un link que era una transmisión en vivo de la grabación: estábamos arriba de una combi, bordeando una montaña, entonces íbamos escuchando los solos que iba improvisando arriba de los temas. El tipo hizo seis tomas con seis solos completamente distintos. De pronto escuchábamos que cambiaba de guitarra, que usaba un wah-wah, un tres cubano... Fue muy divertido eso”, recuerda Prietto.
Una de las canciones centrales del álbum es “Avenida Calchaquí”, la cual refiere a la vía que cruza distintas localidades del conurbano sur y que a la vez marca el lugar de origen de Prietto. “Yo nací en la clínica Calchaquí. Viví en San Francisco Solano, en Quilmes, pero ya de muy chiquito nos mudamos a Capital. Yo soy Maximiliano Prietto Sosa, los Prietto y los Sosa son todos de Solano, que queda el partido de Quilmes. Y cuando vos vas de Capital, pasando por Wilde o pasando por la autopista, siempre caes en el Triángulo Bernal y de ahí sale la avenida Calchaquí para Quilmes, para Florencio Varela, para Solano... Es la avenida que nuclea todo todo ese partido. Yo trabajé muchos años con mi viejo, que era mayorista de golosinas. Él tuvo una sucursal al principio en el Cruce Varela y después en la estación, más adentro. Para llegar al Cruce Varela es todo derecho por avenida Calchaquí, desde Bernal hasta Florencio Varela. Y en esa avenida, los que nos compraban eran todos vendedores ambulantes, todos los buscas que venden en los trenes o en los colectivos. Cada vez que iba en colectivo, en el 98, por Avenida Calchaquí, siempre subían los vendedores y me saludaban. Por eso es que desde hace muchos años que quiero hacer una canción que tenga un poco de ese ambiente, que no está tan explícito, pero sí menciono algunas marcas”, explica Maxi de un tirón sobre el origen de la canción.
“Habla de Suschen, que es una marca de alfajores. De Goliat, una de gaseosas... Recuerda mis días del mayorista de golosinas, los vendedores ambulantes, todo eso... Y me parece que el boogie era el ritmo apropiado para acompañar esa atmósfera, porque son recuerdos felices. La primera parte del tema habla de eso y la segunda habla de la Avenida San Martín, acá en Paternal. Por eso me parecía espectacular que Juanse se sumara a cantar esa parte”, agrega sobre la aparición del histórico guitarrista.
—A la vez, hay un link inevitable a una de las canciones más importantes de tu recorrido, la “Avenida Corrientes” que hiciste con Prietto viaja al cosmos con Mariano.
—En el momento en que la hice, en 2006, 2007, ya empecé a sufrir porque no había hecho primero “Avenida Calchaquí” (se ríe). Encima no podía hacer al toque un tema así cuando apenas había sacado “Avenida Corrientes”. Entonces lo dejé estar, lo dejé estar, hasta que ahora dije: “Ya está, pasó un montón de tiempo, quiero hacer esa peli ahora”. Y después otra cosa que también quería hacer hace muchos años era incluir la palabra “suschen”, esa marca, en una canción. Siempre me gustó mucho la sonoridad de esa palabra, que es muy blusera. Ya había hecho como tres canciones en las que metía esa palabra, pero nunca me cerraba. Y acá cuando aparecío esta, dije: “Ya está, listo, es acá, lo cierro”.
—¿Qué es “La montaña”?
—Primero fue una canción que apareció y cuando la empezamos a trabajar, pensamos que era un buen nombre para el disco. A la vez, nos parecía también un muy buen inicio de disco. A partir de eso, empezamos a crear un álbum que ya sabíamos cómo se iba a llamar y cómo empezaba. Fue toda una inspiración en la que yo también me preguntaba qué es la montaña, con una letra demasiado espiritual, digamos. Y yo quería que el disco tenga un poco más de calle, de barro y de otras cosas. Entonces, una canción salía y le iba contestando a la otra. Una se volvía espiritual, la siguiente se ponía más callejera. Y así se fue armando algo en donde por primera vez compuse las canciones como si fuesen el guión de una película. Me imaginaba situaciones, escenas, personajes y fui armando historias que tenían que ver, por un lado, con un mundo natural, preexistente al hombre. Y por otro lado, el hombre, el mundo, la sociedad creada por el hombre, el asfalto, las avenidas, el tránsito, el ruido, la contaminación. Entre esos dos mundos me apoyé para ir escribiendo. Fue un proceso muy distinto de cualquier otro disco de Los Espíritus.
—A lo largo de su discografía hay canciones como “Negro chico” o “La rueda que mueve al mundo” que son bastante explícitas en cuanto a las problemáticas sociales. ¿Creés que este momento histórico les dará material para nuevas canciones?
—Y... estamos en ese momento de cambio. “Cambio” es una palabra muy abierta que marketineramente sirve porque para aquellos que están mal, que son un montón. Porque cualquier idea de cambio es buena. Entonces, en ese sentido, creo que se capitalizó muy bien. Por otro lado, bueno, también hay gente que la está pasando muy mal hace mucho tiempo y se entiende también este desenlace. Vamos a ver cómo son los tiempos que se vienen. Pero bueno, para los músicos siempre es todo incierto, así que seguiremos surfeando.